Justo al revés que en las dos primeras sesiones del año, la primera muy alcista y al segunda bajista, lo que hemos visto en la segunda semana del ejercicio es un inicio malo, con recortes muy fuertes, en medio de las primeras represalias iraníes por la muerte del general Soleimani, seguido de un giro al alza que ha devuelto a los inversores ese ambiente de complacencia e incluso de euforia que predominó a lo largo del pasado año. Solo el informe de empleo americano de diciembre, publicado el viernes, enfrió un poco las subidas semanales, que en todo caso han sido importantes en las principales Bolsas (Dax +2%, Nasdaq + 1,75%, S&P +1%) con alguna excepción como nuestro Ibex, que ha caído un 0,76% en la semana castigado sobre todo por la banca.
Esa espectacular remontada a lo largo de la semana ha llevado al Dow Jones a tocar por primera vez en su historia los 29.000 puntos y ha permitido de nuevo a los índices americanos seguir batiendo sus máximos históricos de todos los tiempos, con la novedad de que en esta ocasión una Bolsa europea, el Dax, también se ha sumado a los récords históricos. La estabilización del conflicto con Irak, tras unos momentos en los que parecía que podíamos entrar en una escalada de represalias, ha sido fundamental a la hora de calmar a los mercados, aunque haya sido probablemente a costa del trágico error cometido al derribar un avión comercial de pasajeros, una fatalidad que parece haber puesto fin a la respuesta iraní, o al menos así lo han interpretado los inversores.
Una vez más Trump ha sido decisivo a la hora de despertar los "instintos positivos" (animal spirits) de los inversores, haciendo buena la idea que comentábamos hace dos semanas del economista Robert Shiller, según la cual la genialidad de Trump a la hora de manejar las expectativas y los sentimientos de los inversores está siendo clave en la subida bursátil de los últimos años. Una subida que, desde el día anterior a ser elegido Trump, el 7 de noviembre de 2016, es de casi el 80% en el Nasdaq, de casi el 60% en el Dow Jones, y de más del 50% en el S&P.
Probablemente esos éxitos han animado a Trump, una vez más, a vincular la subida de las Bolsas americanas a su figura, y el propio viernes lanzó un tuit en el que, además de anunciar los nuevos máximos históricos de los índices norteamericanos, decía a los inversores que si sus carteras estaban ganando "solo" un 50% es que estaban haciendo algo mal, ya que deben aspirar a un 70%, 80% o 90% de subida.
Este tipo de mensajes por parte de quien es titular de la presidencia de EE.UU. es bastante inusual, y, aunque puedan confirmar la idea de Robert Shiller antes mencionada sobre la fascinación que Trump ejerce sobre los inversores, al final lo que realmente nos produce es una enorme desconfianza de fondo en la solidez de los pilares sobre los que se asienta la subida de las Bolsas americanas en la era Trump.
Esencialmente esos pilares son la confianza ciega en que todo está bajo control y en que todo va a ir bien, porque la Fed (en Europa sería el BCE) se va a ocupar de ello y porque el Gobierno de Trump va a lograr que la palabra "recesión" no entre en el vocabulario del siglo XXI. La consecuencia natural, en un mundo lleno de liquidez, es tomar riesgos crecientes siguiendo la "narrativa" de Trump y de los restantes responsables políticos, y dejando a los Bancos Centrales la función primordial: la de prevenir cualquier recesión a la vista y cualquier caída de las Bolsas.
Con ese esquema de fondo, los datos que van apareciendo muestran esa economía "mediocre" y en cierto modo muy "previsible" de la que habla el Fondo Monetario Internacional. La segunda semana de enero ha sido un buen ejemplo. Hemos visto algunos datos positivos, como la producción industrial en Alemania, mejor de la esperada, o como el ISM de servicios americano de diciembre, que quedó en 55 puntos frente a los 53,9 de diciembre, y otros datos no tan positivos, como el informe de empleo de diciembre en Estados Unidos, publicado el pasado viernes, que muestra creación de empleo (145.000 nuevos empleos) y una subida de salarios por hora (+2,9% anualizado) que no están mal, pero que en ambos casos caen ligeramente por debajo de las expectativas, que estimaban una creación de 160.000 empleos y una subida salarial del 3,1%.
Realmente esas pequeñas variaciones en los datos no tienen mayor relevancia en la situación económica a medio plazo, pero los inversores los siguen al detalle, para intentar confirmar la idea de que todo va bien. Por eso el informe de empleo norteamericano en diciembre fue recibido con frialdad por las Bolsas, y provocó pequeños recortes al final de la sesión, aunque realmente los números están muy en línea con esa economía "goldilocks" que crece de forma estable y suave, ni demasiado ni demasiado poco.
Estamos en el entorno de las noticias previsibles y de la economía "mediocre" y en ese entorno las Bolsas se mueven por impactos, sorpresas, noticias o declaraciones que vienen más del ámbito político, aunque con evidente conexión con la economía. Es algo que se ha visto de nuevo en el incidente de Irán, que inicialmente provocó gran alarma hasta que intervino Trump con su declaración triunfalista del pasado miércoles.
Algo parecido pasa con la guerra comercial con China, que ya es un tema político más que económico, un tema en el que los mensajes están más pensados en función de la campaña electoral de Trump que en función de la proyección económica de los acuerdos. El objetivo es mantener hasta las elecciones presidenciales americanas de noviembre la sensación de que todo va bien y todo va a ir bien. La magia de Trump y de los Bancos centrales es que todos estemos convencidos de que tienen un enorme "bazoka" que les permite resolver cualquier problema que venga.
Esta semana está llena de noticias y datos interesantísimos. China publica el vienes el PIB del 2019 y del cuarto trimestre y antes, el martes, la balanza comercial de diciembre. Alemania también publica un primer avance de su PIB del 2019, que se estima ha podido crecer en el entorno del 0,5%, un punto menos que el pasado año. En EE.UU. se publican la inflación y las ventas minoristas de diciembre. Hablan además varios miembros de la Fed y el gobernador del Banco de Japón, Kuroda, y se espera que el día 15 se firme, por fin, la fase uno del acuerdo comercial entre EE.UU. y China, que la Bolsa ha descontado ya muchas veces pero que podría descontar una vez más.
Además, entramos de lleno en la temporada de resultados, con JP Morgan, Bank of America, Citi, Wells Fargo, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Charles Schwab y Black Rock, además de otras grandes compañías no financieras, presentando sus cifras del cuarto trimestre de 2019.
En definitiva, los inversores tienen cosas en las que fijarse, más allá de los acontecimientos políticos, sobre todo si los datos nos traen sorpresas que nos saquen de ese mundo previsible y mediocre en el que la economía y las Bolsas parecen haberse instalado.
Juan Carlos Ureta Domingo
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