Resultados empresariales, tipos de interés y crecimiento económico son los tres argumentos sobre los que vienen girando los mercados financieros los últimos meses, y en la primera semana de agosto hemos podido ver en acción esos tres temas, y observar cómo los inversores van digiriendo las noticias en esos tres ámbitos y las van incorporando a los precios de los activos.
Es extremadamente interesante ver cómo evolucionan esos tres grandes temas y cómo van configurando lo que nos gusta llamar la “economía poscovid”, una economía que, en nuestra opinión, está emergiendo de forma todavía difusa, pero ya bastante reconocible en sus grandes líneas. Una economía en la que las políticas monetarias y las políticas fiscales van a ser estructuralmente distintas a las de las dos últimas décadas, teniendo a la vez que convivir a corto plazo con una desaceleración económica no traumática pero sí prolongada (“slowdown desinflacionario”), y en el medio y largo plazo con una transformación muy innovadora y disruptiva de la economía, que creará mucho valor.
Todos esos elementos han estado presentes en la muy interesante primera semana de agosto. La modificación de la calificación crediticia de la deuda soberana de EE. UU. por parte de la agencia de calificación Fitch, rebajándola desde triple A a doble A positivo, los resultados empresariales de muchas e importantes compañías, entre ellas dos “megacaps” tecnológicas como Apple y Amazon, y el informe de empleo americano de julio que se publicó el pasado viernes, nos dan nuevas visiones sobre el crecimiento, sobre la políticas fiscal y monetaria y sobre la posible evolución futura de los beneficios empresariales.
La rebaja de calificación crediticia realizada por Fitch, unida al ingente calendario de emisiones anunciado por el Tesoro americano para los próximos años, nos recuerda que es difícil que los tipos de interés de largo plazo puedan bajar, como está descontando una parte del mercado. Al revés, lo normal es que suban, como lo han hecho ya estos días y que la inversión de la curva de tipos se corrija, porque independientemente de que esa inversión anticipe o no una recesión, lo cierto es que es una anomalía que no puede durar para siempre. El bono del Tesoro americano a diez años (T bond) cerró el viernes en 4,04% y algunos analistas apuestan a que veremos el 4,5% en algún momento de los próximos años. Asimismo, se ha corregido parcialmente la inversión de la curva ya que el diferencial entre el tipo de interés del bono a dos y a diez años del Tesoro americano ha pasado del entorno de cien puntos básicos al entorno de setenta y cinco en muy pocos días.
En cuanto a los resultados, se da la paradoja de que siguen batiendo las estimaciones en un 80% de las compañías que hasta el momento han publicado, pero a la vez siguen mostrando que la economía se debilita poco a poco y se puede debilitar aún más en los próximos trimestres. Apple aludió directamente en su presentación de resultados trimestrales del pasado jueves a los “desafíos macroeconómicos” que podrían moderar sus ingresos en los próximos meses y, aunque en su conjunto las ventas del segundo trimestre han estado bien por las ventas de iPhone, la realidad es que los ingresos por servicios, que es la principal línea de actividad, han quedado por debajo de las estimaciones. En otro ámbito, el gigante logístico mundial Maersk ha dicho que viene una contracción del comercio internacional, tras anunciar el pasado viernes una caída de su beneficio trimestral del 76% que le hizo caer en Bolsa un 4,9% en la sesión del viernes. Airbnb ha aumentado sus beneficios en más de un 70%, pero ha anunciado que las reservas crecen a un ritmo más bajo del que cree Wall Street.
Son señales de que la desaceleración avanza poco a poco en la economía norteamericana pese a haber subido el PIB un 2,4% en el segundo trimestre. Pero son señales mixtas porque también hemos visto cómo Amazon presentaba el jueves pasado tras el cierre del mercado una subida espectacular de sus beneficios, que superaron ampliamente las estimaciones de los analistas, en una medida no vista desde el cuarto trimestre de 2020, y de sus ventas, que crecieron un 11% superando expectativas en todas las áreas, incluidos los servicios de “nube” de AWS (Amazon Web Services) y las ventas de publicidad.
La desaceleración es más inquietante en el caso de China, que tras un decepcionante crecimiento del 0,8% en el segundo trimestre presentaba el lunes pasado malos PMIs de julio tanto en manufacturas (49,3 subiendo respecto a los 49 de junio, pero continuando en zona en contracción por debajo de 50) como en servicios (51,5 bajando desde los 53,2 de junio). En cuanto a la zona euro, la semana pasada hemos sabido que en el segundo trimestre ha crecido un 0,3%, saliendo así de la recesión técnica, gracias a economías como la española y la francesa, pero con Alemania estancada en un crecimiento cero en el segundo trimestre, aunque es verdad que el viernes hubo una buena noticia con los pedidos de fábrica de junio en Alemania, que sorprendieron al alza al subir un 7% respecto a mayo.
Son, por tanto, señales mixtas; unas que indican contracción y otras que no parecen descontar una recesión como, por ejemplo, que el petróleo WTI siga por encima de 80 dólares barril y el Brent por encima de 85 dólares barril.
También emite señales mixtas el informe de empleo americano de julio publicado el pasado viernes, un informe muy esperado por los inversores. La creación de nuevos puestos de trabajo fue de 187 mil, por debajo de los 200 mil esperados, mostrando un enfriamiento del mercado laboral y alimentando la expectativa de que la Fed haga una pausa en las subidas de tipos, pero a la vez la subida de los salarios por hora fue del 0,4% en el mes y del 4,4% anualizada, por encima de lo esperado, y la tasa de paro bajó al 3,5%, indicando que el mercado laboral sigue tenso.
En todo caso, la reflexión que podemos hacer es que, a la vista de la desaceleración, va a ser difícil que las políticas fiscales y el gasto público se moderen, más aún entrando ya en periodo preelectoral en Estados Unidos, pero también a ser difícil que la Fed baje los tipos, por lo que lo que cabe esperar es un tensionamiento adicional de los tipos largos, con implicaciones para las Bolsas por la valoración de las acciones. Dicho de otra forma, la combinación de políticas monetarias y políticas fiscales no va a ser la misma que en la pasada década, porque las políticas monetarias no podrán ayudar a las políticas de gasto público expansivo,
En ese contexto es difícil decir si la corrección de la primera semana de agosto, en la que el Eurostoxx ha caído casi un 3%, el Nasdaq un 2,7%, el S&P un 2% y el Dow Jones un 1%, es el inicio de algo más profundo, de una corrección en toda regla, o se va a quedar en una lógica toma de beneficios tras la impresionante subida de los siete primeros meses.
Desde los mínimos de marzo las Bolsas han subido entre un 10% y un 20%, incluso algo más en el caso del Nasdaq, y las Bolsas americanas cotizan a múltiplos que superan las 20 veces beneficios en el S&P y las 30 veces en el Nasdaq. Si se confirman los tipos de interés de largo plazo altos, esas valoraciones bursátiles deberían moderarse y el apetito por el riesgo también, como se está viendo en el caso del bitcoin, que ha vuelto a bajar del nivel de treinta mil dólares.
Esta semana se publican la inflación china y americana de julio, así como la balanza comercial china de julio y numerosos beneficios empresariales como los de Disney, Allianz, SoftBank o Alibaba, entre otros.
Si la inflación americana se modera, las Bolsas podrían estabilizarse tras las caídas de la primera semana de agosto, pero la subida de los tipos largos marca seguramente un techo a subidas adicionales.
Juan Carlos Ureta Domingo
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