Mayo ha tenido un mal inicio en las Bolsas, tras la espectacular remontada de marzo y abril, que llevó al S&P (y tras él a todos los índices principales) desde los mínimos de febrero que amenazaban un desplome en toda regla hasta los niveles cercanos a sus máximos históricos de todos los tiempos de hace dos semanas. Esa remontada supuso un giro notable de las Bolsas, el giro que hay entre asomarse al abismo (febrero) o soñar con la idea del mercado alcista secular. La realidad es que no ha sucedido ni lo uno ni lo otro, no hubo desplome en febrero ni ha habido, por lo menos en este primer intento, ruptura alcista de los máximos de 2015 en abril y mayo.
Al revés, en la primera semana de mayo las Bolsas se han alejado de los máximos anuales y lo han hecho de forma bastante rotunda en algunos casos. Las Bolsas asiáticas han firmado ocho sesiones de caídas seguidas (Nikkei -3,3% en la semana, Hong Kong -4,5%), nuestro Ibex por su lado ha caído siete sesiones seguidas y en la semana se deja un 3,6%, y el Eurostoxx ha perdido un 3%. Los índices americanos han tenido caídas más suaves (Dow -0,2%, S&P -0,4%) gracias en parte a la reacción del viernes por la tarde en el cierre semanal.
¿Cómo interpretar estas caídas? La lectura más sencilla es que las alegrías de marzo y abril obedecieron a la decisión de la Fed de ralentizar la subida de tipos, dejando claro que como mucho subiría dos veces en el 2016, o incluso solo una, en lugar de las cuatro previstas. Es decir, fue un "relief rally", una subida de "alivio". Por contra, la caída de estas dos últimas semanas tiene su origen en los datos económicos publicados, que confirman la desaceleración (como ejemplo el PMI de servicios que elabora Caixin/Markit chino ha caído en abril a 51,8 desde 53,3 en marzo) y en las cifras de ingresos y de beneficios del primer trimestre presentados por las empresas cotizadas, que no son buenas. Los beneficios por acción de las empresas del S&P que han publicado hasta ahora bajan el 5% y los ingresos bajan casi un 2%.
Un caso particular es el de la banca europea. Las cifras publicadas del primer trimestre no solo muestran debilidad en el negocio básico y estrechamiento de márgenes, sino que anuncian para el futuro algo todavía peor. Hemos visto dramas en muchos Bancos, desde "destructores de valor" ya contrastados, como el italiano Monte dei Paschi que en los últimos seis años ha hecho ampliaciones de capital por más de diez mil millones de euros para conseguir a fecha hoy una capitalización en Bolsa de alrededor de tan solo dos mil millones, hasta nombres de primer nivel como UBS, que en el primer trimestre ha sufrido caídas de beneficio (-64%) en todas y cada una de sus líneas de negocio, incluida la banca privada, por la que había apostado especialmente. Que la gran banca europea está así nueve años después del estallido de la crisis financiera es bastante preocupante.
Estamos por tanto en la digestión de las subidas de marzo y abril y es aún pronto para saber si habrá o no una vuelta a los mínimos de febrero, pero desde luego el primer intento de ruptura al alza ha fracasado.
El pasado viernes, frente a un dato malo de creación de empleo en abril en EEUU las Bolsas reaccionaron bien, tras un primer momento de inquietud. La idea es que si el empleo no es vigoroso la Fed no subirá tipos hasta septiembre y luego ya esperará a marzo de 2017 para volver a subir. Es la paradoja de las políticas monetarias no convencionales: como no consiguen su objetivo de relanzar la economía se prolongan sin límite en el tiempo, y los inversores lo celebran.
La pregunta es hasta cuándo aguantará el modelo y lo único que podemos decir es que parece pronto aún para que aflore la "gran turbulencia", la de los bonos soberanos, que llegará cuando la inflación haga subir los tipos de interés y los Bancos Centrales se vean obligados a enterrar su modelo. Esa turbulencia tardará aún en llegar, ahora no es el momento, pero se está incubando y un ejemplo se vio el pasado viernes con la subida de salarios que mostraba el informe de empleo americano en abril. Si siguen subiendo las materias primas y petróleo, y nuestra apuesta es que seguirán subiendo, llegará la inflación, y ese será un momento delicado para los banqueros centrales si la economía no ha despegado aún.
En el corto plazo, lo que seguimos pensando es que habrá una banda de consolidación en las Bolsas, con movimientos cortos, tratando de digerir los datos económicos y los mensajes de los banqueros centrales. Pero el soporte de las Bolsas es débil y cualquier duda puede provocar un pequeño terremoto.
En la segunda semana de mayo se publican no sólo los resultados de varias cadenas minoristas americanas importantes (JC Penney, Macy's, Kohl's, Nordstrom...) sino además, el viernes, las ventas minoristas de abril en EEUU y el sentimiento del consumidor americano de la Universidad de Michigan. Son datos importantes para comprobar la fortaleza de un componente, el consumo, que representa más de dos tercios de la principal economía del mundo. Hace un año se esperaba el "escape velocity" en la economía norteamericana, pero hoy más bien flota en el ambiente la sensación de desaceleración (slowdown) y por eso es importante ver cómo están de ánimos los consumidores. En Europa publican también resultados numerosas empresas y Bancos (ING, Credit Suisse, E.ON, Vivendi, Deutsche Post...).
De nuevo el S&P es el índice a seguir. Es verdad que las Bolsas europeas han subido mucho menos que las americanas en los tres últimos años y por tanto deberían ahora hacerlo mejor. Es verdad que el PER es de 18 veces beneficios en las acciones del S&P y de 15 veces en las del Eurostoxx y por tanto hay capacidad para que suban las acciones europeas aunque no lo hagan las americanas. Pero la globalización es hoy una realidad y a medio plazo si el S&P no rompe máximos es muy improbable que lo hagan las Bolsas europeas.
La reacción de última hora del pasado viernes en las Bolsas americanas y en los futuros abiertos, nos inclina a pensar en un rebote técnico para la segunda semana de mayo.
D.Juan Carlos Ureta Domingo
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