De los tres escenarios posibles que apuntábamos la semana pasada (vuelta a los máximos de enero, recorte hasta los mínimos de principios de febrero o consolidación en niveles intermedios) las Bolsas parecían decantarse, al inicio de la semana, por olvidar el susto de hace tres semanas y avanzar o al menos consolidar posiciones, pero la comparecencia del nuevo presidente de la Fed ante el Congreso, por un lado, y la guerra comercial declarada por Trump el jueves pasado, por otro lado, han devuelto a algunas Bolsas a los mínimos anuales, y han provocado en otras recortes no tan fuertes, pero también significativos.
En cierto modo es comprensible que las dos Bolsas más afectadas por las palabras de Trump sean la alemana y la japonesa, ya que muchos de los componentes del Dax y del Nikkei son grandes compañías exportadoras, a las que la perspectiva de una contracción del comercio global les hace mucho daño. Ambos índices cerraron el pasado viernes en sus mínimos anuales, por debajo de los niveles de principios de febrero. Tras caídas semanales de 4,6% y del 3,2% respectivamente, el Dax alemán pierde ya un 7,8% en lo que va de año y el Nikkei un 7%. Nuestro Ibex también está ya por debajo de los mínimos de febrero, y aunque otros índices europeos, como el Cac francés o el Mib italiano, se han defendido mejor, lo cierto es que el Eurostoxx ha vuelto cerca de los mínimos del año.
Frente a esta situación, los índices americanos han logrado mantenerse bastante bien. Solo el Dow Jones está en pérdidas, aunque muy moderadas, desde que se inició el año, tras haber caído un 3,1% la semana pasada. El S&P sube ligeramente desde el uno de enero, y el Nasdaq bastante más, en torno al 4%, pese a las caídas de ambos del 2% esta última semana. Caídas que se producen tras dos semanas consecutivas de ganancias que los habían acercado mucho a los máximos anuales de enero. Pero no cabe duda de que, a pesar del rebote de la última parte de la sesión de cierre semanal del viernes, las Bolsas americanas han sufrido también un cierto deterioro técnico, aunque no tan acusado como el de las europeas o el del Nikkei, y buena prueba de ello es que el Dow y el S&P han tenido en febrero su primer mes negativo tras una racha de diez meses seguidos de ganancias y el Nasdaq ha roto en febrero una racha de ocho meses seguidos de subidas.
Todas las Bolsas, por tanto, con la excepción de algún mercado como Rusia o Brasil, se han visto afectadas por este brusco despertar del sueño del "mercado alcista perpetuo" (bull market forever) que muchos habían empezado a considerar como la nueva normalidad, y por la ruptura de ese otro sueño que hace ahora un año se había instalado en el consenso de los mercados, a saber, la famosa "reflación" del nuevo presidente americano, Donald Trump, que muchos pensaron, incluso, que podía mutar en una "reflación" de la economía global.
La propuesta de Trump era simple, y, tal vez por eso, seductora. Finalizada, por agotamiento, la larga etapa de dinero barato (easy money) el mago Trump sacó dos trucos de su particular chistera, los estímulos fiscales (rebaja de impuestos y plan de infraestructuras) y el proteccionismo comercial (dólar bajo, aranceles y revisión de tratados). Dos trucos, por otro lado, ya muy vistos. Los mercados no solo quedaron fascinados por la magia del nuevo presidente, sino que, además, pensaron que el mayor gasto fiscal no iba a hacer subir la inflación ni los tipos de interés, y que el proteccionismo no iba a perjudicar al resto de la economía global.
Esos dos mitos se han desmontado esta última semana. La primera comparecencia del nuevo presidente de la Fed, Jerome Powell, ante el Congreso, y los tuits de Trump, se han encargado de romperlos. Powell quiso repetir el discurso del "mundo feliz" de su predecesora Janet Yellen, un mundo armónico de crecimiento fuerte de inflación y tipos de interés subiendo de forma gradual y controlada, al decir que el gran dibujo era el de una economía muy optimista ("people are missing the big picture: that we have an upbeat economy"). Pero la diferencia es que Yellen conseguía, con su elegante lenguaje académico, convencer a los inversores de que era posible subir tipos sin dolor, mientras que Powell, con su discurso más claro de hombre de negocios, transmite la sensación de que la Fed va a subir los tipos pase lo que pase en las Bolsas (se acabó el "put" de Yellen) y de que este año puede haber cuatro subidas y no solo tres. Tras el lenguaje de Powell subyace la idea, obvia pero hasta ahora ignorada, de que el gasto público excesivo y el crecimiento sin límite de la deuda pública al final generan inflación descontrolada, además de mala asignación de los recursos, y eso hace subir los tipos. Tal vez hemos comprendido de repente que, en un mundo lleno de deuda cualquier subida de tipos, por suave que sea, puede producir dolor.
Por su lado, Trump nos ha recordado esta semana, con su estilo directo y brusco, la cara menos amable del "America first", la de la agresión comercial a otras economías vía aranceles. De pronto hemos comprendido que las políticas comerciales proteccionistas no son buenas para nadie, ni siquiera para el que las practica, en el mundo global del siglo XXI.
Powell y Trump han roto así la semana pasada esa complacencia tan agradable en la que han vivido las Bolsas todo el año 2017 y en enero de 2018, y tal vez la lectura que debemos hacer de sus mensajes sea que las turbulencias de las Bolsas de principios de febrero no son una pesadilla pasajera, sino que responden a problemas de fondo, más estructurales de lo que parece. Si en los próximos días y semanas las Bolsas siguen digiriendo con pesadez las palabras de Powell del pasado martes y de Trump del pasado jueves, se reforzará mucho esta lectura, pero en todo caso la euforia de los inversores ha quedado seriamente tocada.
Esta semana vamos a tener de nuevo ocasión de ver si hay "remontada" o por el contrario se profundiza en la corrección. Además del resultado de las elecciones italianas, un tanto confuso como era de esperar, y del referéndum de los militantes del SPD alemán, en principio bueno, hay numerosos datos económicos, entre ellos la balanza comercial china de febrero, la balanza comercial americana de enero, el PIB de Japón y de la zona euro del cuarto trimestre, y varios PMI e ISM en la zona euro y en Estados Unidos.
Con el tipo del T bond (bono del Tesoro americano a diez años) en el 2,87% y el dólar a 1,23 con el euro, pensaríamos, en principio, en una semana de consolidación, sobre todo para las muy castigadas Bolsas europeas, pero cualquier tuit de Trump o cualquier noticia imprevista puede desatar los nervios en unas Bolsas que han salido de febrero con un aspecto técnico muy debilitado.
Juan Carlos Ureta Domingo
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