Las Bolsas han superado bien tanto la mini-crisis provocada por el positivo de Trump como la amenaza del presidente americano, luego no cumplida, de suspender las conversaciones con los demócratas para llegar a un acuerdo sobre el paquete de estímulos fiscales. En un nuevo ejercicio de prestidigitación política, Trump ha pasado, en dos días, de prohibir las negociaciones a convertirse en el mayor defensor de los estímulos, yendo más allá incluso que los demócratas; y los tres grandes índices americanos, el Dow Jones, el S&P y el Nasdaq lo han celebrado cerrando la mejor la semana de los dos últimos meses.
De esta forma, tras un septiembre bastante negativo, que parecía amenazar con correcciones mayores, las Bolsas han vuelto, por decirlo de alguna manera, al espíritu alegre y confiado de agosto, dispuestas a superar cualquier obstáculo que se interponga en su camino alcista. De nuevo, como en agosto, las tecnológicas lideran las subidas, con un repunte semanal del Nasdaq del 4,6% frente a subidas semanales del 3,8% en el S&P y del 3,3% en el Dow. Y de nuevo el Nasdaq y el S&P se acercan a los máximos históricos del pasado 2 de septiembre (el S&P lo marcó en 3.580 puntos), con la novedad de que en esta ocasión el Dow Jones, que se ha puesto ya en positivo en el año, podría acompañarles. También se están comportando muy bien los valores pequeños y medianos. El Russell 2000 de empresas de menor capitalización, que ya se había comportado muy bien la semana anterior, ha subido un 6,4% esta última semana, aunque en el año sigue siendo el único índice americano en negativo, cayendo casi un 2% desde enero.
Las subidas han sido, como decíamos al principio, generalizadas, pero el liderazgo lo han llevado claramente las Bolsas americanas, y las alzas han sido menores en el caso de las Bolsas europeas y las restantes Bolsas globales. El Eurostoxx ha subido un 2,6% en la semana, el Dax un 2,8% pese al mal dato de producción industrial alemana de octubre (-0,2% frente al +1,5% esperado) y nuestro Ibex un 2,9%. Por su parte, el Nikkei japonés ha subido el 2,6%, el Shanghai Composite el 1,7% y el MSCI de Bolsas emergentes un 3,8% en la semana, en dólares.
A falta de conocer si ha habido de nuevo, como en agosto, compras agresivas apalancadas utilizando los derivados, lo que sí parece evidente es que detrás de esa vuelta al apetito por el riesgo sigue estando la abundante liquidez inyectada por la Fed y los Bancos Centrales, y la garantía dada por Jerome Powell el pasado 27 de agosto en Jackson Hole de que los tipos de interés seguirán en cero por muchísimo tiempo, aunque venga la inflación. A efectos de las valoraciones, eso quiere decir que, a la hora de descontar los beneficios futuros de las empresas tenemos garantía de que el denominador es y seguirá siendo cero, lo que implica que si el numerador (es decir, los beneficios empresariales) es positivo, las valoraciones de la renta variable podrían dispararse hasta el infinito.
Esa simple regla aritmética explica tanto lo sucedido en agosto en las tecnológicas, a las que se da como claras ganadoras del mundo post Covid, como las subidas de esta última semana en empresas más tradicionales muy castigadas por el confinamiento (líneas aéreas, turismo y cíclicas en general) que volverán a ganar dinero si viene una cierta reactivación. La hotelera Meliá, por ejemplo, ha subido un 13,9% en la semana, IAG un 12,7% y Repsol un 14,3%. El índice sectorial de viajes del Eurostoxx ha sido el mejor en la semana con una subida del 8,8%, el de petróleo y gas ha subido un 5% y el de banca un 4,9%. Son algunos datos de cómo los valores tradicionales esta vez sí se están sumando a las subidas, moderando algo la bifurcación tan extrema que se había producido en agosto en las Bolsas, es decir, la famosa "K".
En definitiva, el tono es muy optimista, algo que no debe sorprendernos, ya que los inversores prefieren ser optimistas, sobre todo cuando hay dinero abundante y barato encima de la mesa. Se pasa así de una visión trágica de la pandemia a una visión positiva, incluso "beautiful", al verla no como un problema sino como una oportunidad para invertir de forma rentable en una economía que se transforma. Desde el mundo "real", en el que no para de hablarse de rebrotes y de nuevos confinamientos, aunque sean selectivos, este optimismo puede parecer ingenuo, incluso absurdo, pero desde la óptica financiera de un buen número de inversores, incluidos algunos importantes Bancos de negocios y algunas prestigiosas casas de análisis, se ve como algo muy lógico. Hay un nuevo mundo y hay dinero barato y sin límites para invertir, por tanto, según esta visión, estamos ante un ciclo bursátil alcista de largo plazo.
