Si la semana pasada hablábamos de la estrella fugaz de Draghi, ya que el efecto positivo en los mercados de su comparecencia tras la reunión del BCE del jueves 5 de junio apenas duró unas horas, sin embargo esta semana pasada hemos visto como las palabras de Bernanke pronunciadas en Boston el miércoles por la noche, tras el cierre de los mercados, sí que han tenido un efecto más duradero en las Bolsas, sobre todo en las Bolsas americanas.
El lunes y el martes las Bolsas se movieron ligeramente al alza, pese a que el FMI rebajó el martes el crecimiento global del 3,3% al 3,1% y planteó malas cifras para varios países de la eurozona, entre ellos España. El miércoles sin embargo las Bolsas flojearon por la rebaja del rating de Italia por Standard&Poors y por la publicación de las actas de la FED que evidenciaban que casi la mitad de los miembros del Consejo quieren reducir las compras de bonos antes de fin de año. Pero fue tras el cierre cuando Bernanke pronunció su discurso en Boston, en el que dijo que "una política monetaria altamente acomodaticia es lo que necesita la economía norteamericana en el futuro previsible", palabras que obviamente se interpretaron como un mensaje de serenidad para los mercados y el jueves las Bolsas y el dólar subieron con fuerza.
No cabe duda alguna de que las palabras y el tono "dovish" de Bernanke fueron deliberados, lo que demuestra que sigue siendo extremadamente alérgico a la más mínima corrección de las Bolsas. La duda es si Bernanke está simplemente jugando a la política de graduar en el tiempo la comunicación del final de las inyecciones de liquidez o si, por el contrario, está firmemente decidido a continuar "sine die" con la expansión monetaria cuantitativa.
Nos inclinamos a pensar que Bernanke está ya en la idea de reducir las compras de bonos, pero la cuestión sigue siendo si los banqueros centrales, que fueron exitosos en evitar el colapso del sistema bancario y de los mercados financieros van a ser ahora capaces, además, de mejorar el crecimiento y reducir el desempleo. El BIS, en su reciente informe de junio, ha opinado que no, y los banqueros centrales, con Bernanke a la cabeza, reclaman a los Gobiernos que hagan sus deberes, para completar el trabajo de los Bancos Centrales, pero, por si no los hacen, siguen inyectando liquidez. En este contexto los inversores se han vuelto adictos a la medicina monetaria y uno de los mayores riesgos es, precisamente, esa adicción.
El pensamiento dominante pide a los banqueros centrales que no retiren los estímulos demasiado pronto ya que, según su punto de vista, podrían poner palos en la rueda de la recuperación económica. La pregunta es cuándo va a ser, entonces, el momento adecuado, sobre todo si la recuperación no llega. Y hay, además, otra pregunta, mucho más inquietante ¿qué pasa si las inyecciones de dinero empiezan a ser nocivas, a tener efectos secundarios perversos? Esta es la pregunta que nadie quiere escuchar, pero está ahí.
A nivel de Bolsas el índice que sigue moviendo a todos los demás es el S&P y la gran pregunta de este verano es si el S&P podrá o no romper al alza los máximos históricos de todos los tiempos, a los que ha vuelto tras las subidas de los últimos días. Si nos fijamos en los dos periodos alcistas anteriores, vemos dos "drivers" muy claros de las subidas. En el periodo 1996-2000 el gran "driver" fue la emergencia de Internet y de la sociedad de la información. En el periodo 2004-2007 el gran "driver" fue la emergencia de China como "player" global. La pregunta ahora es cuál será el "driver" que, en un contexto que sigue siendo de mucha deuda acumulada y débil crecimiento global, haría posible una nueva ruptura al alza de las cotizaciones. No parece que los Bancos Centrales puedan hacer ese papel, ya que las políticas monetarias estabilizan, pero no pagan las deudas (solo las refinancian) ni crean crecimiento duradero.
Esta semana tercera de julio hay muchos datos económicos, como el PIB de China del segundo trimestre o las ventas minoristas americanas. Hay también muchísimos y muy importantes resultados empresariales (los de Alcoa, JP Morgan y Wells Fargo publicados la semana pasada han sido buenos) y por supuesto seguirán su curso los acontecimientos políticos en Portugal y Egipto.
Pero, en unos mercados adictos a la medicina monetaria, de nuevo será Bernanke el que atraiga la mayor atención con su comparecencia semi anual ante el Congreso y el Senado el miércoles y el jueves.
La clave de la semana y también la clave del verano están en las Bolsas americanas y, a riesgo de equivocarnos, seguimos viendo para el verano más un escenario de volatilidad que un escenario de ruptura al alza de los máximos históricos de todos los tiempos.