Opinión

El 'Black Friday' y la deflación

Probablemente el debate más importante para los mercados de cara al ya cercano 2014 es el de si nos estamos aproximando a un entorno más bien deflacionario en las economías desarrolladas, o si, por el contrario, las políticas de expansión de la base monetaria tan agresivamente fomentadas por los Bancos Centrales van a generar finalmente crecimiento e inflación.

Un debate que enciende acaloradas discusiones entre los analistas y gestores, como casi todos los debates de esa ciencia inexacta que es la economía, y que por tanto encuentra respuestas encontradas, pero en el que la opinión muy mayoritaria, que a la vez refleja el pensamiento "oficial", es que las sucesivas QE van finalmente a hacer despegar a la economía. Lo cual, se dice, provocará inflación moderada, una inflación que fácilmente será controlada por unos Bancos Centrales que, siempre según esta tesis oficial, han aprendido ya de los errores del pasado y serán capaces de retirar de forma ordenada (exit strategies) el exceso de dinero que han lanzado a los mercados.

Sin embargo, en las últimas semanas hemos visto algunos datos que podrían poner en duda este apacible escenario de "reactivación global suave unida a inflación moderada unida a gradual retirada del exceso de liquidez". El crecimiento no acaba de despegar, pero, sobre todo, los datos de evolución de los precios tanto en la zona euro como en la economía norteamericana indican cierto riesgo de deflación, aunque es un riesgo todavía lejano.

El inicio de la temporada de ventas navideñas en EEUU, el popularmente conocido como "Black Friday", puede estar indicando también esa tendencia latente hacia la deflación, que estaría empezando a estar embebida en la dinámica de las economías europea y norteamericana, de igual forma que lleva ya tiempo instalada en la economía japonesa. La totalidad de los "retailers" norteamericanos han hecho descuentos del 50% en el "Black Friday" superando así los descuentos de años anteriores. De esta forma el dato más llamativo del inicio de las ventas navideñas ha sido que los precios han ido muy a la baja.

Si conectamos lo anterior con la evolución de los mercados de bonos, vemos que los tipos de interés de largo plazo siguen realmente bajos. El Bund cerró el viernes en el 1,69%, el bono francés a diez años sigue a un tipo del 2,15% y el holandés al 2,02% pese a la reciente pérdida por ambos Tesoros de la triple A, el bono japonés a diez años está al 0,59% y el T bond cerró el viernes al 2,74%.

Podríamos achacar, con razón, estos muy bajos tipos a la política de compras de bonos por la FED y los restantes Bancos Centrales, pero también parece claro que si hubiese riesgos reales de inflación esos tipos serían insostenibles. Dicho de otra forma, los tipos largos no descuentan ni una reactivación económica real ni una inflación consiguiente a esa reactivación.

Los mercados piensan, seguramente con razón, que los Bancos Centrales no reducirán las inyecciones de dinero hasta que haya señales claras de crecimiento, y de ahí derivan que las Bolsas seguirán subiendo, ya que o bien habrá dinero nuevo y abundante o bien empezará el ansiado crecimiento económico global. Lo que no descuentan en absoluto los mercados es que pueda haber una prolongación ilimitada en el tiempo de las inyecciones monetarias y sin embargo la economía siga débil, e incluso caiga en la deflación. Este sería un auténtico "cisne negro" en terminología de Nassim Taleb.

Lo normal es no tomar decisiones de inversión en función de "cisnes negros" ya que, por su propia naturaleza, raramente se producen. Pero lo que sí debemos hacer es vigilar muy de cerca los datos que se vayan publicando para ver si vamos camino de la "reactivación+inflación" o más bien vamos camino del "estancamiento+deflación". Es lógico pensar en el primer escenario, el escenario oficial de salida de la crisis en el 2014, pero es prudente tener en la cabeza el escenario alternativo.

Si pasamos a las divisas, en un escenario de mayor debilidad económica la guerra de divisas se reactivará, y al final es una guerra en la que no pueden ganar todos, por lo que no deja de ser sorprendente, y a nuestro juicio poco sostenible en el tiempo, la simultánea fortaleza de las Bolsas alemana y japonesa, que son las dos Bolsas, junto con la Bolsa tecnológica Nasdaq, que más han subido estas últimas semanas. La semana pasada vimos como el S&P y el Dow Jones apenas se movieron, mientras el Dax subía un 2% en la semana y el Nikkei casi lo mismo. En las últimas cuatro semanas el Dax ha subido un 4,4% y el Nikkei un 10,2%, mientras que nuestro Ibex ha estado plano en el mes y otras Bolsas como la francesa, la italiana o la coreana han tenido solo movimientos suaves.

La fortaleza de algunas Bolsas esta última semana de noviembre ha estado basada en noticias aisladas. A la Bolsa alemana le ha venido muy bien el acuerdo entre los dos grandes partidos para formar Gobierno. En nuestro Ibex ha ayudado mucho el acuerdo de Repsol con el Gobierno argentino y el aval parcial del Gobierno a los créditos fiscales de la banca. En la zona euro el BCE sigue alimentando expectativas de iniciar la compra de activos.

Entramos en diciembre, que no suele ser un mes malo para las Bolsas. En la primera semana tenemos datos importantes para valorar la evolución de la economía, sobre todo el informe de empleo que se publicará el viernes 6, pero también los ISM de manufacturas y servicios para la economía norteamericana, el Beige Book y la revisión del dato de PIB del tercer trimestre en EEUU.

Las subidas verticales que hemos visto en las últimas semanas invitarían a pensar en una corrección natural de las Bolsas, de cierta intensidad, pero a la vista de la euforia reinante y del deseo patente de los Bancos Centrales de sostener las cotizaciones, el escenario más seguro sigue siendo el de un fin de año tranquilo.

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