Las decisiones adoptadas el pasado miércoles por el Banco de Japón, en la primera reunión presidida por el nuevo Gobernador Kuroda, tienen una trascendencia que va más allá de la economía japonesa, aunque solo sea por el hecho de que en general las economías avanzadas (es decir, EEUU y Europa) han optado por un modelo de digestión lenta, "a la japonesa", para salir de su crisis de sobre endeudamiento. Por tanto, lo que suceda en Japón es, en cierto modo, un precedente de lo que nos espera en Europa y EEUU.
Así, la expectativa abierta por el Banco de Japón se ha convertido en la noticia positiva en una semana en la que los datos de la economía norteamericana han sido decepcionantes, con unos ISM de manufacturas y servicios a la baja y con un informe de empleo de marzo que muestra, de nuevo, incapacidad para generar puestos de trabajo. Los datos de Europa han sido igualmente malos, al conocerse que el paro alcanza ya el 12% en la zona euro y al confirmar Draghi las malas expectativas económicas de crecimiento en la zona euro en su rueda de prensa posterior a la reunión del BCE del pasado jueves.
La consecuencia de todo ello ha sido, una semana más, la gran disparidad en el comportamiento de las Bolsas, con la novedad de que, esta vez, las Bolsas americanas han empezado también a corregir, aunque de forma muy moderada. El Nikkei, como no podía ser menos, ha sido la estrella semanal con una subida del 4,5% que le lleva a acumular ya un 23,5% de alza desde el uno de enero, pero a partir de ahí todo son recortes. El S&P ha bajado un 1% en la semana, el Eurostoxx 50 y el Ibex 35 un 1,5%, el Dax un 1,7%, el Kospi coreano casi un 4% y el Shanghai Composite un 0,5%.
Lo interesante de las nuevas medidas adoptadas en Japón es, como decíamos, que su alcance va más allá de la propia economía japonesa. Aunque la escala de esas medidas monetarias sea espectacular, dando una sensación aparente de fortaleza y de seguridad, hay sin embargo también un cierto aire de movimiento a la desesperada en esas medidas. Podríamos pensar que, tras más de veinte años intentando salir de su espiral deflacionista, de su "deflación a cámara lenta", Japón ensaya con una medicina muy potente, pero cuya eficacia para reactivar la economía no está clara y cuyos efectos secundarios inquietan.
Aunque el nuevo Gobernador del Banco de Japón, Kuroda, se ha inspirado claramente en Bernanke a la hora de adoptar esta nueva estrategia, sin embargo el alumno ha superado al maestro, y ha ido más allá, con una inyección monetaria que equivale al 1% del PIB japonés cada mes. Es como jugar al todo o nada y por eso es muy interesante ver cómo funcionan las medidas, ya que la sensación es que al final todos acabaremos ahí, por tanto Japón hace un poco de avanzadilla.
De momento, sabemos que las medidas han disparado al alza a las Bolsas, ahora hay que ver si ese movimiento se traslada a la economía real. Hace tiempo que el modelo de los Bancos Centrales parte de la hipótesis de que si estabilizamos los mercados financieros la economía real se reactivará, ya que se despertarán los llamados "animal spirits", pero ese modelo no está ni mucho menos avalado por la realidad, y menos aún si vemos los últimos datos de las economías norteamericana y europea, que siguen mostrando una persistente debilidad, después de varios billones (trillions) de dólares de inyecciones monetarias.
El modelo alternativo, o más bien complementario, es el de reestructurar la deuda de forma "blanda" y a la vez hacer reformas muy de fondo en la economía, sobre todo en el sector público, el sector financiero y el modelo de protección social, pero esto es algo que los Gobiernos en general no desean abordar.
A nivel de mercados, en general seguimos con unos mercados movidos más por los flujos de fondos que por los fundamentales, lo cual ha sido obvio esta semana en el Nikkei. A la vez vemos algunas señales de atención, como la volatilidad del oro, o los movimientos muy bruscos y rápidos en algunos índices, sobre todo el Dax y el Kospi, por motivos más bien banales. Es difícil saber qué está indicando esto, pero lo que parece es que ya no está tan clara la idea de que a partir de otoño de 2013 la economía global iniciará un ciclo de crecimiento.
Nuestro mensaje sigue siendo que hay que cuidar el precio incluso cuando se invierte en mercados o activos de calidad y que tras las subidas de fin del año pasado y del primer trimestre de este año algunos mercados y algunos valores están caros.
Tenemos que ver las segundas lecturas del gran experimento japonés y tenemos que seguir los datos económicos americanos muy de cerca (esta semana será interesante el índice de confianza del consumidor americano de la Universidad de Michigan que se publica el jueves), ya que la gran esperanza de reactivación está en EEUU. A la vez, hay que ver si la zona euro es capaz de diseñar de verdad un modelo viable de tratamiento de su deuda, sobre la base de que una parte de esa deuda es, sencillamente, impagable, y que hay que reconocer esa realidad y repartir las pérdidas.
Seguiríamos siendo muy defensivos a la hora de tomar riesgos.