Las Bolsas americanas han cerrado su octava semana consecutiva de alzas, con subidas acumuladas en las cinco últimas sesiones del 0,8% para el S&P, del 1,2% para el Nasdaq y del 0,2% para el Dow Jones. Es la secuencia alcista más larga desde 2017 en el caso del S&P, y desde 2019 en el caso del Dow Jones. Como novedad en esta ocasión las acciones de menor capitalización se han sumado al “rally” y el Russell 2000 ha sido el mejor índice americano de la semana, con un alza del 2,46%, lo que le lleva a acumular una subida del 12,5% en las cuatro últimas semanas.
Las Bolsas europeas, sin embargo, no se han podido sumar a las subidas y el Eurostoxx ha caído un 0,6% en la semana, siendo nuestro Ibex uno de los pocos índices europeos que ha logrado cerrar la semana en positivo, aunque sea con un simbólico 0,16%. En Asia, el Nikkei ha subido sólo un 0,6% en la semana, pese a que el Banco de Japón mantuvo el pasado lunes la política monetaria ultralaxa, provocando una nueva caída del yen y, por su lado, el MSCI de Bolsas emergentes en dólares ha caído un 0,86% en la semana.
El ‘rally’ de Navidad se ha prolongado así de forma realmente impresionante en el caso de las Bolsas americanas, habiendo sido determinante el impulso de la Fed en su reunión del pasado 13 de diciembre. En esa reunión, y en el comunicado y rueda de prensa posteriores, la Fed sencillamente se desdijo de todo lo que habría venido diciendo a lo largo del año, y optó, sin más, tal y como señalábamos en nuestro anterior comentario, por dar la razón a los mercados, que habían venido apostando fuertemente por la hipótesis de una relajación temprana de la política monetaria por parte de la Fed, como parece que efectivamente va a suceder.
Es verdad que ha habido también algunas noticias económicas que han acompañado en sentido positivo. En el lado de la inflación, el viernes se publicó en EE. UU. el llamado deflactor del PIB (core personal consumption expenditure price index), que subió en noviembre el 0,1%, y anualizado el 3,2%, una décima menos de lo que esperaba el consenso, apoyando así la idea de una inflación a la baja. En Japón la inflación cayó al 2,8% en noviembre desde el 3,3% de octubre y en Inglaterra la inflación ha caído en noviembre más de lo esperado al 3,9% desde el 4,6% de octubre. Son buenos datos y también lo son los pedidos de bienes duraderos en noviembre en Estados Unidos, que subieron un 5,4% muy por encima del 2% estimado por el consenso y dando la vuelta a la caída del 5,1% de octubre.
El rally de fin de año coge así tracción y aparentemente se podría prolongar en el 2024, al menos en sus inicios, apoyado por un escenario macro positivo y por unos Bancos Centrales que garantizan el rally eterno de las Bolsas.
Pero en medio de ese rally aparecen algunas señales inquietantes sobre el crecimiento, que nos plantean un tercer escenario alternativo a los dos hasta ahora barajados por los mercados. El debate de los mercados en 2022 y 2023 ha oscilado entre el escenario de aterrizaje brusco y recesión (hard landing-recession) y el escenario de aterrizaje suave y reactivación (soft landing-reactivation). Ahora aparece un tercer escenario, el escenario de aterrizaje suave seguido no de una reactivación sino de un largo periodo de bajo crecimiento, de crecimiento débil. Esa combinación no ha sido hasta ahora valorada por los mercados, pero algunos indicadores como por ejemplo los resultados y el “guidance” que dio Nike el jueves pasado apuntando a una clara desaceleración del consumo, y que provocó un desplome de la acción de Nike del 11,8% en la sesión de cierre semanal del viernes.
Los mercados de bonos avalan ese tercer escenario. Hemos visto estos días el bono alemán a 30 años en un tipo del 2,15% y el bund a diez años cerró el viernes por debajo del 2%. El bono del Tesoro americano a diez años (T bond) ha llegado estos días al 3,85%. Todo eso quiere decir que lo que descuentan los bonos no es (sólo) un aterrizaje suave, sino esencialmente un largo periodo de crecimiento débil, muy débil. En ese escenario seguimos viendo enormes divergencias en la creación de valor (K), entre empresas y también entre países, y eso es algo que en nuestra opinión se empezará a ver más claro en el 2024, con “exponential losers” y “exponential winners”.
Con este trasfondo, el 2024 dará nuevamente sorpresas, como las ha dado el 2023. ¿Quién apostaba a fines del 2022 por Meta Platforms o por Tesla? Esas dos empresas, que forman parte de los “7 magníficos”, habían caído un 65% en el 2022 y la opinión dominante era que seguirían cayendo en 2023. Pero no ha sido así. A pocos días para terminar el año, Meta ha subido hasta el viernes pasado el 193,7% y Tesla el 105%, algo que pocos podían imaginar hace un año. Y otra sorpresa ha sido la recta final de las compañías de pequeña capitalización, cuando parecían estar hundidas, han revivido y en diciembre suben más de un 10%, siendo el Russell 2000 el índice que más sube en Estados Unidos. Y lo mismo ha pasado con ARK Innovation, el Fondo de Cathie Wood que parecía caer sin límite y que en diciembre sube el 15%, más que los 7 magníficos.
Pero todas las nuevas sorpresas que deban venir vendrán en el 2024 y, de momento, para esta semana de final del año esperaríamos tranquilidad.
Juan Carlos Ureta Domingo
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