Como era de esperar, las últimas sesiones del año han sido más bien anodinas, con vaivenes en las Bolsas dictados de nuevo por los movimientos en el precio del petróleo, y con variaciones semanales poco significativas, en medio del ambiente semi festivo propio de estas fechas. El Dow, el S&P y el Nasdaq han terminado la semana con caídas algo inferiores al 1% y lo mismo las Bolsas de la zona euro, salvo el Ibex, que ha cedido un 1,4% en esta última semana, y acaba el año siendo el segundo peor índice de la zona euro, tras Grecia, con su caída anual del 7%. Por su lado el Nikkei ha subido el 1,4% en la semana y el MSCI Emerging Markets en dólares ha bajado el 1,2%.
Más allá de esos movimientos de fin de año, a los que hay que dar poca o ninguna importancia, el 2015 deja numerosas dudas y temas pendientes, que tendrán que ir despejándose a lo largo del año que ahora empieza, en el contexto de una economía que lleva ya varios años experimentando una profunda transformación, cuyos motores son la sociedad digital y la realidad de un mundo ya verdaderamente global en su comportamiento y en su dinámica económica y financiera.
Los temas pendientes son, como decimos, numerosos. En primer lugar la desaceleración de China, que sigue su curso tras las seis bajadas de tipos de interés que ha hecho el People´s Bank of China desde noviembre de 2014. El pasado viernes uno de enero China ha publicado los PMIs de diciembre, y de nuevo el PMI de manufacturas se ha situado por debajo de los cincuenta puntos, en concreto en 49,7 puntos, manteniéndose por tanto por quinto mes consecutivo en zona de contracción. Bien es verdad que el PMI de servicios, con sus 54,4 puntos, indica un mayor dinamismo de la parte no industrial de la economía china, pero todo hace pensar que la desaceleración de la economía emergente por antonomasia va a ser larga. El recién terminado 2015 será para China el de menor crecimiento de los últimos veinticinco años y nada indica que esa tónica cambie en el nuevo año.
Un segundo tema es el de la zona euro, tras el nuevo rescate a Grecia. La construcción europea y en particular la unión monetaria siguen siendo edificios inacabados, y los avances son lentos. Solo el BCE ha actuado como una verdadera instancia europea, pero sus limitaciones son cada vez más evidentes.
La caída del petróleo y las materias primas ha sido en otoño el tema que ha sustituido a China y a Grecia como preocupación para los inversores y es otro de los temas que quedan pendientes para el nuevo año. Un tema que conecta con las dudas sobre varias economías emergentes, la principal Brasil, muy afectadas por la desaceleración china y por el desplome del crudo y de otras materias primas. La sombra de una crisis de deuda que afecte a empresas o economías emergentes fuertemente endeudadas en dólares pesa mucho sobre las Bolsas en estos primeros compases de 2016.
La persistente frustración con la "abenomics" en Japón, que no acaba de dar frutos y que lleva a prolongar "sine die" las inyecciones monetarias, presionando al yen a la baja y presionando también a otros Bancos Centrales a seguir ese mismo modelo de convivir con los problemas sin arreglarlos, pero poniendo parches "monetarios".
Todas las preocupaciones anteriores conectan con la incógnita de lo que hará la Fed, es decir, si realmente subirá cuatro veces los tipos hasta situarlos en el 1,25% o si más bien será muy cautelosa en las subidas de tipos y esperará para hacer nuevos movimientos al alza hasta que realmente la economía global despegue, cosa que hoy por hoy no se ve en el horizonte.
