Noviembre va a ser un mes absolutamente extraordinario en las Bolsas y el hito marcado por el Dow Jones el pasado martes, al cerrar por encima de los 30.000 puntos por primera vez en su historia, ha sido un buen broche de oro para cerrar un mes tan excepcional. Ese mismo día el bitcoin volvía a cotizar por encima de los 19.000 dólares y Tesla, que simboliza como ningún otro valor la imparable carrera alcista de las tecnológicas desde el pasado abril, superaba los quinientos mil millones de dólares de capitalización bursátil tras subir más de un 6% en la sesión.
Son cifras que muestran de forma muy gráfica el renovado apetito por el riesgo de los inversores, un apetito que ha llevado a las Bolsas a subidas generalizadas una semana más, del 3% para el Nasdaq, del 2,2% para el S&P y el Dow Jones, del 1,7% para el Eurostoxx y del 2,7% para el Ibex.
Pero lo realmente llamativo no es tanto que el Dow haya sobrepasado los 30.000 puntos, sino que lo haya hecho en medio de lo que algunos califican como la peor crisis económica desde la Gran Depresión de los años treinta del pasado siglo. En ese contexto fuertemente contractivo, el Ibex va a tener en noviembre la mayor subida de su historia y el S&P y el Nasdaq han marcado nuevos máximos históricos al cierre del pasado viernes, y van camino de subir más de un 11% en el mes, un comportamiento que a algunos puede parecerles incomprensible.
Hay algunas explicaciones más o menos lógicas que justifican las subidas de noviembre, y en particular las de esta última semana. El pasado lunes Trump dio instrucciones a los oficiales de su Administración para iniciar formalmente el traspaso de poderes a Biden, evitando así un periodo de incertidumbre que, sin duda, habría pasado factura a las Bolsas. El mismo lunes se supo que Janet Yellen será la próxima Secretaria del Tesoro, una noticia que encantó a los inversores, al garantizar mayores estímulos monetarios y fiscales.
Los PMIs preliminares americanos de noviembre que se publicaron el lunes también ayudaron, pero no así los europeos, incluyendo Inglaterra, muy afectados por las restricciones a la movilidad. Es bastante demoledora la caída del PMI compuesto de la eurozona a 45,1 puntos, desde los 50 de octubre, y también lo es la fuerte caída en noviembre del PMI de servicios de Inglaterra. No obstante, los PMIs de manufacturas y la producción industrial se han mantenido bastante bien, incluso en Alemania e Inglaterra.
En general, esas buenas noticias unidas a la temporada de resultados empresariales del tercer trimestre, que se ha saldado con un ratio de sorpresas "positivas" del 84,2% en el S&P y del 71,4% en el Eurostoxx, podrían servir para explicar las alzas de noviembre, con el colofón de esta última semana. Pero a nuestro juicio hay algo más y ese algo más nos lleva a la recuperación "perfecta" que los mercados están descontando.
La idea simple es que hay dinero y que las empresas, los gobiernos y los mercados financieros lo van a utilizar bien. Hay mucho dinero disponible, gracias a los Bancos Centrales, y lo va a seguir habiendo, aunque venga la reactivación de la economía o aunque aparezca la inflación, porque tanto Jerome Powell como Christine Lagarde así lo han garantizado. Además, ese dinero se va a utilizar bien porque tanto los programas públicos como los mercados de capitales están orientados a invertir en el medio ambiente (economía verde, 'green recovery') y en la digitalización, asegurando una mejora de la productividad y un ciclo de crecimiento sostenible.
Si tenemos dinero gratis y sin límites y además se va a utilizar bien, estamos ante la "recuperación perfecta", que sería justamente lo contrario a la situación de contracción de la liquidez ('credit crunch') y de ausencia de visibilidad hacia el futuro que hace años se llamó la "tormenta perfecta". Y con un horizonte tan optimista la prima de riesgo que se exige a la inversión en renta variable y a los activos de riesgo en general se reduce casi a cero, en línea con la tesis que expusieron en 1999 los economistas americanos James Glassman y Kevin Hassett en un libro que llevaba el premonitorio título de "Dow 36.000".
Es difícil saber si realmente los mercados financieros están descontando ese escenario de "recuperación perfecta" o si sencillamente están inmersos en otro episodio de fiebre especulativa, como la que se vivió a fines de los noventa en las puntocom o como la de la burbuja inmobiliaria que precedió a la quiebra de Lehman. Una oleada especulativa espoleada en esta ocasión por una represión financiera nunca vista antes en la historia, sobre todo en Europa con la previsión de tipos nominales negativos de interés para bastantes años.
Probablemente hay algo de las dos cosas, pero en todo caso noviembre nos deja dos mensajes. El primero es que la tendencia alcista es más fuerte de lo que podíamos pensar, ya que ha sido capaz de recuperarse con una fuerza espectacular de las caídas de octubre y noviembre. El segundo mensaje es que, gracias a las vacunas, el "momentum" ha llegado, por fin, también a los valores cíclicos vinculados a la reapertura de las economías. El Ibex, un índice especialmente expuesto a este tipo de valores, sube un 27% en noviembre, a falta de una sesión, y, por citar solo algunos ejemplos, Meliá acumula una subida en el mes del 72,6% a cierre del viernes pasado, IAG del 68,8%, BBVA del 60,7% y Repsol del 59%.
Se ha dicho en algún momento que esto significa que estamos ya en la rotación de valores, de forma que las tecnológicas va a ser desplazadas por los valores más tradicionales vinculados a la reapertura de las economías. Los datos no avalan esa lectura sino más bien la de que hay dinero para todos. El Nasdaq ha subido más que el S&P la semana pasada y en lo que va de noviembre, y sigue siendo el mejor índice, de lejos, en lo que va de año. La fiebre compradora en algunas tecnológicas como Tesla no solo continua, sino que va a más. Por tanto, las tecnológicas no están muertas sino todo lo contrario.
Por tanto, no hay rotación sino ampliación del movimiento alcista a las compañías tradicionales, bajo el común denominador de la represión financiera que obliga a los ahorradores, incluso a los más conservadores, a invertir en activos tradicionalmente considerados de riesgo. Se llega así a la convicción, cada vez más extendida, de que lo conservador es invertir en los tradicionalmente considerados activos de riesgo, como la renta variable. Sea o no sea cierto, y solo el tiempo dirá si lo es o no, pero puede serlo, el nuevo paradigma dice que lo conservador es comprar acciones, sobre todo acciones tecnológicas ("safe is the new risk").
Entramos en una semana con datos importantes, como los ISM oficiales y definitivos de manufacturas y servicios en EE.UU., China y Europa y el informe de empleo americano de noviembre, que se publicará el viernes. Además, se reúne la OPEP y hablan ante el Senado el presidente de la Fed, Jerome Powell, y el Secretario del Tesoro americano, Steve Mnuchin. La OCDE publica el martes su informe de perspectiva económica global y, como siempre, continúan las negociaciones sobre el Brexit. En el lado empresarial, publican cuentas Salesforce, Zoom Video y Snowflake, entre otras.
Tras un noviembre que, pase lo que pase este lunes, va a ser histórico, nada parece interponerse en el camino alcista de las Bolsas, impulsadas de forma simultánea por la represión financiera y por la recuperación "perfecta".
Juan Carlos Ureta Domingo
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