Opinión

La 'bidenomics' permite celebrar una cosa y la contraria


Mayo ha empezado, tal y como pensábamos, con un tono positivo y tranquilo en las Bolsas, en una nueva demostración de que no hay noticia que los inversores no puedan superar, por adversa que sea, y de que los mercados son capaces de recibir con subidas tanto los datos que muestran fortaleza en la economía como los que, por el contrario, muestran debilidad.

Esa energía tan especial de las Bolsas tiene bastante que ver con la gran novedad de este año 2021, que es la "bidenomics". El nuevo presidente americano, Joe Biden, y su Secretaria del Tesoro, Janet Yellen, han abrazado las tesis de la MMT ("moderna teoría monetaria") y han resucitado las políticas de "big government", es decir, de elevar el peso del Estado al máximo, sin importarles que el déficit público o el endeudamiento suban a niveles estratosféricos. Una música que a los inversores les suena muy bien, porque implica más dinero en el mercado.

Lo relevante es que, de forma subrepticia, lo que en abril de 2020 se presentaba como una medida de choque frente a la pandemia se convierte ahora en una medida permanente. Ya no es una herramienta coyuntural para contrarrestar el impacto del confinamiento sino un instrumento destinado a generar un nuevo modelo de crecimiento. Los estímulos fiscales ilimitados tienen como objetivo lograr lo que Biden llama el nuevo resurgir de los EE.UU. bajo el lema "America is back". Todo ello se concreta, por el momento, en seis billones (trillones americanos) de dólares de gasto público, que es lo que suman los tres programas anunciados por Biden en sus cien primeros días de mandato. Una cifra espectacular, sobre todo, teniendo en cuenta que el balance de la Fed a fecha de hoy está ya cerca de los ocho billones de dólares.

Más allá de las consecuencias sociales y políticas del modelo, que supone una enmienda a la totalidad al consenso neoliberal que ha dominado las últimas décadas, y más allá de su impacto sobre la inflación, lo cierto es que los inversores han abrazado la "bidenomics" como un nuevo paradigma que llevará a un ciclo bursátil muy alcista. Un paradigma que, como decíamos, permite a las Bolsas celebrar una cosa y la contraria. Por ejemplo, a principios de abril el S&P recibía con subidas la creación de casi un millón de puestos de trabajo en EE.UU. en marzo, y, por contra, el viernes pasado veíamos cómo el S&P recibía también con subidas una muy decepcionante creación de 266.000 empleos en abril, que quedaba muy lejos de las expectativas.

Lo único que importa a los mercados es que la Fed y los restantes Bancos Centrales sigan manteniendo la liquidez y los tipos cero, y eso es algo que está prácticamente garantizado, por la sencilla razón de que los Bancos Centrales, aunque quisieran subir los tipos (que hoy por hoy no quieren) no pueden hacerlo. La economía global y los mercados financieros se han vuelto adictos a los tipos cero y a la liquidez creciente y un cambio en esas políticas crearía un pequeño (o tal vez gran) cataclismo.

Janet Yellen pudo comprobarlo el pasado martes. Un leve comentario suyo admitiendo que tal vez la Fed podría aumentar los tipos de interés para evitar un recalentamiento de la economía provocó de inmediato recortes en las Bolsas y Yellen se sintió obligada a rectificar a las pocas horas, asegurando que no había querido decir que haya un problema de inflación ni que la Fed vaya a subir los tipos.

En ese mundo inundado de liquidez, se siguen produciendo excesos especulativos, sobre todo, en el universo paralelo de los criptoactivos. El martes pasado el "dogecoin", la criptomoneda que nació como una broma, subía un 50% porque su principal mentor, Elon Musk, iba a aparecer en un programa de televisión este fin de semana y se suponía que iba decir algo que catapultase al dogecoin a un dólar, doblando así el medio dólar al que cotizaba el pasado lunes. Al final Musk se limitó, en el mencionado programa, a bromear sobre el dogecoin y la cotización de esta estrambótica criptodivisa ha recortado todo lo que ganó en la semana. Como ya hemos dicho otras veces, si no son los tulipanes se le parece mucho.

Las Bolsas tradicionales también ofrecen situaciones curiosas. Es verdad que, en este caso, a diferencia de lo que ocurre en las criptomonedas, hay fundamentos que sostienen las subidas. Los resultados empresariales están siendo muy buenos, los datos económicos (la semana pasada, por ejemplo, las cifras de exportaciones e importaciones de China en abril) apuntan a una gran reactivación de la economía global, y las vacunaciones permiten pensar en una pronta vuelta a la normalidad.

