Tal vez lo más notable de la caída generalizada de las Bolsas esta última semana sea que ha tenido lugar tras la intervención del presidente de la Reserva Federal el pasado martes en el Economic Club de Washington, una intervención en la que Powell reiteró su discurso “dovish” y alimentó las expectativas de una mayor relajación en la política monetaria.
Jerome Powell tuvo la oportunidad, en esa intervención, de matizar el discurso que había hecho en la rueda de prensa del pasado 1 de febrero, en la que sorprendió a los mercados al apostar por un “soft landing” y al decir que el proceso desinflacionario ya había comenzado. Una oportunidad que el mercado esperaba tras el sorprendentemente fuerte informe de empleo de la economía norteamericana en enero, que se publicó dos días después de la reunión de la Fed y que arrojó nada más y nada menos que 571.000 nuevos empleos en enero. Pero, lejos de cambiar su discurso, Powell volvió a insistir en él, provocando una subida del Nasdaq de casi el 2% en la sesión. Powell avalaba así los argumentos en los que se ha basado el espectacular rally que han vivido las Bolsas en enero y en las primeras sesiones de febrero, a saber, que la inflación va a moderarse y que la temida recesión tal vez no llegue nunca.
La realidad es que las palabras de Powell en Washington estuvieron, como es habitual en el lenguaje de los banqueros centrales, llenas de matrices y de cautela, dejando claro que la desinflación afecta, de momento, solo a los bienes de consumo, que son una cuarta parte de la economía norteamericana, pero no a los servicios, que son las otras tres cuartas partes. Powell insistió también en que la inflación sigue alta y está muy lejos del objetivo del 2% que se ha marcado la Fed. Pero los inversores leyeron la parte positiva de sus palabras, y seguramente el deseo de Powell era precisamente ese, ya que si hubiese querido enfriar los ánimos lo habría hecho de forma tajante y sin ambigüedades. Esta vez Powell quiso animar, no desalentar.
Sin embargo, como decíamos, el rally ha ido perdiendo fuerza a partir de fin de enero, y esta semana, a pesar del inesperado apoyo de Jerome Powell, las Bolsas han terminado con caídas. El Eurostoxx ha tenido una caída semanal del 1,4%, el Nasdaq del 2,4%, el S&P del 1,1% y el Dow Jones del 0,2%. Es destacable que el peor comportamiento es el de las tecnológicas, a pesar de que el Nasdaq fue el índice más favorecido por las palabras de Powell en la sesión del martes, como antes decíamos.
"Esa pérdida de fuerza del “rally” nos lleva a cuestionarnos si realmente ha cambiado algo en enero o si más bien hemos visto un breve descanso dentro de un proceso largo de ajuste que va a continuar"
Esa pérdida de fuerza del “rally” nos lleva a cuestionarnos si realmente ha cambiado algo en enero o si más bien hemos visto un breve descanso dentro de un proceso largo de ajuste que va a continuar. ¿Han cambiado las perspectivas de la economía, de la inflación o del crecimiento? ¿Ha cambiado la posición de los Bancos Centrales? ¿Ha sido enero un punto de inflexión o solo un breve descanso transitorio dentro de un ajuste largo, tal y como lo fueron marzo, julio u octubre?
Nuestra lectura es que la subida bursátil de enero es un “rally de alivio” (relief rally) que responde a la percepción de que la temida combinación de inflación y recesión va a ser sustituida por una combinación mucho más amable de inflación a la baja y aterrizaje suave sin recesión. Esa nueva narrativa, apoyada por algunos datos económicos, es comprada por la Fed y el BCE, y sirve para aliviar a unos inversores abrumados por la perspectiva de una recesión inflacionaria.
Pero a la vez, a nuestro juicio, hay que situar esa lectura de enero en la visión general de lo que está pasando en la economía y en las Bolsas. Como hemos venido manteniendo en estos comentarios desde hace tiempo, en nuestra opinión el ajuste que han iniciado la economía y los mercados en el 2022 es un ajuste largo, estructural, derivado de un cambio de régimen monetario, de un cambio de modelo de crecimiento y de un cambio de entorno geopolítico. Ese ajuste, a cambio de no ser traumático o caótico, como lo fue, por ejemplo, el de otoño de 2008, va a ser sostenido y duradero, largo en el tiempo. Podemos aspirar a que sea un proceso ordenado, y de hecho por ahora lo está siendo, pero todo indica que va a ser un proceso prolongado, como a cámara lenta.
