Opinión

La estrella fugaz de Draghi

El aparente dilema entre rebote o recaída de las Bolsas que planteábamos la semana pasada como título de nuestro comentario, no ha sido tal, ya que en el curso de la primera semana de julio hemos visto tanto el rebote de las Bolsas como la posterior recaída de las mismas, sobre todo en las europeas. Todo ello en un entorno de volatilidad y de un cierto desorden en los movimientos, volatilidad y desorden que son la consecuencia hasta el momento más clara de las políticas monetarias de los Bancos Centrales.

Al final los resultados semanales han sido dispares, con algunos índices casi en tablas, como el Eurostoxx 50 (-0,25% en la semana) o el Cac (+0,4%), con caídas de cierta intensidad para otros como el Dax (-1,9%), con subidas ligeras para otros como el S&P 500 (+1,6%) el Dow Jones (+1,5%) y el Ibex 35 (+1,3%) y con subidas muy fuertes para otros como el Nikkei (+ 4,6%)

Esa disparidad de resultados y algunos movimientos entre los diferentes mercados que parecen inconexos, dejan temas de fondo para la reflexión, y por ello es interesante recordar lo sucedido en la semana.

El lunes, primer día de julio y del semestre, las Bolsas se animaron tras un buen ISM manufacturero en Estados Unidos, y el martes y miércoles mantuvieron niveles pese a los problemas en Grecia y Portugal y pese a un ISM americano de servicios que bajó respecto a mayo. Lo interesante vino el jueves y el viernes. El jueves las palabras de Draghi (rates to stay low for extended period of time, open mind on negative deposit rate, 0,5% is not lower bound), provocaron un fuerte rally en todas las Bolsas. Sin embargo el viernes las Bolsas europeas flojearon desde primera hora de la mañana, y aceleraron sus caídas a partir del dato de empleo americano, que indicó fortaleza en el mercado laboral americano y por tanto posibilidad de que la Fed anticipe la retirada de liquidez. Lo curioso es que las Bolsas americanas subieron con fuerza ante el dato, a pesar de que el tipo de interés del bono del Tesoro a diez años, el T bond, se disparó hasta el 2,74%, el nivel más alto en dos años.

Como decíamos, hay elementos interesantes para analizar.

En primer lugar, no se entiende bien la caída de las Bolsas europeas del viernes. Si la causa es el informe de empleo americano y el temor a que la Fed endurezca su política monetaria, son las Bolsas americanas las que deberían haber caído, más que las europeas. Fue justo al revés, en la sesión del viernes las Bolsas europeas cayeron y las americanas subieron. Una posible explicación sería la de que el jueves las Bolsas americanas estuvieron cerradas por la festividad del 4 de julio, y por tanto las subidas del viernes no hicieron sino cerrar el hueco abierto por las Bolsas europeas con su rally alcista del jueves tras las palabras de Draghi. Pero parece una explicación débil.

En segundo lugar no se comprende la euforia de las Bolsas europeas del jueves, por el solo hecho de que Draghi prometiera tipos bajos durante un periodo largo y coquetease con la idea de bajar los tipos del 0,5% e incluso de penalizar los depósitos bancarios en el BCE. La reacción de las Bolsas europeas da una sensación de gran frivolidad y de total dependencia del Banco Central, sin atención ninguna a las pobres perspectivas de crecimiento de la zona, lo cual, visto con perspectiva, y teniendo en cuenta la elevada deuda acumulada en la zona, es inquietante.

En tercer lugar, y concentrándonos en Estados Unidos, no se entiende la reacción dispar de los bonos y las Bolsas al dato de empleo. Si los tipos largos suben como subieron el viernes tras el dato de empleo, no parece que eso sea bueno para las Bolsas, salvo que los inversores americanos hayan abandonado su adicción al dinero barato y ponderen ahora más las expectativas de crecimiento económico aunque suban los tipos de interés.

Un cuarto dato a analizar es que la peor Bolsa europea de esta semana ha sido la alemana. Podemos pensar que la zona euro y Alemania en particular están empezando a sufrir las consecuencias que tendrá la nueva política de yen barato del Banco de Japón, que afecta negativamente a Alemania y en consecuencia al resto de la zona euro. Sobre todo porque Alemania no va a permitir que el BCE entre en una carrera de inyecciones de liquidez masivas para competir con el Banco de Japón.

Esta última idea conecta con la bajada de las Bolsas europeas del viernes. ¿Por qué duró tan poco el efecto de las palabras de Draghi? ¿Por qué Draghi fue esta vez tan solo una estrella fugaz? Una primera respuesta sería la de que los mercados ya no dan credibilidad a Draghi y le piden algo más que palabras para confirmar que de verdad el BCE puede embarcarse en una expansión cuantitativa al estilo de la FED. Una segunda respuesta, mucho más inquietante, aunque mucho más improbable, sería la de que los mercados empiezan a pensar, como el Banco de Pagos de Basilea, que la expansión cuantitativa ya no es eficaz y además tiene efectos nocivos.

Si ponemos todo esto en la coctelera, lo que nos sale es que hay que seguir esperando para ver qué camino toman definitivamente las Bolsas, el de la ruptura al alza o el de los recortes. Los índices americanos siguen instalados en zonas de resistencia y aunque el Dow ha superado de nuevo los quince mil puntos y el S&P ha superado también los mil seiscientos puntos, las dudas sobre si hay o no fortaleza para romper al alza persisten.

Entramos ya esta semana en el inicio de la publicación de los resultados trimestrales, con Alcoa, JP Morgan y Wells Fargo reportando sus cifras. Además hablan Draghi, el lunes en el Parlamento europeo, y Bernanke, el miércoles ante el Consejo de Asesores Económicos, y el mismo miércoles se publican las actas de la FED. Todo ello junto con datos económicos como la inflación china y datos de sentimiento, como la confianza del consumidor medida por la Universidad de Michigan.

Lo normal es que sigamos en una banda de cotizaciones relativamente estrecha, salvo sorpresas extraordinarias en los resultados, que no son esperables, o salvo mayor deterioro político en Grecia, Portugal o Egipto.

Seguimos pensando que al final la sola aplicación de políticas monetarias de expansión masiva de liquidez no va a funcionar, pero a la vez parece obvio que los Bancos Centrales y los líderes políticos van a reforzar su estrategia en generar un buen estado de ánimo (el famoso mindset) y harán todo lo posible por conseguirlo.

De momento, seguiríamos con coberturas en las posiciones.

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