Al finalizar esta semana las Bolsas americanas seguramente habrán marcado otro hito histórico, al superar el anterior récord de duración de un mercado alcista, y lo harán coincidiendo con el inicio, en Jackson Hole, de la esperada reunión anual de banqueros centrales auspiciada por la Fed.
Es realmente extraordinario que Wall Street esté viviendo el mercado alcista (bull market) más largo de su historia (el anterior fue el que se vivió en la década de los noventa del pasado siglo, entre 1990 y 2000) y lo es aún más que lo esté haciendo en medio de numerosos factores de incertidumbre, el último de ellos la amenaza de contagio de la situación de Turquía a otras economías emergentes.
El contagio a otros emergentes ha continuado siendo el foco central de los inversores en la tercera semana de agosto, aunque ciertamente ha habido también otros argumentos, como los resultados de las grandes cadenas minoristas americanas, la crisis de Tesla, y, por supuesto, las sucesivas idas y venidas de la guerra comercial entre China y EE.UU.
El miércoles fue, en esta ocasión, el día fatídico, en el que el amago de un posible contagio de la crisis turca a India, unido a un desplome de las materias primas (el cobre cayó el 4,5% en la sesión, el petróleo el 3,4% y el paladio el 5,9%) provocó fuertes descensos en las Bolsas emergentes y caídas considerables en las Bolsas europeas (Eurostoxx -1,5% en la sesión) y americanas (Nasdaq -1,2% S&P -0,8%). De pronto el siete se convirtió en el número mágico y, de la misma forma que en agosto de 2015 el temor era que el yuan bajase del nivel de siete yuanes por dólar, en esta ocasión el temor era que la rupia india se acercase a las setenta rupias por dólar.
Al final, una vez más, hubo rebote y las Bolsas se recuperaron parcialmente en la sesiones del jueves y viernes, pero sin poder evitar en el caso de las europeas caídas semanales de cierta intensidad (Eurostoxx -1,6% en la semana, Dax -1,7%, Ibex -1,9%). Las Bolsas americanas, una semana más, se comportaron mejor y el Dow Jones y el S&P han logrado subir, respectivamente, el 1,4% y el 0,6% en la semana, limitándose la caída semanal del Nasdaq al 0,3%, en parte por el efecto del desplome de Tesla tras el desafortunado tweet de su polémico fundador Elon Musk. El Nikkei, por su lado, cayó muy ligeramente en la semana, un 0,1%.
La peor parte, como era de esperar, se la han llevado las Bolsas emergentes, con el MSCI Emerging Markets entrando el pasado miércoles en territorio bajista, es decir, cayendo más de un 20% desde sus máximos. El Shanghai Composite ha caído un 4,5% en la semana, el índice JSX de Indonesia un 4,8% y el ISE de Turquía un 6,5%, todo ello en moneda local, a lo que hay que añadir la caída de las divisas.
En línea con lo que decíamos en nuestro anterior comentario, es difícil no conectar la situación de los emergentes con la normalización monetaria iniciada, por ahora en solitario, por la Reserva Federal americana. Si miramos hacia atrás, no se conoce ciclo de subidas de tipos por la Fed que no haya ocasionado caídas y problemas a los emergentes, independientemente de su intensidad. El inevitable efecto de la subida de los tipos de interés en una subida del dólar presiona a las economías emergentes, sobre todo a aquellas más endeudadas en dólares y con mayores desequilibrios en sus cuentas exteriores, y la presión llega a ser dramática para aquellas economías, como hace dos meses Argentina y ahora Turquía, en las que una súbita pérdida de confianza desata la huida de capitales.
Ese es el círculo vicioso que podría estallar si la desconfianza que ahora afecta a Turquía llegase a extenderse a otros países emergentes, y aunque no parece probable que por ahora haya un riesgo real de que así sea, lo que no hay que olvidar es que el origen del problema está en la normalización monetaria de la Fed y en el hecho de que esa normalización coja a algunas economías emergentes sin haber hecho sus deberes. Como a veces ha dicho el FMI, si no se ha arreglado el tejado cuando brilla el sol, al llegar las lluvias habrá problemas.
En orden de importancia, la economías cuyo contagio sería más inquietante son las asiáticas, con India y China a la cabeza, ya que Asia sigue siendo la "fábrica de crecimiento" del mundo. Aunque no pensamos que vaya a haber turbulencia inmediata en ninguna de las dos, la lección de lo que sucedió el pasado miércoles y de lo que pasó en febrero en los mercados es que en un mundo lleno de deuda, y con muchos países, empresas y entidades financieras endeudados en dólares, la normalización monetaria de la Fed va a ser un campo de minas.
