Grecia sigue y seguirá por algún tiempo en el foco de los mercados, pero curiosamente ha pasado, en muy pocos días, de ser el ejemplo paradigmático del enfoque "gradual" en el tratamiento de los problemas, al que aludíamos en nuestro anterior comentario, a plantear la sombra de un posible "accidente" no deseado por nadie, pero no descartable cuando las soluciones se van desplazando hacia adelante bajo la conocida fórmula del "kick the can down the road". Esa posibilidad, cada vez más cercana, de un "accidente" cuya consecuencia última sería la salida desordenada de Grecia del euro, va a dominar el fin de junio y el principio de julio en los mercados.
Es una situación que coge a las Bolsas bastante desprevenidas, porque lo que se había celebrado la semana pasada con subidas, e incluso con cierta euforia hace ahora una semana, el pasado lunes y martes, era justamente lo contrario, es decir, la posibilidad de un acuerdo entre Grecia y las instituciones europeas. Los inversores no habían entrado a valorar en ningún momento si ese acuerdo era bueno o no en términos de medio plazo, pero cada vez que se filtraba que Grecia iba a aceptar la propuesta de las instituciones y del FMI, una propuesta ya muy rebajada respecto a las exigencias iniciales, las Bolsas se disparaban al alza en pocos minutos. La idea de fondo era que si había acuerdo, luego ya se ocuparía la maquinaria de Bruselas de hacer entrar en razón al Gobierno griego, una idea muy voluntarista y bastante ingenua, pero aceptada por casi todos en un deseo de auto engañarse, para evitar rupturas siempre complicadas a corto plazo.
Bajo esa idea y bajo la expectativa sostenida hasta el pasado viernes al cierre de los mercados de que al final habría acuerdo (el Ministro francés de Finanzas llegó a decir que faltaban "milímetros" para el acuerdo) el Eurostoxx y las Bolsas francesa e italiana subieron la última semana alrededor de un 5%, y las Bolsas alemana, española y portuguesa alrededor de un 4%, impulsadas por la expectativa de un acuerdo con Grecia.
Ciertamente nunca es deseable que un miembro, en este caso Grecia, salga de la moneda única, poniendo en cuestión su carácter irreversible. Pero la pregunta es si hay algo de positivo en mantener a Grecia dentro del euro a costa de lo que sea. Dicho de otra forma ¿Hay algo que celebrar en un acuerdo "cosmético" que solo sirve para perpetuar la financiación a un miembro que no desea cumplir las reglas comunes? ¿Había algo que celebrar en el posible acuerdo con Grecia que se perfiló la semana pasada? A nuestro juicio no, aunque es obvio que los mercados opinaron, con sus subidas, de forma diferente.
Sea como fuere, los últimos acontecimientos, a partir de la madrugada del viernes, con la convocatoria por el primer ministro griego a media noche, con las Bolsas ya cerradas, de un referéndum para el domingo 5 de julio, no solo han eliminado la posibilidad de un acuerdo inmediato con Grecia, sino que han interrumpido las conversaciones en curso entre Grecia y los acreedores y, al impedir de facto la prórroga del segundo rescate que vence el martes 30 de junio, han llevado al Gobierno griego a imponer el bloqueo de capitales, conocido popularmente como "corralito". Parece en consecuencia que las Bolsas reaccionarán muy mal el lunes cuando se abra la semana, más aun si los Bancos griegos se ven abocados a cerrar sus oficinas al público, y entramos en una turbulencia probablemente seria.
Ciertamente el escenario de un colapso de pagos en Grecia y de una salida no ordenada de Grecia del euro es muy malo para los mercados en el corto plazo, pero conviene analizar si, más allá de las turbulencias a corto, la alternativa de un mal acuerdo es algo deseable. Sabemos que las Bolsas lo han celebrado hasta ahora pero si esa idea de cerrar un acuerdo "como sea" vuelve a ponerse encima de la mesa, nuestra opinión es que no sería un paso positivo.
