Decíamos la semana pasada que el pequeño terremoto provocado por la Fed al insinuar que no va a bajar los tipos de interés era el anuncio de otros más fuertes por venir, y la verdad es que no ha habido que esperar mucho para comprobarlo. El tuit publicado por Donald Trump el pasado fin de semana desencadenó un fuerte descenso de las Bolsas el lunes, descenso que, a pesar de la recuperación en la sesión de cierre del viernes, ha dado como resultado la peor semana del año en las Bolsas americanas y de hecho la primera semana del año con recortes fuertes en Wall Street.
Las caídas semanales han sido del 4% en el Eurostoxx, del 3% en el Ibex, del 2,8% en Dax, del 2,1% en el S&P y el Dow Jones y del 3% en el Nasdaq. En Asia el Nikkei japonés y el Kospi coreano han perdido un 4% en la semana y el Shanghai Composite el 4,5%. El MSCI de Bolsas emergentes ha caído también un 4,5% en la semana. Una corrección bursátil, por tanto, global y de calado, que hace despertar a los inversores de ese plácido sueño en el que vivían desde que en enero la Fed anunció que daba marcha atrás en el endurecimiento monetario.
La reacción de las Bolsas es hasta cierto punto normal, sobre todo porque el tuit de Trump pone encima de la mesa una vez más que se crean estados de opinión, en esta ocasión el de que "todo va bien", que son en el fondo estrategias de marketing político, cuyo parecido con la realidad es, como se dice en las películas de ficción, pura coincidencia. Las negociaciones comerciales con China, se nos decía, iban muy bien, y EE.UU. estaba logrando su objetivo de forzar a China a adoptar buenas prácticas de comercio internacional, pero al final, tras el tuit de Trump, quedó claro que esas informaciones no eran del todo ciertas. Eran, simplemente, propaganda política al servicio de la reelección de Trump en el 2020. Algo que obviamente los negociadores chinos han utilizado para intentar tensar la cuerda con peticiones de última hora.
Hay varias preguntas que quedan en el aire tras estos días convulsos: ¿se romperán finalmente las negociaciones? Si así fuese, ¿pone fin la ruptura de las negociaciones a la incipiente reactivación económica que según varios indicadores se ha producido en el primer trimestre de 2019? ¿Ha terminado el rally de los activos de riesgo ("risk rally") que empezó en enero? ¿Cuáles son las implicaciones últimas para la economía y para las Bolsas de la ruptura de las negociaciones?
Nunca nos ha parecido una buena idea la guerra de aranceles iniciada por Trump. Aun siendo verdad, y en esto tiene toda la razón Trump, que las prácticas comerciales de China son muy discutibles, y que sus reglas y sus prácticas sobre la propiedad intelectual e industrial son aún más dudosas, por no hablar del proteccionismo frente a la inversión extranjera en China, la imposición de aranceles de forma unilateral no es la mejor manera de afrontar esa falta de "fair play", sobre todo cuando no está nada claro que la cada vez más endeudada América de Trump tenga la fortaleza necesaria para sostener el pulso. Como decíamos, China es muy consciente de que Trump, una vez abierto el melón, necesita, como pieza clave para su reelección en el 2020, poder presentar a sus ciudadanos algún tipo de acuerdo, porque la consecuencia de un "no acuerdo" será una fuerte caída de los mercados y una eventual recesión en la economía norteamericana. Una necesidad que no da a Trump la mejor posición para negociar.
Pero es más, aunque Trump logre al final un acuerdo digno, lo cual está por ver, ese acuerdo no sería garantía de una reactivación económica sostenida. Como ha puesto de relieve Martin Feldstein, el problema básico de la balanza comercial norteamericana no son los aranceles, sino que los ciudadanos estadounidenses compran al exterior más de lo que venden y ahorran menos de lo que invierten. Un problema que no se soluciona con aranceles, por más que, insistimos, Trump tenga razón al criticar algunas prácticas comerciales de China.