A nuestro juicio lo que ha confirmado enero es que puede ser un gran error extrapolar situaciones o modelos del siglo XX, como la estanflación de los 70 o la Gran Depresión de los 30 del pasado siglo, a una economía distinta, como es la actual. Quienes estén esperando el tipo de dinámicas propias de las crisis de la economía predigital pueden llevarse muchas sorpresas, y una de ellas es la de enero. El consenso era que la primera parte de 2023 iba a ser mala y la segunda buena, y resulta que 2023 ha empezado muy bien. El consenso era también que había que seguir apostando por las empresas value y no por las de crecimiento (growth) y resulta que, por ahora, las acciones que más han subido son las tecnológicas, que son el sector de crecimiento (growth) por excelencia.
¿Y ahora qué? Lo que cabe esperar es que las Bolsas empiecen a fijarse menos en la política monetaria, una vez descontado que la Fed subirá tipos por cuarto de punto y luego esperará a ver qué pasa en la economía, y que empiecen a fijarse más en los resultados empresariales y en las perspectivas de crecimiento futuro. Esto lo hemos empezado a ver, por ejemplo, esta semana, con la reacción de los inversores a los resultados de Adidas (caída del 10% tras cifras y guidance que decepcionaron) o con la guerra desatada entre Microsoft y Alphabet-Google en torno al futuro liderazgo de la inteligencia artificial. La batalla por el futuro de la inteligencia artificial ha comenzado, igual que en 1995 empezó la batalla por los navegadores de internet, y en 2007, con la irrupción del primer iPhone, empezó la batalla por el futuro de la telefonía móvil.
Los beneficios de las compañías y, sobre todo, las perspectivas futuras de las compañías y de sus beneficios, pasan a primer plano. Asimismo, las situaciones problemáticas, como la del conglomerado indio Adani, también afloran y dan lugar a correcciones espectaculares en un mercado mucho más realista que no flota ya en el océano de dinero barato. La realidad de los beneficios y de su futuro es la que manda.
En esa línea, los resultados del cuarto trimestre siguen sorprendiendo al alza respecto a las previsiones, ya que en torno al 70% de las empresas que han presentado sus cifras han superado estimaciones tanto en ventas como en beneficios, pero hay tres matices. El primero es que los beneficios y las ventas en general bajan respecto al 2021, aunque superen las estimaciones. El segundo es que el número de compañías que superan las previsiones también va hacia abajo (en el primer trimestre de 2021, por ejemplo, fueron un 79%) y lo mismo la escala en la que las superan. El tercer matiz es que las guías (guidance) de las compañías apuntan en general a un claro empeoramiento, con un ruido dominante de ajustes de plantilla y de reducción de estructuras, que parece anticipar una contracción generalizada de la demanda.
Esta semana, el plato fuerte es la inflación americana de enero, que se publica el martes. La expectativa es que siga bajando respecto al 6,5% de diciembre, y si eso no se produce habrá un pequeño terremoto, porque el mercado ha sido muy complaciente con las expectativas de inflación. Pero, aunque se confirme que la inflación va a la baja, la mirada de los inversores va a girar, a nuestro juicio, hacia el crecimiento y los resultados, y también, en el primer aniversario de la invasión de Ucrania, hacia un posible fin de la guerra que daría lugar a un nuevo “rally de alivio”, mucho mayor que el de enero.
A nivel técnico, el S&P cerró el viernes por debajo de los 4.100 puntos que, como hemos dicho en los últimos comentarios, es un nivel importante. En las sesiones previas, el S&P había superado los 4.100 puntos e incluso se había producido una señal normalmente alcista al cruzar al alza media móvil de 50 sesiones a la media móvil de 200 sesiones. Pero al cierre de la semana no se ha podido mantener esa posición técnica y hay que esperar para ver si se confirma.
Seguiríamos apostando por un movimiento lateral o incluso ligeramente correctivo de las Bolsas tras el fortísimo rally de enero.
Juan Carlos Ureta Domingo
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