Opinión

El rally de fin de año y sus catalizadores


Los dos factores decisivos que citábamos al finalizar nuestro anterior comentario para situar al S&P de forma cómoda por encima de los tres mil puntos, la Fed y los resultados de Apple, han funcionado bien, aupando al S&P y al Nasdaq a nuevos máximos históricos de todos los tiempos y dejando al Dow Jones a muy escasos puntos de su récord. El informe de empleo de octubre, publicado el viernes, con más creación de puestos de trabajo que los esperados, fue el colofón perfecto para una nueva semana de subidas generalizadas en las Bolsas (con alguna excepción como la de nuestro Ibex), que es ya la cuarta consecutiva en la mayor parte de los índices.

Las Bolsas han demostrado, una vez más, su capacidad para sortear los malos datos y quedarse solo con el ángulo positivo, y la jornada de cierre semanal del viernes fue un buen ejemplo, ya que tras el buen dato de empleo se publicó el ISM de manufacturas de octubre, que confirma esa cada vez más evidente recesión industrial global a la que nadie quiere referirse. El ISM de manufacturas de octubre fue el 48,3, por encima del 47,8 de septiembre, pero por debajo del 49,1 esperado y en zona de contracción, es decir por debajo de 50 por tercer mes consecutivo.

En los resultados empresariales pasa algo parecido, están siendo mixtos, pero los buenos se destacan más que los no tan buenos, y además se celebra que una compañía baje sus beneficios si esos beneficios están por encima de las estimaciones que han hecho los analistas, siempre indiciados por el eficaz trabajo de los departamentos de relación con inversores de las empresas cotizadas, que anticipan un escenario peor del esperado, para que luego se celebre la "sorpresa" positiva.

Definitivamente, los inversores se han dejado seducir por ese nuevo "paradigma" al que aludía Draghi en su despedida y que ha sido también adoptado con entusiasmo por la Fed, a saber, que habrá dinero abundante y barato para siempre, sin límite temporal. Un escenario en el que no invertir es simplemente impensable. Por ello, a dos meses de finalizar el ejercicio, las Bolsas van camino de cerrar el que puede ser el mejor ejercicio de esta década, coincidiendo justamente con el año de menor crecimiento económico de la década.

La explicación de esa paradoja hay que buscarla en la vuelta de la Fed a las políticas de dinero barato y, como consecuencia, en el alejamiento de la temida recesión. De alguna manera, los banqueros centrales han vuelto a convencer a todos de su poder para evitar un ciclo recesivo. Una buena demostración de ese poder de convicción de los banqueros centrales lo vimos el pasado miércoles en el discurso de Jerome Powell tras bajar la Fed por tercera vez los tipos de interés. Powell hizo suyo el "paradigma" de Draghi, al decir que si la economía se debilita, la Fed hará lo que sea necesario para estimular el crecimiento ("as appropiate to sustain the expansion"). Es la versión americana del "whatever it takes" de Draghi, y la certificación del nuevo paradigma con el que se despidió Draghi, a saber, tipos bajos para siempre.

Ante esa promesa, no es difícil entender que los inversores se olvidasen por completo del PIB americano del tercer trimestre, que se había publicado esa misma mañana, bajando del 2% por primera vez en mucho tiempo. Si va a haber todo el dinero barato que haga falta y por todo el tiempo que haga falta, los problemas serán más llevaderos. Las renovadas expectativas de que finalmente se firme la llamada "fase uno" del acuerdo comercial, como preludio a la firma de un acuerdo más amplio el próximo año, han jugado también a favor de ese ánimo tan positivo de los inversores.

Entramos así en la recta final del año, que suele estar protagonizada, con algunas excepciones como la del pasado año, por el rally de Navidad. Los inversores esperan, sin duda, ese rally, para poner punto final a un año redondo en términos bursátiles. Pero ¿cuáles son los potenciales catalizadores de ese rally?

Quedan algunos beneficios por publicar, en concreto esta próxima semana publican sus números unas ochenta compañías del S&P, entre ellas algunas tan importantes como Disney o Qualcomm, y en Europa, Siemens, Engie o Unicredit. Pero los beneficios hasta el momento no están siendo tan buenos como parece. Hemos visto esta última semana casos como Alphabet-Google, Santander, Deutsche Bank o HSBC quedando por debajo de las estimaciones y, de hecho, aunque de las trescientas cincuenta compañías del S&P que han publicado resultados, un 76% baten las expectativas, lo cierto es que en su conjunto los beneficios por el momento están un 1% por debajo del año anterior, lo que quiere decir que las Bolsas suben más de un 20% con resultados planos o ligeramente bajos.

En cuanto a datos económicos, esta semana hay PMIs en la zona euro y en China, y la Comisión Europea publica el jueves sus perspectivas económicas. Se publica también la confianza del consumidor americano medida por la Universidad de Michigan. La gran duda está en si la recesión industrial se contagiará o no a los servicios y todos esperan que no, igual que todos esperan que en 2020 el crecimiento vaya mejor, pero probablemente si indagamos en las razones para esa esperanza no acabamos de encontrar nada realmente convincente.

Queda, como posible catalizador, la firma del acuerdo comercial entre Estados Unidos y China, o al menos de la fase uno de ese acuerdo. Sin duda, Trump desea utilizar esa firma para impulsar la subida de las Bolsas, y sin duda, también las Bolsas están muy deseosas de dejarse convencer. Pero si nos preguntamos por el impacto real de ese posible acuerdo en el crecimiento global, las dudas surgen por doquier.

Las Bolsas entran en noviembre decididas a continuar con el rally, y parece que hay pocas cosas que las puedan parar, aunque la verdadera razón de fondo para continuar con esas alzas sin fin se reduzca al final a la que anunció Draghi con su habitual precisión en su despedida, y que secundó Powell el pasado miércoles en la rueda de prensa, a saber, que va a seguir habiendo mucho dinero buscando activos en los que invertir para huir de los tipos de interés cero o negativos. Una razón suficientemente poderosa como para que, al menos de momento, el rally continúe.

Juan Carlos Ureta Domingo
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