Opinión

El BCE sí tiene límites

Terminábamos nuestro comentario de hace una semana diciendo que las Bolsas estaban muy sobrevendidas y que esa sobreventa provocaría a corto plazo un rebote. Efectivamente el rebote se ha producido, aunque ha habido que esperar hasta el jueves pasado para verlo, y los principales índices (salvo el Nikkei, que ha bajado el 1,1%) han terminado la semana con subidas entre el 1,5% y el 3%. Una vez más, el giro al alza de las Bolsas ha venido de las palabras de Draghi tras la primera reunión del año del BCE, recordando lo que pasó hace un año, cuando el BCE lanzó su programa de compra de bonos soberanos en la reunión del 22 de enero.

En esta ocasión, el BCE no ha puesto sobre la mesa nuevas medidas, ni ha tenido que ampliar los programas en marcha, sino que ha bastado con el anuncio por parte de Mario Draghi de que el BCE dispone aún de muchas herramientas ("no hay límites a la hora de desplegar nuestros instrumentos de política monetaria", dijo literalmente Mario Draghi) y con la insinuación de que las utilizará pronto, concretamente en la reunión del próximo 10 de marzo.

Mario Draghi vuelve así a la exitosa fórmula del "whatever it takes" aunque ciertamente en esta ocasión, a diferencia de julio de 2012, le han hecho falta más de tres palabras para lanzar su mensaje. El impacto en las Bolsas, sin embargo, ha sido inmediato, igual que lo fue tras sus palabras en Londres en julio de 2012, a pesar de que la idea del poder "ilimitado" del BCE sigue siendo tan cuestionable hoy como lo era hace tres años. Entonces podíamos tener la expectativa de que las medidas del BCE serían suficientes, expectativa alimentada por el propio Mario Draghi con su "believe me, it will be enough", comentario que hizo pensar que de verdad el BCE podía solventar los problemas de crecimiento de la zona euro a través de sus medidas monetarias.

Hoy, tres años después y tras varios billones (trillions) de euros gastados, estamos obligados a poner en duda esos supuestos poderes ilimitados del BCE y de los demás Bancos Centrales. Es cierto que el BCE puede hacer muchas más cosas. Puede comprar bonos privados, puede comprar acciones o ETFs en Bolsa como ha hecho ya el Banco de Japón, puede prestar directamente a las empresas o familias, incluso puede regalar dinero a los ciudadanos mediante la fórmula del "helicóptero monetario" acuñada por Milton Friedman. En este sentido es verdad que el BCE dispone aún de muchos instrumentos.

Pero el problema no está en los instrumentos disponibles sino en la eficacia de los mismos. Aun suponiendo que el BCE pudiese hacer todo lo que quiera, aun suponiendo que realmente no tenga límites para ello, lo que sí tiene límites es el resultado de sus instrumentos, que pueden ser ineficaces, inoperantes. Recordando aquella vieja afirmación de T. E. Lawrence, y adaptándola, podríamos decir que "un banquero central puede hacer lo que quiera, pero no puede querer lo que quiera".

Durante la semana hay reunión de la Fed el miércoles y del Banco de Japón el jueves y viernes. Lo que cabe esperar es que en esas reuniones y en los comunicados subsiguientes los banqueros centrales traten de apuntalar, como lo ha hecho ya el BCE, a unas Bolsas que lo han pasado mal en los últimos días. La semana pasada el S&P estuvo al borde de la debacle, si hubiese llegado a perder los 1.800 puntos, como amenazaba, y finalmente terminó la semana superando la cota de los 1.900 puntos al cierre del viernes. A lo largo de la semana hemos visto como varias Bolsas, entre ellas el Nikkei y el FTSE londinense, han entrado en " bear market" tras recortar un 20% desde sus máximos.

Situación, por tanto, delicada para un modelo, el de los Bancos Centrales, que se basa en que los mercados financieros emitan señales positivas. Un modelo en el que se ha puesto mucho esfuerzo para que las Bolsas suban, al punto que cuando se dice que las Bolsas han sobrereaccionado en las dos primeras semanas de diciembre (y es verdad que la velocidad de la caída ha sido muy grande) habría también que preguntarse si no habían sobrereaccionado antes a los estímulos monetarios en varias ocasiones en los últimos años, incluida la subida de más del 20% de las principales Bolsas europeas en el primer cuatrimestre de 2015.

La gran pregunta es si los mercados han dejado o no de bailar al son de los banqueros centrales, y nuestra idea es que sí van a dejar de bailar esa música y van a empezar a centrarse más en los "fundamentales". Pero no lo van a hacer de un día para otro, será más bien un proceso.

Si esta idea es acertada, lo que hemos visto las dos primeras semanas y media de enero sería tan solo una primera oleada de "ajuste estructural" de los precios de los activos, a la que seguirán otras oleadas sucesivas. La expectativa positiva, de ser cierta esta idea, sería que ese largo "ajuste estructural", esa larga "digestión" del modelo monetario, sea más o menos controlado y monitorizado por los Bancos Centrales y por los "policy makers". Una expectativa que no deja de ser un "wishful thinking" si miramos en la historia cómo funcionan realmente los mercados financieros y sus ajustes.

A corto plazo, sin embargo, tras una semana en la que, como decíamos, hemos visto subidas del 1,5% al 3% en los principales índices, salvo el Nikkei, las Bolsas deberían seguir subiendo animadas por las palabras de Mario Draghi y por las que previsiblemente pronunciarán Janet Yellen y Haruhiko Kuroda esta semana.

Hay bastantes datos macro, como el PIB de Estados Unidos en el cuarto trimestre, o la confianza del consumidor de la Conference Board, y hay también bastantes resultados empresariales. Una cuarta parte de las empresas del S&P dan sus beneficios del cuarto trimestre la próxima semana, entre ellas nombres tan relevantes como Johnson & Johnson, Apple, Microsoft, Facebook o Amazon. En España reportan beneficios Caixabank, Sabadell y Popular, entre otros.

Pero lo que realmente debemos seguir es el S&P, que sigue siendo el índice líder de las Bolsas globales, el que realmente marca tendencia. Vamos a ver si realmente es capaz de mantenerse por encima de los 1.900 puntos y vamos a ver si de verdad los 1.950 son una barrera infranqueable.

En principio lo que vemos es una continuidad de las alzas, ya que había demasiadas posiciones cortas que ahora tendrán que deshacerse. Pero el suelo sobre el que se pisa no es demasiado firme.

D.Juan Carlos Ureta Domingo
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