Las Bolsas han continuado una semana más con el mismo guion que vienen siguiendo desde que se inició el año, un guion cuyos argumentos básicos son que la inflación se va a moderar, que en consecuencia la Fed dejará de subir los tipos en breve y los bajará a fin de año, que la economía va a tener un aterrizaje suave para luego iniciar un nuevo ciclo de crecimiento y que la innovación va a presidir todo ese proceso de “softlanding desinflacionario”, por lo que las compañías más disruptivas serán las claras ganadoras en el nuevo mercado alcista.
Ese cóctel tiene algunos componentes muy atractivos para las Bolsas, pero otros, como la bajada de tipos, son mucho menos evidentes, pero el mercado sigue apostando por una salida en positivo y una buena muestra es la evolución de las Bolsas la semana pasada. La semana empezó tranquila, e incluso tuvo recortes de cierta importancia el miércoles, debido a los malos datos de producción industrial en Japón y Corea y al muy mal PMI manufacturero de mayo en China, que bajó a 48,8 desde el 49,2 de abril y frente al 49,4 que esperaba el consenso.
Esos datos lanzaron una onda expansiva bajista a las Bolsas en la sesión del miércoles, pero el jueves y viernes las Bolsas volvieron a las subidas, con cierto ambiente de euforia el viernes tras la publicación del informe de empleo americano de mayo. Los impulsos que han propulsado esas alzas han sido fundamentalmente tres. El primero, el acuerdo alcanzado en EE. UU. entre los dos grandes partidos sobre el techo de deuda. El segundo, la caída de la inflación europea (el pasado jueves supimos que ha sido el 6,1% en mayo en la zona euro, frente al 7% en abril) y el tercero, el buen dato de empleo americano de mayo unido a una moderación en la subida de los salarios por hora.
Es verdad que todos esos impulsos son discutibles. El acuerdo sobre el techo de deuda del Gobierno americano, elevándolo a 31,38 billones de dólares, es una buena noticia a corto plazo, pero no tan buena a medio plazo porque indica que la principal economía del mundo no puede sostenerse sin endeudarse de forma creciente. La inflación general cae por la caída del petróleo y, en general, de las materias primas (el índice Bloomberg Commodities Spot baja casi un 30% desde sus máximos de abril de 2022), pero la subyacente sigue siendo muy alta (el 7% en la zona euro), lo que indica que la "última milla" en el recorte de precios va a ser verdaderamente difícil de recorrer. Y el informe de empleo americano nos dice que el sector servicios sigue en plena ebullición, sobre todo los viajes, hoteles, restaurantes, espectáculos y ocio en general, y que controlarlo no es fácil.
Pero es que a esos tres impulsos (acuerdo sobre el techo de deuda, caída de la inflación, informe de empleo) hay que añadir un cuarto, el renovado empuje de las tecnológicas, que ha llevado al Nasdaq a cerrar su sexta semana consecutiva al alza, algo que no se veía desde el año 2020. Como ya hemos dicho muchas veces, la innovación es la esencia de la economía poscovid y las tecnológicas están en la vanguardia de la innovación.
Al final, la semana ha sido básicamente alcista, con el S&P subiendo un 1,8% en la semana, el Nikkei, el Dow Jones y el Nasdaq subiendo un 2%, el Ibex subiendo un 1,4%, el MIB italiano un 1,3% y el Dax el 0,4%. Es verdad que hay excepciones como la del CAC francés, que ha bajado un 0,6% en la semana, o la del Eurostoxx que ha bajado un 0,3%, pero también nos deja avisos, sobre todo el de China, que viene a decirnos que no podemos confiar en que vuelva a ser, como lo fue durante varias décadas, el motor de crecimiento de la economía global.
De lo que China nos avisa es de un “soft landing desinflacionario” de cierta duración y esa es, a nuestro juicio, la lectura que no deberían obviar las Bolsas. Y eso afecta sobre todo a las Bolsas europeas, de ahí, en nuestra opinión, su peor comportamiento semanal en términos comparativos, sobre todo si miramos a los valores de lujo como Louis Vuitton, que ha caído más de un 7% el último mes. El sector automovilístico europeo también ha tenido alguna sesión de fuertes caídas esta semana.
Si realmente la Fed y el BCE no bajan los tipos a partir del verano, como espera una parte mayoritaria del mercado, las Bolsas pueden recortar con fuerza, porque el eslabón débil del “trilema” es el crecimiento y si no hay crecimiento y no bajan los tipos, las Bolsas perderán "momentum".
En este sentido, Christine Lagarde comparó en Hannover el pasado jueves la dinámica del BCE con la de un avión. Al principio deben acelerar rápidamente para tomar impulso y conseguir la altitud en la que se pueda avanzar con velocidad de crucero, luego una vez obtenida esa altura ya basta simplemente con mantenerla. Lagarde dijo que el BCE está próximo a conseguir la velocidad de crucero, por tanto, de mantener esa velocidad, pero no habló de bajar tipos. Todo un mensaje para quien lo quiera entender. Lagarde insistió en que todavía la inflación es demasiado alta. El mercado espera por ello otras dos subidas del 0,25%, que es el nuevo estándar de las subidas de tipos según decía el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, hace poco.
A nivel técnico, el aspecto de los índices es bueno. El S&P definitivamente ha superado, y con holgura, los 4.200 puntos, pero sigue siendo en base a muy pocos valores. Diez valores pesan en torno a un 29% en la subida acumulada en lo que va de año, en el caso del S&P, la mayor concentración en 50 años.
Esta semana se publican algunos datos importantes, como el ISM de servicios en Estados Unidos, que se espera bueno, el PIB de Japón del primer trimestre, o la inflación de mayo y datos de comercio exterior de China. Pero lo más importante es que se aproximan las reuniones de la Fed y del BCE, el 14 y 15 de junio, respectivamente, y en ellas tendremos más datos para valorar si puede o no haber bajadas de tipos en otoño.
Seguiríamos siendo cautelosos en nuestro enfoque de inversiones, manteniendo una parte no pequeña en liquidez remunerada a corto plazo, aun a riesgo de equivocarnos.
Juan Carlos Ureta Domingo
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