Opinión

Dudas ante una semana importante


Aunque las tecnológicas siguen imparables su marcha triunfal y el Nasdaq cerró el pasado viernes marcando otro récord histórico, las dudas han hecho acto de presencia en la tercera semana de enero. Dudas que han sido mayores en las Bolsas europeas, tal vez por la sensación cada vez más clara de que Europa se encamina hacia una segunda recesión por los efectos de la tercera ola de la pandemia, pero que también se han sentido en Wall Street.

Así, el Ibex, el Mib italiano y el Cac francés se han dejado respectivamente un 2,4%, un 1,3% y un 0,9% la pasada semana. Solo el Dax alemán ha conseguido avanzar un 0,6%, permitiendo al selectivo Eurostoxx cerrar la semana en tablas gracias al empuje de algunos valores alemanes como las automovilísticas (Volkswagen +7,4% en la semana) o algunas industriales (Siemens +10,9% en la semana). En esas subidas de las exportadoras alemanas seguramente ha tenido mucho que ver el crecimiento de China del 6,5% en el cuarto trimestre que se publicó el lunes pasado, superando las estimaciones y dejando el PIB anual en el 2,3%.

En Estados Unidos, como ya viene siendo habitual, las tecnológicas han destacado, permitiendo al Nasdaq avanzar un 4,2% en la semana mientras que el S&P subía un 1,9% y el Dow solo un 0,6%, muy afectado por IBM y por Intel, que en la sesión del viernes se desplomaron respectivamente un 9,9% y un 9,3% tras publicar resultados, por la mala cifra de ventas en el caso de IBM y por haber perdido terreno frente a rivales como Nvidia o AMD en el caso de Intel.

Por el contrario, Netflix ha sido el valor estrella entre las grandes tecnológicas, al subir el pasado miércoles un 15% tras presentar resultados y anunciar que ha sobrepasado a nivel global los doscientos millones de suscriptores. Pero no ha sido Netflix la única gran tecnológica que ha protagonizado fuertes subidas semanales. Alphabet ha subido un 9,5% en la semana, Apple un 9,4%, Facebook un 9,2%, Microsoft un 6,3%, y Amazon un 6%.

Estamos por tanto de nuevo en la "K" bursátil, pero un poco modificada esta vez respecto a la versión de la pasada primavera, porque ahora junto a los valores favorecidos por los confinamientos, los llamados "pandemic stocks", que incluyen a las ya citadas tecnológicas, también suben con fuerza algunas industriales, como las ya citadas automovilísticas alemanas, básicamente por el "efecto China".

En este entorno, muy positivo, han asomado, como decíamos, algunas dudas. Las primeras son las que han acompañado al estreno de la nueva administración americana. La euforia inicial se va enfriando un poco, en parte por el discurso realista de Biden, que alerta de los efectos duraderos de la pandemia, alejando la ilusoria perspectiva de una recuperación en "V" y en parte porque se empieza a percibir que los estímulos fiscales excesivos van a crear una pesada carga hacia el futuro.

Eso que la nueva Secretaria del Tesoro, Janet Yellen, llama, copiando una expresión de Trump, "actuar a lo grande" (act big) puede tener un coste también muy grande. Sumar, como lo ha hecho Biden, casi dos trillones de dólares (trillions) de estímulos fiscales a los novecientos mil millones que aprobó el Senado americano hace menos de un mes, es sin duda un golpe de efecto, pero algunos inversores empiezan a preguntarse por las consecuencias últimas de todo esto.

Hay varias sensaciones que se van extendiendo. La primera es que una parte importante del dinero de los estímulos acaba siempre en Wall Street, inflando los precios de los activos hasta lo que algunos como Jeremy Grantham consideran niveles de burbuja. La segunda es que ese inflamiento del valor de los activos genera desigualdad creciente (inequality) porque más del noventa por ciento de los activos está en manos de menos del diez por ciento de la población. No hace falta pensar en los casos de Elon Musk o Jeff Bezos para entenderlo. La tercera sensación cada vez más extendida es que esos estímulos monetarios y fiscales reiterados y crecientes están creando una economía frágil y de baja productividad. Habría un cuarto temor, menos preocupante a corto plazo, y es el de que al final tanto dinero acabe generando hiperinflación, pero estoy es algo que hoy parece lejano.

El S&P ha subido más de un 15% desde que Biden ganó las elecciones a principios de noviembre pasado y el Nasdaq más de un 20% a pesar de que se consideraba que las grandes tecnológicas podían ser perjudicadas por la nueva administración demócrata. Algunas voces, como decíamos, hablan de burbuja y el comportamiento de mercados como el del bitcoin, que se ha convertido en una montaña rusa, podría avalar esa idea. Tras alcanzar un récord histórico en 42.000 dólares el doce de enero, el bitcoin cayó más de un 15% muy rápidamente para luego remontar hasta batir nuevos récords, antes de desplomarse de nuevo esta última semana un doce por ciento, bajando en algunos momentos de los 30.000 dólares. Vemos también reacciones sorprendentes como la caída el pasado viernes de Intel de un 9,3% cuando había superado de lejos las estimaciones de beneficio de los analistas. Todo esto puede no querer decir nada o puede estar alertándonos de desórdenes por venir. El tiempo lo dirá.

La última semana de enero es importante. Con unas Bolsas americanas de nuevo en zona de máximos históricos y en situación técnica de sobrecompra, publican sus resultados un buen número de compañías, entre ellas Microsoft, Apple, Alphabet, Facebook y Tesla, y además se reúne la Fed y se publica la primera lectura del PIB americano del cuarto trimestre.

La intensidad de la tercera ola del Covid está sorprendiendo a los propios Bancos Centrales y buena prueba de ello es el discurso de Christine Lagarde el pasado jueves. Vamos a ver si la Fed y su presidente Jerome Powell pueden articular algún mensaje algo más ilusionante. Asimismo, esa tercera ola está pasando factura a la economía y los datos del cuarto trimestre lo van a reflejar, prolongándose posiblemente la caída de actividad durante este primer trimestre de 2021. Habrá que leer con atención el PIB americano para valorar los efectos en cascada de la pandemia.

Según como salgan los datos y según como los lea el mercado, en la semana puede pasar de todo, pero nos inclinaríamos a pensar en una semana de asentamiento tras un inicio de año en el que los mercados descuentan solo el caso súper optimista, dejando poco margen para el error.

Juan Carlos Ureta Domingo
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