Si quisiéramos reflejar en una sola imagen lo que ha sucedido en las Bolsas este mes de junio, esa imagen sería la dispar evolución de dos índices bursátiles que han seguido direcciones completamente opuestas. Por un lado, el Cac francés, que ha caído un 6,4% en las últimas cuatro semanas y, por otro lado, el Nasdaq 100, que ha subido un 6,2%.
Curiosamente la caída del Cac se inició el lunes 10 de junio, tan solo unos días después de que el BCE bajase los tipos de interés en la zona euro y la subida del Nasdaq cogió velocidad justo a partir de la reunión en la que la Fed no bajó los tipos de interés y utilizó un tono especialmente “duro” (hawkish) en su comunicado posterior a la reunión.
Quienes habían pensado que la rebaja del coste del dinero iba a impulsar al alza a las Bolsas europeas se llevaron una decepción, porque se cruzaron en el camino las elecciones europeas del 9 de junio y la inmediata convocatoria de elecciones anticipadas en Francia. El factor político entró en escena proyectando inquietud e incertidumbre sobre los mercados financieros europeos. Y ese efecto “incertidumbre política” superó con creces al efecto positivo de la bajada de tipos por el BCE.
Y al revés, también se llevaron una sorpresa quienes habían pensado que las Bolsas americanas y, en particular, las tecnológicas iban a recibir con caídas el lenguaje duro de la Fed al mantener los tipos de interés en lugar de bajarlos, y al dar a entender que solo habría una bajada de tipos de interés este año, frente a las seis que esperaba el mercado en enero. En este caso, lo que movió al mercado al alza fue que el 10 de junio Nvidia empezó a cotizar tras la división de cada uno de sus títulos (split) en diez nuevas acciones por cada acción antigua. Ese “split”, al facilitar el acceso de los inversores minoristas a la acción, generó una corriente de nuevas compras hacia el valor que se contagió a otras compañías, al ser Nvidia, sin duda, la empresa que simboliza y lidera el mercado alcista de las tecnológicas en el 2024. En el Nasdaq el “efecto Nvidia” compensó con creces el impacto negativo del mensaje “duro” de la Fed.
A partir de ahí, las Bolsas europeas han intentado todo el mes, sin conseguirlo, digerir el mal ambiente político, mientras que las Bolsas americanas han seguido subiendo prácticamente cada semana. De hecho, el pasado viernes, en la última jornada hábil del mes y del semestre, tanto el S&P como el Nasdaq marcaron nuevos máximos históricos de todos los tiempos al inicio de la sesión, impulsados por el buen dato del deflactor de gastos personales (PCE deflator) que, como se sabe, es el indicador de inflación preferido por la Fed, y por el buen informe de la Universidad de Michigan sobre el sentimiento de los consumidores americanos. Es verdad que al final los tres índices americanos (Dow, S&P y Nasdaq) acabaron la jornada en negativo, pero la pequeña caída del viernes y la ligera corrección semanal del Dow y del S&P (-0,08% en la semana en ambos casos) no empañan, en absoluto, un mes de junio histórico para las Bolsas americanas.
Esa enorme fuerza de las Bolsas americanas llama la atención, sobre todo, en el caso de las tecnológicas, y muchos empiezan a hablar de burbuja en la inteligencia artificial. Muchos comparan lo que está pasando en Nvidia con lo que pasó en Cisco en 1999 y en el 2000. En marzo de 2020 Cisco llegó a ser la empresa más valiosa del mundo porque se pensaba que su negocio, las infraestructuras de internet, iba a ser infinito. Hoy pasa algo parecido con Nvidia, se cree que su negocio crecerá hasta el infinito, pero eso no nos puede llevar sin más a afirmar de forma categórica que haya burbuja.
Lo que sí parece claro, en todo caso, es que hay exageración, y esa exageración tiene su origen, al menos en parte, en la enorme liquidez que sigue habiendo en el sistema. La novedad es que, al menos en parte, esa liquidez la está generando la emisión de deuda pública. Curiosamente los déficits públicos y su financiación a través de la emisión de deuda se han convertido en una fuente de creación de liquidez a gran escala. La emisión de deuda pública crea dinero, igual que lo crea el crédito bancario, porque cuando el Tesoro emite una letra o un bono y alguien lo suscribe, el comprador de esa letra sigue teniendo el mismo patrimonio (antes tenía dinero y ahora tiene un activo, pero el patrimonio es el mismo), pero el vendedor, el Tesoro, pasa a tener un dinero que antes no tenía. Y con ese dinero paga su gasto público y, al final, ese dinero de una u otra forma acaba invirtiéndose en activos y aumentando su precio. Es un mecanismo bastante similar al de la creación del dinero por la banca.
Lo que sucede es que esa enorme liquidez no llega por igual a todos los activos y eso explica en buena medida por qué sube tanto Nvidia y por qué baja la Bolsa francesa. El dinero es abundante pero también es selectivo, porque visualiza un futuro no fácil. Por eso, el dinero apuesta por los activos que piensa que van a generar valor en ese mundo futuro no fácil, en un mundo de lucha por los mercados, de lucha por los márgenes y de lucha por los recursos financieros. Enfrentado a ese dilema, el dinero apuesta por las empresas que cree ganadoras y sale, por ejemplo, de la economía francesa, cuyo futuro plantea dudas, dudas que en algún momento pueden ser extensibles a otras economías europeas. En esa opción, el dinero apuesta por la inteligencia artificial y por las tecnológicas y no por modelos de gasto público y de burocracia excesivos.
Al ser abundante liquidez, creada en parte por la enorme emisión de deuda pública, y al concentrarse en pocos activos, como Nvidia y otro pequeño número de compañías, algunas europeas como ASML, Hermes, Ferrari, Inditex o SAP, entre otras, se producen subidas excesivas en esos activos. Precisamente porque hay mucho dinero, y porque ese dinero apuesta selectivamente en los activos o países que considera ganadores. Hay mucho dinero en busca de pocos activos de calidad.
Las caídas de esta última semana de Nike (-20% el pasado viernes), H&M (-14% el pasado jueves), Volkswagen y otras compañías nos recuerdan que en el nuevo escenario la calidad de gestión es esencial porque los inversores son muy exigentes; seleccionan y saben corregir sus errores y sus excesos. Y eso es precisamente lo mejor de estos complejos e interesantes mercados poscovid.
Entramos en el tercer trimestre con ese escenario de fondo, mucha liquidez en parte generada por la emisión de deuda pública, que ha sustituido a los Bancos Centrales y a la propia banca como nueva forma de crear dinero, pero una liquidez exigente y selectiva. Y una liquidez que no irá a más, como mucho se mantendrá o irá a menos gradualmente, igual que ha ido la de los Bancos Centrales, porque la emisión de deuda, igual que la emisión de dinero por los Bancos Centrales tiene sus límites.
Esta semana hay dos noticias económicas importantes, el informe de empleo americano de junio el viernes y la publicación de las actas de la última reunión de la Fed el miércoles. Se publican también algunos ISMs de manufacturas y servicios y algunos resultados empresariales de última hora. Lo previsible es que la atención se centre más en la política en Europa, tras la primera ronda de las elecciones francesas y en Estados Unidos, tras el debate entre Trump y Biden, que abre ya de lleno la batalla electoral.
Es difícil pensar que estos procesos electorales no vayan a provocar turbulencias, como de hecho ya las han provocado en Europa este mes de junio. Y más cuando la creación de dinero por la vía de emisión de nueva deuda pública está llegando a sus límites.
Juan Carlos Ureta Domingo
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