Por ello, en nuestra opinión, el problema va mucho más allá de lo que pase en las negociaciones. Damos por sentado que al final habrá algún tipo de acuerdo, y que la maquinaria de marketing de Trump lo venderá bien, y las Bolsas lo celebrarán, pero lo que de verdad se ha visto estos días y lo que de verdad debería dar miedo a los inversores americanos es la falta de rumbo de su política económica y la falta de credibilidad de sus mensajes. Dar señales inexactas sobre la marcha de las negociaciones no es un buen camino. Endeudar más al Gobierno americano, fiándolo todo a que la Fed baje tipos, y tratar de arreglar el déficit comercial con acuerdos bilaterales es una mala estrategia. Lo que EE.UU. necesita es recuperar sus equilibrios básicos en las cuentas públicas y exteriores mejorando su productividad y su capacidad de ahorro y ese es justo el camino que no se está siguiendo.
Por eso, aunque las Bolsas americanas han demostrado estos días la enorme fragilidad sobre la que se ha asentado la subida de los cuatro primeros meses del año, a la vez, y de forma un poco paradójica, es sorprendente la resistencia de las Bolsas americanas, ante la evidencia cada vez mayor de que la política económica norteamericana puede ir en un rumbo equivocado.
Tras el dato de inflación americana publicado el pasado viernes, que dejó las cosas como estaban (inflación subiendo ligeramente al 2,1% en términos anualizados, pero inflación subyacente contenida en el 1,6%) esta semana vamos a conocer las ventas minoristas de abril el miércoles, la producción industrial de abril igualmente el miércoles, la encuesta de la Fed de Filadelfia (Phily Fed) y el Empire State "survey" del sector manufacturero el viernes. Además, publican cuentas varias cadenas minoristas como WalMart y Macy's. Podremos, por tanto, conocer el estado de ánimo tanto del consumidor americano como de la industria. Hay además otras publicaciones de resultados, como las de Vodafone, Cisco, Alibaba o Tencent, y otros datos como la producción industrial china de abril.
Desde el punto de vista técnico, lo más relevante es que el S&P ha perdido los 2.900 puntos y que ni el S&P ni el Nasdaq han podido mantener, al menos por el momento, los máximos históricos de todos los tiempos. Por tercera vez (enero 2018, septiembre 2018 y abril 2019) el S&P se ha acercado a los 3.000 puntos, pero no ha podido alcanzarlos. A partir de ahí, la pregunta relevante es si en febrero de 2018 las Bolsas americanas entraron o no en tendencia lateral bajista, y estamos viviendo la formación de un largo "techo" previo a una fase bajista, o si, por el contrario, queda aún recorrido alcista en las Bolsas.
Tras el pequeño fiasco de las conversaciones comerciales, el ánimo inversor ha cambiado un poco, y una muestra de ello es que, así como el viernes pasado la salida a Bolsa de Beyond Meat fue un éxito, con una revalorización del 163% en el estreno, este último viernes la muy esperada salida a Bolsa de Uber decepcionó, cayendo un 7,5% el primer día, pese a haberse fijado el precio de salida en el mínimo de la banda orientativa.
Como decíamos al principio, en los primeros diez días de mayo, las Bolsas han vivido ya dos pequeños terremotos, el provocado por la Fed tras su reunión del 1 de mayo y el provocado por el tuit de Trump del domingo, 5 de mayo, pero los inversores siguen teniendo una confianza básica en que el acuerdo comercial finalmente será firmado y, sobre todo, en que Trump hará lo que sea para evitar un colapso de los mercados, y lo conseguirá. Hemos pasado del "put" de Bernanke al "put" de Trump.
Firmemente apoyados en esa confianza ciega, los inversores resisten cualquier embate, pero, aunque se alcance el acuerdo comercial, China y EE.UU. seguirán siendo rivales económicos en los próximos años, y los problemas de fondo de la economía global seguirán su curso.
Al final, más allá del pequeño vodevil de las negociaciones con China y de los tuits de Trump, serán los datos de crecimiento (sobre todo los de China y los de Estados Unidos), los beneficios empresariales y la actuación de la Fed los que decantarán la dirección de las Bolsas americanas en un sentido u otro. Unas Bolsas que han protagonizado los diez últimos años el mayor mercado alcista de su historia.
Juan Carlos Ureta Domingo
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