Como era de esperar, el pasado jueves el Banco de Inglaterra bajó los tipos de intervención, por primera vez en siete años, y esta decisión, sumada al buen dato de empleo de la economía americana en julio, con una creación de 255.000 puestos de trabajo que se suman a los 292.000 de junio, ha sido el punto de inflexión de una semana que iba regular y que, sin embargo, logró cerrar el viernes con dos máximos históricos de todos los tiempos, el del S&P y el del Nasdaq.
Así una semana que empezó con caídas muy fuertes en los Bancos europeos y con el petróleo perdiendo los 40 dólares barril, ha terminado al final con buen tono y con subidas generalizadas, salvo en el Nikkei. Se ha cumplido así, aunque sea tras un viaje de ida y vuelta, la previsión que hacíamos al terminar nuestro comentario de hace una semana, de unas Bolsas sin grandes oscilaciones, en calma veraniega. El Eurostoxx y el Ibex han bajado un 0,5% en la semana mientras el S&P y el Dow han subido un 0,3% y un 0,5% respectivamente. Solo hemos visto movimientos algo mayores en el Nasdaq por arriba (+1,14% de subida semanal) y el Nikkei por abajo, con su caída semanal del 1,9%. En el resto de los índices la subida del viernes compensó las bajadas de lunes y martes y, como decíamos, terminaron la semana con muy ligeras subidas o bajadas.
Hay una sensación de "déjà vu" en el movimiento del pasado viernes, que recuerda inevitablemente a lo que pasó hace un mes cuando el buen informe de empleo de junio propició un giro al alza de los mercados, que luego fue ayudado por unos resultados empresariales del segundo trimestre mejores de lo esperado. Ahora, igual que entonces, el sueño de una economía que crece sin tensiones de inflación y con el apoyo de las políticas monetarias (la "goldilocks economy") vuelve a seducir a los inversores, ávidos de nuevos récords. Bien es verdad que queda pendiente resolver el enigma de por qué con un mercado laboral tan fuerte los datos de crecimiento de la economía son mediocres, como se ha vuelto a ver esta pasada semana con los ISM americanos, que han sido discretos y con el PMI chino, no malo pero tampoco espectacular. Pero esas cuestiones no están hoy por hoy en el guion de los inversores.
Como decíamos, el punto de inflexión de la semana fue la reunión del Banco de Inglaterra, que además de bajar tipos, amplió en 60.000 millones de libras su programa de compra de bonos (QE), congelado desde noviembre de 2102 en 375.000 millones, incluyendo también la adquisición de deuda corporativa, por una cuantía de hasta 10.000 millones de libras en los próximos 18 meses. A ello se añade una línea de liquidez para los bancos, que podría alcanzar los 100.000 millones de libras, para intentar que la bajada de tipos llegue a la economía real.
El Banco de Inglaterra ha salido así al rescate, pero no está muy claro que es lo que había que rescatar. La Bolsa inglesa y los bonos se habían recuperado ya totalmente del Brexit, y la caída de la libra podía hacer pensar que era innecesaria una intervención adicional del BoE para reanimar la economía inglesa. Pero es obvio que el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, uno de los más activos defensores de las políticas monetarias no convencionales, ha preferido amarrar bien los temas y eso hoy en día se traduce en más dinero barato para la economía y para los mercados.
No es de extrañar que el tipo de interés del bono británico marcase el jueves, en el 0,64%, los mínimos históricos desde 1703, fecha de su primera emisión. ¿Hacía falta llegar tan lejos? Algunos piensan que sí y que incluso el Banco de Inglaterra debería ir más allá en sus próximas reuniones, a la vista de que los indicadores de precios de inmuebles y de mercado laboral en Inglaterra en julio han sido muy preocupantes.
Sin embargo, es muy dudoso que la medicina monetaria sea, una vez más, la adecuada para resolver problemas estructurales. El problema no está ni en los tipos de interés cobrados por los Bancos ni en la oferta de crédito disponible, que es mayor que la demanda. Los problemas son otros y, paradójicamente, con este paso lo que hace Inglaterra es parecerse un poco más a la vieja Europa de la que se quiere alejar. No es un paso de liberalizar o modernizar la economía, no es hacer las reformas de fondo desde el lado de la oferta (supply side). Es simplemente más de lo mismo, más dinero barato, siguiendo el camino marcado por el Banco de Japón, cuando la "abenomics" hace aguas por todos los lados, y por el BCE, cuando no parece que la economía de la zona euro haya respondido, a la vista de los datos que conocemos.
Algunos analistas y gestores están advirtiendo de los enormes riesgos que los bajísimos tipos de interés generan, como Bill Gross, el llamado "rey de los bonos", que esta semana recomendaba, una vez más, no invertir en bonos sino en oro, materias primas y activos reales, incluidas empresas cotizadas. Pero con un tercio de la deuda soberana emitida a nivel global cotizando con tipos de interés negativos, los inversores se han vuelto a poner en "modo riesgo" y el pasado viernes las Bolsas americanas firmaron su mejor sesión del último mes, en un ambiente festivo.
Esta próxima semana hay datos interesantes como la balanza comercial china de julio el lunes, o las ventas minoristas de julio en EE.UU. y la confianza del consumidor americano medida por la Universidad de Michigan. El petróleo se ha convertido en otro de los indicadores a seguir. Como ya hemos mencionado, la semana pasada los futuros del WTI (crudo ligero americano) cayeron por debajo de los 40 dólares barril, una debilidad que podría estar anticipando debilidad económica en general.
Los índices americanos, con el S&P a la cabeza, son sin duda el principal foco de atención a corto plazo. La temporada de resultados ha finalizado, con cifras menos malas de lo esperado para las empresas americanas. El beneficio de las empresas del S&P ha caído un 2,5% en el trimestre, siendo así que se esperaba un 5,5% y en lo que al Nasdaq se refiere las "big five" tecnológicas han dado buenas cifras.
Este entorno puede invitar a pensar en una ruptura al alza, lo cual arrastraría a los restantes índices, sobre todo en un entorno de volumen muy bajo como es tradicionalmente agosto.
Todo está abierto, tras haber visto, por ejemplo, como el Dow Jones cerraba el pasado martes siete sesiones consecutivas de caídas, para pasar luego a cerrar la semana con una ganancia del 0,6%.
Pero nuestra apuesta, aun a riesgo de parecer aburridos, seguiría siendo la de una nueva semana de calma veraniega.
D.Juan Carlos Ureta Domingo
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