A nuestro juicio lo único que cabría celebrar es un cambio profundo de actitud del Gobierno griego, tendente a hacer las reformas y tomar la decisiones necesarias para de verdad encauzar su economía a medio plazo. Y tal vez en este sentido lo que pase a partir de ahora pueda favorecer ese cambio de actitud. Celebrar la "patada hacia adelante" es nefasto a medio plazo para la zona euro, y esto es algo que deberíamos haber aprendido a estas alturas tras la dura crisis del 2008, tan reciente. Vale más enfrentarse de una vez por todas con los problemas de fondo, sobre todo ahora que contamos con el apoyo del programa de compra de bonos del BCE, que ayudará a suavizar las turbulencias de los mercados financieros.
Grecia no es el único foco de atención, aunque sea el más inmediato. La subida de tipos por la Fed y la desaceleración de China, acompañada en este caso de la fiebre especulativa de sus Bolsas, siguen siendo otros dos factores a seguir.
El riesgo de subida de tipos de interés tuvo un nuevo aviso para navegantes el pasado viernes cuando el tipo de interés del bund se situó otra vez cerca del 1% subiendo con fuerza y el del T bond casi tocó el 2,5%, subiendo también con fuerza. Bien es verdad que los tipos de los bonos periféricos se mantuvieron muy tranquilos, pero ahí queda la señal de alerta. Por el momento, ni el 1% del bund ni el 2,5% del T bond son tipos preocupantes, están dentro de la lógica del mundo "low" (baja inflación, bajo crecimiento, bajos tipos) pero definitivamente parece que la dirección de los tipos a partir de ahora será hacia más arriba que hacia abajo, aunque sea muy poco a poco y muy "gradualmente", utilizando la terminología de la Fed.
En esta línea han ido las declaraciones de dos miembros del comité de Mercado Abierto de la Fed, John Williams y Jerome Powell, que la semana pasada se han mostrado favorables a que haya dos subidas de tipos este año, en septiembre y diciembre. El recorte semanal de un 0,4% del Dow y del S&P, en contraste con las fuertes subidas de las Bolsas europeas antes mencionadas, tienen mucho que ver con estas declaraciones. También el Nasdaq ha caído un 0,7% en la semana, pese a que marcó tres máximos de todos los tiempos sucesivos en las tres primeras sesiones de la semana.
El otro foco de inquietud es China, tras una nueva caída del 7% del Shanghai Composite en la sesión de cierre semanal del viernes. Tras esa caída, el sábado, el People?s Bank of China ha bajado, por cuarta vez desde noviembre, el tipo de referencia para los préstamos, en un intento de frenar la desaceleración de la economía y tal vez también en un intento de ordenar un poco las caídas en la muy recalentada Bolsa china. Es verdad que China sigue siendo una historia de crecimiento a largo plazo, pero no es menos verdad que el endeudamiento de su economía se ha disparado en los tres últimos años y que el paso de una economía exportadora a una economía más doméstica no va a ser fácil. Si los temas se complican en China, el impacto potencial desde luego puede ser mucho mayor que el de Grecia, por su dimensión.
En definitiva, la decisión de Tsipras supone un reto al suave y placentero mundo "gradual" que todos, y sobre todo los Bancos Centrales y los "policy makers" , deseamos y pone a prueba, una vez más , a los mercados, a los responsables políticos de la zona euro, y a los Bancos Centrales. Pero ni había tanto que celebrar la semana pasada con el presunto acuerdo con Grecia ni hay tanto que lamentar ahora porque se pongan las cartas encima de la mesa en la complicada política de la zona euro.
Cabe esperar mucha volatilidad estos próximos días, en los que haber asumido un coste en coberturas puede alcanzar todo su sentido. Si la volatilidad sirve para establecer soluciones serias a medio plazo, sea bienvenida.
D.Juan Carlos Ureta Domingo
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