Por eso tienen especial relevancia la publicación de las actas de la última reunión de la Fed, el próximo miércoles, y, sobre todo, la reunión de los banqueros centrales que como todos los años por estas fechas, y con la Fed como anfitrión, se iniciará el próximo viernes en Jackson Hole, Wyoming. El mismo viernes habla Jerome Powell, en su primera intervención en este foro como presidente de la Fed, y será importante ver si ante las turbulencias de los emergentes mantiene o no el tono "duro" que hasta ahora ha practicado en general en sus discursos. Si lo mantiene, lo que cabría esperar es una mayor volatilidad en emergentes.
En definitiva, todo lo que añade fuerza al dólar crea problemas a los emergentes y de paso crea problemas a las Bolsas porque un rally que no incorpore de forma amplia a todas las Bolsas incluidas las emergentes no es muy sostenible, igual que no es sostenible un rally que se apoye solo en las grandes tecnológicas o que cree, como está sucediendo, una brecha creciente entre las Bolsas americanas y las europeas. La paradoja es que al gobierno americano le interesa un dólar débil, incluso para su guerra comercial, pero la Fed siente presión para subir el dólar, y esto va alimentando los desequilibrios globales aún más.
El otro gran escenario, junto a la actuación de la Fed y sus consecuencias en las divisas y en los emergentes, es la guerra comercial. Una guerra que realmente es parte de otra más amplia, la que mantienen EE.UU. y China por el liderazgo global en las próximas décadas. El viernes pasado por la tarde, la noticia de un posible encuentro entre Trump y Xi Jinping animó a última hora a las Bolsas americanas, pero realmente nadie sabe muy bien los giros que pueda tomar esa particular guerra comercial, sobre todo estando en uno de los lados un presidente tan peculiar como Trump, al que los europeos desprecian probablemente sin acabar de entender bien sus movimientos, y en el otro el líder más potente que ha tenido China en varias décadas.
Hay un tercer escenario, además de Turquía y de la guerra comercial entre EE.UU. y China, que son los resultados empresariales.
Se va acabando la temporada y desde luego hay que decir que en general las cifras del segundo trimestre han sido buenas y han apoyado extraordinariamente a las Bolsas, sobre todo a las americanas, en julio y en agosto. A la vez, los resultados nos dejan la sensación de que cuando ya se ha descontado todo lo bueno, las cifras tienen que ser realmente extraordinarias para mover al alza las cotizaciones. La semana pasada hemos visto un ejemplo en las grandes cadenas minoristas americanas. En general han presentado buenas cifras, poniendo en evidencia que el consumidor americano sigue fuerte. Pero la recepción por el mercado de esas cifras fue dispar ya que tanto Macy's como Walmart presentaron números que superaron con mucho las previsiones, pero tras su publicación las acciones de Walmart subieron un 9,3% mientras que las de Macy's bajaron un 16%. Tal vez la explicación de esa divergencia sea que Macy's había subido casi un cien por cien en Bolsa este último año, mientras Walmart solo había subido un 11,7% en los últimos doce meses. Es decir Macy's necesitaba sorprender muy positivamente para subir más.
En las tecnológicas Cisco fue premiada por los inversores con una subida del seis por ciento por la buena evolución de su negocio en el segundo trimestre, pero justo lo opuesto le paso a Nvidia, cuyas cifras no gustaron al mercado. También la china Tencent decepcionó. Aunque entre las tecnológicas el auténtico drama ha estado en Tesla, con su icónico fundador y CEO, Elon Musk aparentemente necesitado de medicación para superar su estrés al estar bajo vigilancia de la Fed por decir en un tweet que quería sacar a Tesla de Bolsa, y que contaba con la financiación para hacerlo.
Quedan algunos resultados interesantes, como, la próxima semana, los de Estée Lauder, BHP Billiton, Target o Alibaba, entre otros, pero los resultados van a perder a partir de la próxima semana protagonismo en favor de la macro, y en la macro el factor clave es, a nuestro juicio, lo que diga la Fed en Jackson Hole y lo que haga en su próxima reunión del 25 y 26 de septiembre, en la que se espera una nueva subida de tipos.
Como decíamos al principio, las Bolsas van a protagonizar otro hito histórico esta semana, pero, se marque o no ese nuevo hito, lo cierto es que los grandes índices americanos esperan la reunión de Jackson Hole de nuevo a las puertas de los máximos históricos de todos los tiempos. Unos máximos que, como decíamos hace dos semanas, pueden ser tanto un talismán para atraer hacia ellos a las cotizaciones como una resistencia infranqueable. Que sea una u otra cosa va a depender, seguramente, en gran medida de los mensajes que emitan los banqueros centrales y, sobre todo, Jerome Powell en Jackson Hole, que van a marcar el rumbo de las Bolsas en la recta final del año.
Es muy difícil prever cuál vaya a ser ese rumbo. Sin duda hay ganas de subir, pero el ejemplo de Macy's nos recuerda que, a ciertos niveles, o hay noticias realmente muy positivas o se producen correcciones.
Juan Carlos Ureta Domingo
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