Para quienes piensan así, los estímulos fiscales y los resultados empresariales cobran una especial importancia porque son la otra parte de la ecuación, es decir, son el complemento necesario para esa visión "beautiful" del futuro. Si el denominador (los tipos de interés a los que descontar los beneficios) es cero, solo queda garantizar que el numerador (los beneficios futuros) sea positivo para que haya una fuerte subida de los precios de los activos.
Por eso las actas de la Fed y del BCE, publicadas esta última semana, tras mostrar su preocupación por la falta de visibilidad a corto plazo de la economía, urgen a los Gobiernos a poner en marcha medidas fiscales, y por eso el FMI pide, en su recién publicado informe sobre el estado de las finanzas públicas mundiales, inversión pública masiva para volver al crecimiento. Jerome Powell insistió muchísimo el pasado martes en esta misma idea en un discurso muy meditado ante la National Association for Business Economics, en el que dijo que es peor quedarse corto con los estímulos que pasarse y que hay que evitar como sea una dinámica en la que la debilidad alimente a la debilidad ("weakness feeds on weakness").
No es de extrañar, por tanto, que las Bolsas pongan foco en las conversaciones entre demócratas y republicanos en EE.UU. sobre el paquete de estímulos. Los estímulos fiscales son claves, según la Fed, para que el consumo y la inversión se mantengan en niveles razonables hasta que la vacuna permita una vuelta a la normalidad. Si no hay estímulos, la economía se puede venir abajo, y de ahí la insistencia de la Fed y del BCE. Pero si los hay todo el modelo funcionará y por tanto hay que jugar al "reopening trade" e invertir en las empresas cíclicas castigadas, igual que en el confinamiento había que jugar al "pandemic trade" invirtiendo en empresas digitales como Amazon o Netflix. Los buenos datos de China (los últimos PMIs publicados han sido mejores de lo estimado) ayudan en este sentido.
Los estímulos se han convertido así en el "trending topic" de los inversores, igual que hace ahora un año lo eran las negociaciones comerciales con China o hace cuatro meses las vacunas. Y todo indica que, lo mismo que las vacunas o las negociaciones comerciales, el paquete de estímulos que negocian demócratas y republicanos se va a descontar muchas veces por las Bolsas y luego, si algún día llega a ser una realidad, se descontará otra vez más. Los estímulos han sido estos últimos días el argumento alcista esencial de las Bolsas y, utilizando el término del Nobel Robert Shiller, la "narrativa" dominante.
Empieza la temporada de resultados empresariales del tercer trimestre, que va a coincidir en esta ocasión con la campaña presidencial americana y que puede verse ensombrecida por los sucesivos avatares de una campaña que se presenta muy dura, y por los "tweets" de un Trump decidido a renovar su mandato como sea.
De momento las Bolsas se han instalado en la visión positiva, haciéndola extensiva a valores hasta ahora considerados como "perdedores" tras la pandemia, y suavizando un poco, como antes decíamos, la llamada "K". Aunque hay algún indicador positivo, como la bajada de la volatilidad, es aún muy pronto para saber si esta vez no estamos ante un falso despegue, como los que hemos visto ya varias veces en los últimos meses.
Octubre es un mes propicio a las "sorpresas" y la probabilidad de las mismas crecerá, a nuestro juicio, a medida que avance la campaña electoral americana. No nos atrevemos a hacer ningún pronóstico para esta semana, en la que empresas tan importantes como JP Morgan, Citigroup, Johnson&Johnson, Bank of America Black Rock, o Morgan Stanley, entre otras, presentan sus cifras del tercer trimestre. Y en la que Apple presentará el martes 13 su nuevo modelo de iPhone, un evento que habitualmente no pasa desapercibido en los mercados.
Lo normal es que la tecnología se siga manteniendo y que fuera de la tecnología la situación se vaya normalizando en los sectores tradicionales, pero las "sorpresas de octubre" pueden hacer acto de presencia en cualquier momento.
Juan Carlos Ureta Domingo
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