Opinión

Estabilidad prefabricada

Sin duda los dos momentos centrales de la tercera semana de julio han sido la comparecencia de Ben Bernanke ante el Congreso y el Senado el pasado miércoles y la decisión del jueves del Banco Central Europeo de ampliar las facilidades de liquidez a los Bancos relajando la calificación crediticia de los colaterales. Lo interesante en ambos casos es la confirmación, si es que realmente a estas alturas hace falta confirmación alguna, de que los Bancos Centrales siguen milimétricamente el guión de lo que podríamos llamar la "estabilidad prefabricada". Es decir, la estrategia, seguida por los Bancos Centrales en los últimos cuatro años, que consiste en estabilizar los mercados financieros como primera y esencial premisa para conseguir luego reactivar la economía real y salir de la crisis.

Bernanke fue especialmente claro al describir esta obsesión de los banqueros centrales cuando dijo ante el Congreso que los mercados empiezan a entender el mensaje y por eso hay menos volatilidad ("the markets are beginning to understand the message and the volatility has moderated").

En numerosas ocasiones hemos comentado las dudas que suscita esa estrategia, dudas que se han plasmado en el informe de junio del Banco de Pagos de Basilea, que considera peligrosa la continuidad de la expansión monetaria cuantitativa, ya que, en opinión de esta prestigiosa institución, las inyecciones monetarias continuadas no solo acaban perdiendo efectividad sino que, además, crean efectos laterales nocivos para el buen funcionamiento de la economía, al desincentivar las reformas de fondo.

Pero, si en cuanto a las consecuencias económicas de fondo puede haber dudas, de lo que no cabe ninguna duda es de los efectos balsámicos que sobre los mercados financieros tienen las declaraciones y las decisiones de los banqueros centrales favorables a dar más liquidez al mercado.

Esta semana lo hemos vuelto a ver. El S&P y el Dow Jones han marcado nuevos máximos históricos de todos los tiempos, con subidas semanales del 0,7% y del 0,5% respectivamente. El Nasdaq por su parte aguantó muy bien, gracias a Bernanke, algunos resultados empresariales francamente negativos, como los de Microsoft, Google e Intel, y cayó solo un 0,3% en la semana. En Europa la Bolsa italiana subió un 4,5% en la semana, la portuguesa un 3%, la francesa casi un 2%, la alemana un 1,5% y el Ibex un 1,3%, impulsadas todas ellas por la nueva ayuda del BCE al facilitar liquidez con menores garantías. En Asia las cosas han ido peor, con el Shanghai Composite cayendo un 2,3% en la semana y el Kospi coreano completamente plano, pero el Nikkei logró avanzar otro 0,6% en la semana y está de nuevo a las puertas de los 15.000 puntos.

Y es precisamente en Japón donde puede estar la clave del futuro de esa política de "estabilidad prefabricada", ya que es en Japón donde llevan dos décadas ensayando con poco éxito esa formula y el pasado 4 de abril el Banco de Japón, siguiendo indicaciones del primer ministro Shinzo Abe ha decidido traspasar todos los límites imaginables en lo que a inyecciones de dinero se refiere, con su promesa de duplicar la base monetaria en dos años.

Japón celebra este domingo las elecciones a la Cámara Alta, con previsible triunfo del partido en el poder, y tras ese triunfo se va a comprobar si Abe quiere o no abordar la llamada "tercera flecha" de su política económica, la flecha de las reformas estructurales a fondo que flexibilicen y liberalicen la rígida economía japonesa. Unas reformas sin las que reactivar la economía probablemente sea misión imposible, pese a los buenos deseos de Abe, pero que son difíciles de adoptar a nivel político.

Hasta el momento, si miramos lo que ha pasado desde 2008 vemos que solo EEUU ha permitido una cierta "destrucción creativa". En la zona euro las reformas van a un ritmo lento y las resistencias al cambio son enormes y en Japón sencillamente no se ha querido hacer nada, y lo único que ha conseguido que la sociedad japonesa reaccione y se dinamice un poco ha sido el desastre de Fukushima.

El modelo general es el de no hacer nada brusco, el de intentar una larga y lenta digestión de la Gran Deuda, con el apoyo continuado de los Bancos Centrales. Esa estrategia de ir poco a poco tiene como derivada inevitable el que de cuando en cuando sigamos viendo quiebras o defaults, como la del municipio de Detroit de hace unos días, que ha sido la mayor suspensión de pagos de la historia de un ayuntamiento americano.

En cuanto a los resultados empresariales, hasta ahora han sido muy buenos en los Bancos y empresas financieras, con sorpresas positivas en Citi, JP Morgan, Wells Fargo, Goldman o Morgan Stanley, entre otros, pero han sido malos en las tecnológicas, con grandes nombres como Microsoft, Google o Intel quedando por debajo de las cifras de beneficios esperadas por los analistas.

Esta semana veremos los ISM preliminares de China y de la zona euro, así como algunos datos inmobiliarios en EEUU y, sobre todo, muchos resultados empresariales a ambos lados del Atlántico.

Pero lo realmente interesante va a estar, a nuestro juicio, en Japón, donde podremos ver si de verdad Shinzo Abe va o no a ser capaz de hacer reformas estructurales, y a la vez veremos cómo reaccionan los mercados a los gestos de Abe tras las elecciones.

Seguimos recomendando tomar posiciones selectivas de contado cubiertas con opciones sobre índices.


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