Las Bolsas han vuelto a mostrar un magnífico estado de forma en una semana que empezó con el desaire de Trump al G7 en Canadá y terminó con el anuncio de aranceles a productos chinos por importe de cincuenta mil millones de dólares, en lo que parece ser el inicio de una guerra comercial global a gran escala.
En medio hemos tenido las reuniones de la Fed y del BCE, con mensajes muy dispares, agresivo el de la Fed y moderado el del BCE. Disparidad que ha vuelto a provocar una fuerte subida del dólar, con el consiguiente impacto desestabilizador en las economías emergentes más vulnerables, como Argentina, que ha tenido que llevar sus tipos de interés al 40% para evitar el desplome del peso.
Pero ni la guerra comercial ni la insinuación por parte de la Fed de que puede haber dos subidas más de tipos este año, es decir, cuatro frente a las tres inicialmente previstas, han logrado alterar esa tranquilidad de la que vienen haciendo gala los inversores una vez superados los nervios del pasado febrero. El Eurostoxx ha subido un 1,7% en la semana impulsado sobre todo por el Dax (+1,9% en la semana) y el Mib italiano (+3,9%). Tras esas subidas semanales todos los índices europeos están ya en positivo en el año, salvo el griego y salvo nuestro Ibex, que se ha tenido que conformar con una subida semanal del 1,1% que deja la pérdida acumulada desde el 1 de enero en el 1,9%.
Las subidas de las Bolsas europeas son una consecuencia directa de la reunión del BCE el pasado jueves, en la que se decidió diferir el final de las compras de bonos (QE) a diciembre de este año, aunque a partir de septiembre se comprarán solo la mitad de los actuales treinta mil millones cada mes, y asimismo se decidió diferir la subida de tipos hasta por lo menos septiembre de 2019. Estas decisiones, unidas al tono "dovish" de Draghi en la rueda de prensa, provocaron una inmediata caída del euro desde 1,18 dólares por euro hasta 1,155 dólares por euro, con la secuela de fuertes subidas del Dax y de otros índices europeos. El Ibex también subió, pero menos, al verse afectado por el fuerte peso del sector bancario. El retraso en la subida de tipos no es, evidentemente, una buena noticia para los Bancos.
Es bastante sorprendente el contraste entre el tono moderado de los mensajes del BCE frente a la contundencia de los de la reunión de la Fed el día anterior, el miércoles. Tanto el comunicado como las palabras del nuevo presidente de la Fed, Jay Powell en la rueda de prensa, utilizaron un tono duro, apuntando hacia dos subidas más este año, lo que situaría el tipo de intervención en el 2,5% a fin de año. A la luz de esos mensajes de la Fed, y de los del BCE, no es extraño que el llamado "dollar index" tocase su máximo anual el pasado viernes (aunque luego cedió ligeramente) y tampoco es chocante que las Bolsas americanas se hayan comportado peor que las europeas la semana pasada. En todo caso, pese a ese peor comportamiento los índices americanos han resistido bastante bien. El S&P ha quedado casi plano, el Dow Jones logró, in extremis, salvar los 25.000 puntos, aunque no ha podido evitar una caída semanal del 0,9% y el Nasdaq ha seguido muy fuerte, subiendo un 1,3% en la semana y batiendo un nuevo récord histórico el pasado jueves al cerrar en 7.761 puntos.
Es muy notable que las Bolsas americanas hayan aguantado tan bien el anuncio por la Fed de dos subidas adicionales de tipos en lo que queda de año y es aún más notable que a nivel global los inversores apenas se hayan inquietado ante lo que parece ser el inicio de una guerra comercial a gran escala. El pasado viernes EE.UU. anunció aranceles por cincuenta mil millones de dólares a China y el gobierno chino anunció represalias, sin dar mayores detalles. Es posible que EE.UU. imponga también aranceles a los automóviles europeos, y cabe esperar que Europa responda de alguna manera. Sin duda Canadá, México y otros países se verán también envueltos en la contienda comercial. Un escenario no muy positivo cuya sola perspectiva conmocionó a los mercados el pasado marzo, aunque ahora parece no inquietar tanto.
¿Cuál es la causa de esa complacencia de las Bolsas?
No cabe duda de que hay datos positivos que animan a los inversores a tomar riesgo. El pasado jueves en EE.UU. se publicó el mejor dato de ventas minoristas de los últimos seis meses, lo que indica el buen "momentum" de la economía norteamericana tras la rebaja fiscal de Trump. Asimismo, hay indicadores que apuntan a un crecimiento del PIB americano este segundo trimestre por encima del 3%. Otro factor positivo es la intensa actividad corporativa, con "megadeals" como la compra de Time Warner por ATT y con muchísimas operaciones de reestructuración de sectores y empresas.
Tal vez esto explique que los inversores estén tan positivos, pero seguramente hay algo más y ese algo más es la convicción de que la Fed no forzará las subidas de tipos si la economía se desacelera y a la vez la convicción de que la guerra comercial terminará en un acuerdo. En este sentido, no hay que olvidar que Trump se considera a sí mismo un gran negociador, y que hace ya veinte años escribió un libro, "The art of the deal" (El arte de negociar) en el que describía técnicas de fuerza negociadora similares a las que ahora está utilizando. Al parecer los inversores piensan que esa táctica va a funcionar y que al final no habrá guerra abierta sino negociación dura y triunfo para ese hábil negociador convertido hoy en presidente de los Estados Unidos.
Será bueno para todos que los inversores estén en lo cierto, ya que la historia nos enseña que una guerra comercial global es realmente perjudicial para la economía, pero no deja de ser tremendamente llamativo que se dé tan poca probabilidad a un escenario de conflicto comercial creciente en el que las cosas se compliquen. El pasado viernes, tras el anuncio de los aranceles a China y tras la respuesta china de poner en marcha represalias, el Dow Jones recuperó notablemente y pasó de perder casi trescientos puntos a cerrar con una ligera caída del 0,3% recuperando, como decíamos, los 25.000 puntos. Toda una demostración de fortaleza que, como decimos, puede responder a que los inversores consideran que al final habrá acuerdo como lo ha habido en el conflicto con Corea del Norte.
La complacencia se extiende también al mercado de bonos. El bono americano a diez años cerró el viernes en un tipo de interés del 2,92% muy por debajo del temido 3%, y el bono italiano a dos años que hace tres semanas cotizaba a un tipo de interés del 2,7% cerró el viernes en el 0,67%.
Esta próxima semana, además de la encuesta de la Fed de Filadelfia, tenemos PMIs preliminares en Estados Unidos, Europa y Japón, y hay reunión del Banco de Inglaterra, pero donde realmente va a estar puesta la atención es en Sintra, Portugal, ya que el lunes empieza el foro anual del BCE, equivalente al que hace la Fed en Jackson Hole a fin de agosto. El lunes Draghi inaugura el foro y el miércoles habrá una mesa redonda en la que participarán los presidentes de la Fed, Jay Powell, del BCE , Draghi y del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda. Una buena ocasión para ver si realmente existe esa divergencia entre los Bancos Centrales que asoma tras las reuniones de la Fed y del BCE esta última semana.
Salvo sorpresas en Sintra o en la guerra comercial, todo parece indicar que hemos entrado en una nueva etapa de complacencia, a la espera de los resultados empresariales del segundo trimestre, lo que nos hace pensar en una semana tranquila después del vencimiento trimestral de opciones y futuros del pasado viernes.
Juan Carlos Ureta Domingo
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