Pero todo eso empieza a estar ya muy sobredescontado por las Bolas, sobre todo por las americanas y también en parte por las europeas. El S&P y el Eurostoxx acumulan a cierre del pasado viernes subidas del 13,6% en el año. Solo en el mes de abril el S&P subió un 6,6% y el Eurostoxx un 7,8%. Estamos asistiendo a una rotación casi perfecta de sectores que mantiene a los índices en niveles muy altos. Si hay buenos datos de crecimiento suben los valores cíclicos y "growth", si hay malos datos, como el de empleo del viernes pasado, suben las tecnológicas porque eso garantiza que la Fed no subirá los tipos de interés. Recordemos que la valoración de las tecnológicas es muy sensible a una subida de los tipos, ya que normalmente sus beneficios se van a producir más en un futuro más bien lejano.

La rotación de valores y sectores ha servido a lo largo de los últimos meses para superar tanto los temores de inflación como los de que haya un crecimiento menor del esperado. Como telón de fondo y como hilo conductor permanente, sean cuales sean las rotaciones, está la enorme liquidez acumulada (en el confinamiento el ahorro ha subido enormemente) y el escenario estructural de tipos de interés cero. El dinero va buscando activos y sucesivamente va saltando de unos a otros.

El jueves pasado la Reserva Federal advirtió de los riesgos que amenazan la estabilidad del sistema financiero por vía del apalancamiento oculto, y de la subida excesiva del precio de los activos, pero esas advertencias caen en saco roto y no inquietan a los inversores, porque saben que la Fed, simplemente, no puede subir los tipos ni retirar liquidez del mercado.

Curiosamente, en este sentido, la reapertura de las economías y la vuelta a la normalidad podrían suponer un riesgo para las Bolsas. El dinero ahorrado por los confinamientos y las restricciones a la movilidad ha ido a las Bolsas, alimentando las subidas, y ahora podría ser al revés. Según algunos cálculos, en los primeros cuatro meses de 2021 ha habido entradas en ETFs de Bolsa americana por 270.000 millones de dólares, procedentes de dinero ahorrado por las familias durante el confinamiento, ya que su renta disponible no ha bajado gracias a los generosos programas de apoyo. Esa cifra es superior a todas las entradas del año 2020. Si las familias empiezan a gastar ese dinero, podría salir del mercado y provocar una corrección. Hay que tener en cuenta que las Bolsas llevan ya catorce meses sin una corrección del 10% y seis meses sin una corrección del 5%.

Pero la realidad es que hoy por hoy no se ve por ningún lado nada que pueda inquietar a unos inversores que empiezan a habituarse al PER de 22 veces beneficios como si fuese algo normal. Nada, ni el ruido creciente de inflación ni los datos, como el informe de empleo de abril, que enfrían la expectativa de una rápida recuperación. La fiesta seguirá mientras sea alimentada por la barra libre de la liquidez y los tipos cero.

Esta próxima semana el dato clave es la inflación de EE.UU. que se publica el miércoles, en un contexto en el que las materias primas y los recursos básicos siguen subiendo. La semana pasada el cobre avanzó otro 6%, el maíz casi un 9%, el mineral de hierro un 10% y los futuros de la madera un 16%. El índice Bloomberg Commodity sube ya un 20% en lo que va de año. Sin embargo, y pese a todos esos datos, el tipo de interés del bono del Tesoro americano a diez años, el T bond, lejos de subir, bajó ligeramente la semana pasada desde niveles del 1,63% a los que empezó la semana hasta el 1,58% al que cerró el viernes.

Además del dato de inflación, hay numerosas intervenciones de miembros del Consejo de la Fed y se publicarán bastantes resultados empresariales, como los de Alibaba, Toyota, Commerzbank o SoftBank, entre otros. Pero, insistimos, no cabe esperar que nada inquiete a las Bolsas, salvo un repunte inesperado y fuerte de la inflación que haga subir los tipos de interés. Esa subida afectaría particularmente a las tecnológicas, que siguen siendo el sector líder del mercado, y que son enormemente sensibles a la subida de los tipos.

El Nasdaq, que en abril subió un 5,4%, bajó un 1,5% la semana pasada pese al repunte cercano al 1% de la sesión del viernes. El martes hubo un amago de corrección seria en varios valores importantes, pero el viernes claramente cambió el tono.

A nuestro juicio lo más interesante de la próxima semana será ver si las tecnológicas son capaces de mantener el impulso alcista de la jornada del pasado viernes, sobre todo si el dato de inflación sorprende al alza.

Juan Carlos Ureta Domingo
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