El pasado lunes terminábamos nuestro comentario preguntándonos si la gran volatilidad que han vivido en las últimas semanas los bonos y las divisas iba a trasladarse o no, en algún momento, a las acciones, y manifestábamos nuestra opinión de que ese traslado era altamente probable, a pesar de que hay lógicamente un gran interés en evitarlo.
Los movimientos que hemos visto esta semana en las Bolsas europeas, sobre todo los vividos el jueves y viernes en el DAX, nos ratifican en la idea de que la volatilidad de las Bolsas puede ir subiendo de temperatura a medida que avance el año. Una volatilidad que la semana última de mayo ha tenido sus causas inmediatas en la evolución de las negociaciones con Grecia y en las convulsiones de la hiperinflada Bolsa china, pero que realmente tiene causas más amplias y, en cierto modo, más profundas. Causas que conectan de lleno con el modelo "monetario" de salida de la crisis y sus derivadas en los mercados financieros y en la economía real.
Una de esas derivadas es la "guerra de divisas", que estos últimos días ha tenido como manifestaciones más claras, por un lado la nueva depreciación del yen frente al dólar, hasta 124,15 yenes por cada dólar, y, por otro, la vuelta del euro a niveles inferiores a 1,10 dólares. La segunda derivada de la "solución monetaria" son los bajos tipos de interés de largo plazo. El pasado viernes el bono del Tesoro americano a diez años cerró a un tipo del 2,1% acercándose de nuevo al 2% a la vez que los futuros parecen indicar cada vez más que la subida de tipos de la Fed no será en septiembre sino en diciembre. En la zona euro el bund alemán cerró el viernes a un tipo del 0,52%, lo que parece indicar que el BCE ha conseguido de nuevo, como era lógico, su objetivo de evitar subidas adicionales de los tipos de interés de los bonos soberanos europeos, incluso en un contexto de máxima incertidumbre respecto a Grecia.
Grecia es, precisamente, una de las causas de la volatilidad de estos días pasados. El miércoles se difundió el rumor, al parecer por el propio Gobierno griego, de que el acuerdo entre las instituciones europeas y Grecia era inminente, incluso estaba ya redactándose, y las Bolsas de la zona euro se dispararon. El jueves, tras el desmentido oficial europeo, las Bolsas cayeron fuertemente, caída que continuó el viernes. Desde su inicio, las conversaciones entre la antes llamada "troika" y Grecia se han convertido en algo bastante vergonzoso para la Unión Europea, y, por ello, es, a nuestro juicio, bastante sorprendente que los mercados celebren con euforia un aparente acuerdo que, en el fondo, si se alcanza, no será sino una nueva "patada hacia adelante". Pensamos que al final habrá acuerdo, un acuerdo "cosmético" que no debería producir la más mínima alegría a nadie, pero que las Bolsas celebrarán. Da la impresión de que en el "sainete" de Grecia todos queremos auto engañarnos, no solo los griegos.
La otra causa de la volatilidad la semana pasada fue el recorte de casi un 7% que experimentó la Bolsa de Shanghai el pasado jueves (noche del miércoles al jueves en horario europeo). Una sacudida que se suma a los desplomes de algunos valores concretos, como la compañía de placas solares Hanergy o el conglomerado Goldin que la semana pasada perdían más del 40% de su valor en sola sesión, y en pocos minutos, en la Bolsa de Hong Kong. Cuando pasan estas cosas es que algo de fondo no está funcionando bien, en una Bolsa como la de Shanghai que en doce meses ha subido más de un 125% y que vive una etapa especulativa impulsada por los inversores minoristas chinos, que han desviado su dinero desde los inmuebles a la Bolsa, y se han endeudado todo lo que han podido, a través del crédito que les dan los propios "brokers" chinos, para comprar acciones en Bolsa, sin mirar lo que hay detrás de esas acciones. El pasado viernes el People´s Bank of China emitió un informe en el que manifestaba su objetivo de que las Bolsas se comporten de forma "saludable" ("we will promote stable and healthy development of the stock market"). Bien está que lo diga, pero hay que recordar que hasta el momento el PBoC lo que ha hecho es alimentar con sus medidas la especulación bursátil.
Al final el resultado de la volatilidad de la última semana de mayo son recortes semanales suaves en los índices americanos, del entorno del 1% en el S&P y el Dow Jones y algo menores en el Nasdaq y el Russell, y caídas más fuertes en las plazas de la zona euro (Dax -3,4%, Ibex y Eurostoxx -2,9%). Solo el Nikkei, amparado por la debilidad del yen, ha logrado superar la semana con un avance del 1,5% mientras las Bolsas emergentes en general también caían, algunas fuertemente como el RTS ruso con su recorte semanal del 7%.
¿Qué nos espera en junio, del que las estadísticas nos dicen que es uno de los peores meses del año para Wall Street? De momento, en la primera semana, muchos datos y citas de relieve. El lunes, se publican el PMI chino de manufacturas preliminar de HSBC y a partir de ahí, en EE.UU., los PMI de manufacturas y servicios y el informe de empleo de mayo. En Europa, seguirán las negociaciones con Grecia y el miércoles se reúne el BCE, y podemos dar por sentado que los mensajes tras la reunión pondrán el máximo esfuerzo en calmar a los mercados.
Las Bolsas americanas esperan todos estos datos muy cerca de los máximos históricos de todos los tiempos y las de la zona euro en niveles altos, ya que pese a los recortes de mayo, el Dax acumula una subida desde uno de enero del 16,4%, el CAC del 17,2%, el MIB italiano del 23,5% y nuestro Ibex del 9%. Por su lado, el Nikkei está en máximos de los últimos quince años tras subir casi un 18% en lo que va de año. Son niveles altos, que se han alcanzado bajo la idea de un "nuevo paradigma" bajo el que la economía global volvería a crecer fuertemente sin tensiones ni desequilibrios. Una idea que no es evidente a la vista de los datos. El viernes pasado vimos como la confianza del consumidor americano medida por la Universidad de Michigan caía en mayo a 90,7 desde el 95,9 alcanzado en abril, y también conocimos un mal PMI de manufacturas de Chicago (46,2 en mayo versus 52,3 en abril) y una segunda lectura del PIB americano del primer trimestre que refleja una caída del 0,7%.
Nadie debería sorprenderse, por tanto, si al final la volatilidad que hemos visto en las divisas y en los bonos y que hemos visto también esta última semana en las Bolsas de la zona euro, se instala en junio o a lo largo del verano, de forma más intensa, en las Bolsas, incluidas las americanas y la japonesa.
D.Juan Carlos Ureta Domingo
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