Una vez más el BCE no ha defraudado las expectativas sino que, por el contrario, las ha sobrepasado. Eso hace aún más llamativa la extraña reacción de las Bolsas, de los bonos y de los mercados de divisas ante las extraordinarias decisiones de estímulo que el Consejo del BCE decidió el pasado jueves.
Es verdad que, al final, esas extraordinarias medidas han tenido como resultado la cuarta semana alcista de las Bolsas, y no es poco mérito reavivar una racha alcista que a mediados de febrero, con los inversores hundidos en el negativismo, parecía imposible. El BCE ha logrado prolongar las alzas y de esta forma el Ibex ha subido un 3,2% en la semana, el Eurostoxx un 1,2%, el S&P y el Dow algo más del 1%, y el MSCI Emerging Markets el 1,2%. Las únicas excepciones han sido el Dax, que ha terminado la semana en tablas, y el Nikkei, que ha bajado medio punto porcentual.
Pero las subidas de las Bolsas no deben ocultar que otros mercados, como los de bonos o las divisas, no han reaccionado de forma tan "positiva" a las medidas del BCE y tampoco deben evitar una reflexión sobre el hecho de que los principales índices europeos cayeran, en la parte final de la sesión del jueves, casi el 5% desde los máximos de la sesión, y lo hicieran en plena digestión de las medidas que acababa de anunciar Mario Draghi.
Siempre hay alguna razón más o menos convencional para explicar lo inexplicable. La "toma de beneficios" o la idea de que "se compra con el rumor y se vende con la noticia" podrían justificar que, ante la bomba monetaria que el BCE lanzó, la reacción de los mercados, al cierre de la sesión del jueves, fuese tan negativa. Otra explicación, que algunos han querido dar, es que la frase de Mario Draghi, diciendo que no preveía más recortes de tipos de interés por el momento, habría decepcionado a unos inversores ávidos de más combustible monetario.
Estas explicaciones pueden ser válidas, pero entonces no se entiende bien lo que pasó el viernes. Y, al revés, si las caídas del jueves las considerásemos como una enmienda a la totalidad de las decisiones del BCE, entonces lo que carece de explicación es la euforia del viernes. El jueves, en menos de una hora el Dax pasó de subir un 3% a bajar un 2,3% al final de la sesión, y el tipo de interés del bund pasó de bajar al 0,16% a subir al 0,31%. Por su lado, el euro pasó el jueves de bajar a 1,08 dólares a subir hasta 1,12 dólares, su máximo de tres semanas. El viernes vimos como varias Bolsas europeas subían el 3,5% o más en la sesión y el S&P por su lado se anotaba un 1,6% de subida. Sin embargo, el euro apenas se movió en la sesión del viernes y el tipo del bund alemán bajó, pero sólo hasta el 0,27%.
Al final, la lectura conjunta de los convulsos movimientos del jueves y del viernes es que hay desorden, confusión y falta de criterio en los mercados. Y cuando hay desorden puede pasar cualquier cosa, puede pasar una cosa y la contraria. Esa es tal vez la explicación más simple y directa de los movimientos que hemos visto.
La pregunta ahora, tras el evidente fracaso del programa de compra de bonos que el BCE decidió el 22 de enero de 2015, es si esta vez las medidas del BCE van a tener efecto. Y la respuesta simple, en nuestra opinión, y desearíamos equivocarnos, es que no. No lo van a tener sobre la economía real, porque el BCE sigue queriendo solucionar con más dinero un problema que no es de liquidez, y no lo van a tener, más que de forma transitoria, sobre los mercados financieros, que a partir de diciembre pasado han empezado a ver el lado negativo de las políticas monetarias no convencionales.
El problema de la economía europea no es la falta de liquidez y por eso pensamos que no se arregla el problema inyectando más liquidez. No deja de ser una pequeña ironía que los Bancos Centrales estén fabricando más dinero mientras el precio del dinero (los tipos nominales) se sitúan en negativo, con lo que están diciendo a los Bancos Centrales que la gente no quiere liquidez.
El BCE podría tener más éxito en el impacto sobre la inflación, y puede ayudarle también el petróleo, que parece querer romper la resistencia de los 38 dólares, cuya superación será para algunos analistas técnicos la prueba de que la tendencia bajista del crudo ha terminado. Las subidas del oro (el activo que mejor se ha comportado en estos dos meses últimos) podrían también estar indicando inflación. Pero esa vuelta de la inflación puede ser el preludio de otros problemas, por ejemplo, el pinchazo de la burbuja de los bonos soberanos.
Pasando de la economía a los mercados, hay que ver hasta dónde llega el impulso alcista que vimos el viernes. El S&P está ya por encima de los dos mil puntos, el Dow por encima de los 17.000, el Eurostoxx acercándose a los 3.100 puntos, nuestro Ibex por encima de los 9.000 y el Dax cerca ya de los diez mil. Son niveles importantes, que animarían a pensar que lo peor ha pasado y que vuelve el mercado alcista. Pero, lamentablemente, lo que hemos vivido en enero y febrero nos hace ser algo más prudentes.
En una semana en la que hay reuniones del Banco de Japón y de la Fed, de las que no se espera nada nuevo, la inercia alcista de las decisiones del BCE puede continuar, pero lo normal es que vaya perdiendo fuerza, y por eso nos reafirmamos en la idea de nuestro anterior comentario de aprovechar las subidas para ir reduciendo posiciones de riesgo.
D.Juan Carlos Ureta Domingo
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