Quizás lo más significativo que nos deja el año 2015 se ha producido justo al final, y son las dudas sobre si han llegado ya a su agotamiento las políticas monetarias no convencionales de los Bancos Centrales. En diciembre se han producido tres situaciones muy interesantes que muestran ese posible agotamiento. El primero es la pésima respuesta de las Bolsas europeas a la decisión del BCE el pasado 3 diciembre de prolongar sus compras de bonos seis meses más. Los inversores al parecer querían más, deseaban que el BCE subiese el importe mensual de las compras, siguiendo el ya mencionado modelo japonés. El problema es que la zona euro no puede ser Japón aunque quiera, porque ni tiene unidad política ni tiene homogeneidad en las economías que la integran, por lo que en 2016 es altamente probable que afloren las tensiones soterradas en Alemania e incluso que se cuestione el liderazgo de Merkel tanto en la propia Alemania como fuera de ella.
La segunda situación se produjo con la decisión de la FED de subir tipos por primera vez en una década el pasado 16 diciembre. Tras una primera y fugaz reacción de alivio de los inversores, que deseaban comprobar que la Fed hacía un acto de fe en la buena marcha de la economía norteamericana, las fría reacción de las Bolsas americanas en la segunda quincena de diciembre muestra que no han celebrado ese movimiento, a pesar de que el trabajo de comunicación de la FED ha sido impecable. La duda es, como decíamos, si la FED va a ser muy gradual o va a pisar el acelerador y en principio no gusta que haya nuevas subidas de tipos.
Un tercer reflejo del fin de ciclo de las políticas monetarias lo vimos el 18 de diciembre, cuando la Bolsa japonesa no reaccionó bien al anuncio del Banco de Japón de que incrementaba sus compras de ETFs sobre el Nikkei y que ampliaba la duración de los bonos a comprar.
Todos estos temas pendientes nos hacen pensar en un 2016 con mayor volatilidad, algo que ya hemos visto en la segunda parte de 2015. Una de las imágenes más memorables que nos deja el 2015 fue la sesión bursátil del lunes 24 de agosto, en la que vimos como el Dow Jones caía mil puntos al inicio de la sesión, con desplomes de hasta un 20% en valores de primerísima línea como JP Morgan. Esa sesión nos recordó la fragilidad de unos mercados muy intervenidos por los Bancos Centrales, en los que el riesgo de un "crash" es casi permanente.
El S&P y el Dow Jones van a cerrar 2015 como el peor año de los últimos siete, y el primer año en negativo para el S&P desde 2008, tras haber sido incapaz desde mayo de romper al alza sus máximos anuales de abril y mayo, situados en el entorno de los 2.150 puntos. Una y otra vez el S&P ha intentado, sin conseguirlo, romper esos máximos, y lo que nos deja es la imagen de un largo "techo" redondeado y por ahora infranqueable. Las Bolsas europeas y el Nikkei lo han hecho mejor, medidos en moneda local (otra cosa sería medirlos en dólares) y en principio la apuesta para el 2016 se sitúa de nuevo más en Europa y en Japón que en las Bolsas americanas o emergentes. Pero sinceramente nos parece imposible que siga el rally en Japón y en Europa si el S&P no ayuda.
La primera semana del año empieza con muchísimos datos. Tras los PMI de China, ya comentados, tendremos los PMIs de Estados Unidos, el de manufacturas el lunes y el de servicios el miércoles, y además se publican las actas de la última reunión de la Fed. Y como todos los primeros viernes de mes, el próximo viernes conoceremos el informe de empleo de la economía norteamericana en diciembre.
Todos estos datos, y la media docena de intervenciones de miembros del Consejo de la Fed que hay esta primera semana del año, darán pistas sobre lo que a nuestro juicio va a ser la gran "radiación de fondo" este año 2016, a saber, el ritmo y la intensidad de la recién iniciada "normalización" de la política monetaria por parte de la FED. Normalización que repercutirá de forma importante en las divisas, en las materias primas, en los emergentes y en los bonos y por supuesto en el S&P y en las restantes Bolsas.
Vamos a mirar sobre todo al S&P en estos primeros días del año, ya que en nuestra opinión seguirá siendo el índice que marque la tendencia global.
D.Juan Carlos Ureta Domingo
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