Tal vez lo más llamativo de esta segunda semana de mayo sea cómo las Bolsas han logrado superar, con la mayor tranquilidad y con subidas generalizadas, noticias tan adversas como la subida del petróleo, la compleja situación política de Italia, la petición de ayuda al FMI hecha por Argentina, la denuncia por Trump del acuerdo con Irán, o el giro cada vez peor que toman las conversaciones con China, en las que EE.UU. está planteando unas exigencias que, sencillamente, China no puede aceptar.
Todo ese muro de preocupaciones ("wall of worry") ha sido superado por unos inversores que, reviviendo en cierto modo el espíritu alegre y confiado del pasado enero, han apostado fuertemente de nuevo por una economía en crecimiento que convive con niveles de inflación más o menos tolerables. Ciertamente la publicación en EE.UU., el pasado miércoles y jueves, de unos datos de inflación general y subyacente en abril menores de los esperados (la subyacente quedó en el 2,1% frente al 2,2% estimado por los analistas) ayudó a esta percepción, y viene a corroborar los datos del informe de empleo de abril, publicado el pasado viernes, que indicaban un ritmo de subida de los salarios también menor del estimado.
En ese contexto, la subida del petróleo, que alcanzó su pico tras anunciar Trump el miércoles pasado su desvinculación del acuerdo con Irán firmado por Obama, lejos de traducirse en caídas bursátiles, lo que ha provocado es una fuerte subida del índice sectorial de petroleras y energéticas del 3,8% en la semana. Esa subida, junto al alza semanal del 3,5% del índice sectorial de las tecnológicas, todavía disfrutando de los últimos coletazos del "efecto Apple", es lo que ha llevado al S&P, al Dow Jones y al Nasdaq a subir, respectivamente, un 2,4%, un 2,3% y un 2,7% en la semana. Esos dos sectores, energéticas y tecnológicas, son también los que han llevado a las Bolsas americanas a subir más que las europeas, rompiendo la pauta de las cinco últimas semanas, en las que los índices europeos batían a los americanos.
En parte por la delicada situación de Italia y en parte porque, como decíamos la semana pasada, el crecimiento de la economía europea parece estar perdiendo "momentum" según los datos más recientes, las Bolsas europeas se han tenido que conformar con una subida semanal del Eurostoxx del 0,4%, siendo el peor índice el Mib italiano, con una caída semanal del 0,7% y los mejores nuestro Ibex (+1,7%) y el Dax alemán (+1,4%), muy favorecido este último los primeros días de la semana por la debilidad del dólar. Por su lado el Nikkei se ha conformado con una subida del 1,3% y los emergentes han subido con fuerza (el MSCI Emerging Markets en dólares ha ganado el 2,5% en la semana) gracias al buen comportamiento de las materias primas, petróleo incluido, y a la recuperación del dólar, que ha quitado algo de presión a sus divisas.
Si hacemos una revisión general de abril y mayo, lo que vemos es que globalmente la temporada de resultados, que está ya casi finalizada, ha tenido un saldo muy positivo. Desde que empezó, a principios de abril, las Bolsas han subido, recuperando una gran parte de lo perdido en las sacudidas de febrero y marzo. En concreto, las Bolsas europeas están ya solo a un tres o cuatro por ciento de sus máximos anuales tras subir casi un diez por ciento desde los mínimos de fines de marzo.
Los buenos resultados empresariales han ido acompañados de un lenguaje bastante suave por parte de algunos Bancos Centrales. El comunicado del Banco de Inglaterra tras su reunión del jueves pasado fue especialmente "dovish", al rebajar las estimaciones tanto de crecimiento de la economía como de inflación. El Banco de Inglaterra continúa así la línea de las últimas intervenciones del BCE, que insistió en su última reunión del 26 de abril en la dificultad de retirar los estímulos monetarios ante la desaceleración de la zona euro, llegando Draghi a sugerir que puede haber factores estructurales que afecten a esa debilidad del crecimiento europeo. Esta misma semana Draghi ha vuelto a repetir, en una importante conferencia pronunciada en la Universidad de Florencia, que hay que dar pasos decididos hacia la unión bancaria, fiscal y política para no poner en riesgo el crecimiento de la zona euro. Draghi expuso ideas como la del fondo común de resolución y liquidación bancaria, o la de un "instrumento fiscal" para ayudar a los países más débiles y para mitigar riesgos sistémicos, algo muy distante de lo que Alemania quiere.
La posición de la Fed parece ser también muy diferente a la del BCE y el Banco de Inglaterra. Pese a los datos de inflación de abril antes citados, la economía norteamericana muestra un gran vigor, y la Fed se ha mostrado hasta el momento temerosa de que la inflación se salga de control y decidida a llevar adelante su plan de subida de tipos de interés y de retirada de liquidez. Aunque queda mucho tiempo para la reunión de junio, esta próxima semana hablan media docena de altos cargos y ejecutivos de la Fed, algunos tan relevantes como James Bullard, presidente de la Fed de San Luis, o John Williams, de la Fed de San Francisco, luego tendremos ocasión de ver si la Fed mantiene o no su discurso "duro".
También va a ser muy interesante, por su impacto en las decisiones de la Fed, comprobar el estado de salud de los consumidores norteamericanos, ya que se publican, por un lado, las ventas minoristas de abril en EE.UU. el martes y por otro lado los resultados trimestrales de importantes cadenas minoristas como Home Depot (martes), Macy's (miércoles) y Wal Mart (jueves). El pasado viernes se publicó el índice de confianza del consumidor americano de la Universidad de Michigan y salió mejor de lo esperado, animando a las Bolsas, pero hay que ver los datos de consumo real para confirmar ese buen momento del consumo americano.
Además, y en lo que a noticias se refiere, en la zona euro se publican la encuesta ZEW tanto de Alemania como del conjunto de la zona, y en cuanto a resultados, aunque ya quedan pocos, hay algunos interesantes esta semana, como los de Cisco Systems, que se publican el miércoles, o los ya citados de Wal Mart, el jueves, y en la zona euro los de Commerzbank, RWE, Telecom Italia, Vivendi o Richemont, entre otros.
Pero sin duda la atención estará centrada en la evolución del dólar, con impacto en Argentina y otras economías emergentes, la evolución del petróleo al hilo de la situación de Irán, y la evolución de los tipos de interés, sobre todo teniendo en cuenta que el tipo del bono a diez años americano (T bond) cerró el pasado viernes en el 2,97%, muy cerca de nuevo de la cifra mágica del 3%, que tanto inquietó a los inversores en febrero y que tanto podría volver a inquietar si se supera de forma estable.
La gran pregunta es si las Bolsas van a volver a los máximos anuales o incluso a superarlos. Casi terminada la temporada de resultados, y con un entorno político tan complicado (Irán, Italia, Argentina, guerra comercial...) no se ven catalizadores a corto que puedan impulsar esa ruptura al alza, y la combinación de petroleras y tecnológicas no parece suficientemente potente como para soportar por si sola la subida, pero sigue habiendo más dinero que activos de calidad disponibles para invertir, y por ello a corto plazo puede pasar cualquier cosa, aunque apostaríamos, aun a riesgo de equivocarnos, por un comportamiento lateral o incluso ligeramente bajista en las Bolsas consolidando los importantes niveles alcanzados en las subidas de abril y primera mitad de mayo.
Juan Carlos Ureta Domingo
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