Opinión

Dos años después, dudas sobre la estrategia de salida

El fuerte impulso dado a las Bolsas de la zona euro por la decisión del BCE de bajar los tipos al 0,05% y por el anuncio de una próxima QE a la europea hecho por Draghi el jueves 4 de septiembre no ha tenido continuidad en la segunda semana del mes, en la que ha habido recortes del 1% en el Dax alemán y el Cac francés, del 1,5% en el Mib italiano, y de algo más del 2% en el Ibex español y en las Bolsas portuguesa y griega. Vemos así como las Bolsas periféricas, que habían sido las más beneficiadas por las palabras de Draghi han sido ahora las más castigadas, si bien siguen acumulando fuertes ganancias en las últimas semanas.

Pero lo más interesante tal vez ha tenido lugar al otro lado del Atlántico, donde el S&P cerraba la sesión el pasado viernes perdiendo la referencia de los dos mil puntos (en concreto en 1.985,5) tras haber cedido un 1% en la semana, en medio de temores de que la Fed pueda, en su reunión de esta semana, dar una señal de subida de tipos, eliminando de su comunicado la ya clásica y famosa frase de que los tipos de interés se mantendrán bajos durante un "periodo prolongado" (considerable time).

Si la semana pasada terminábamos nuestro comentario diciendo que la clave iba a estar en que el S&P mantuviese los dos mil puntos alcanzados a fin de agosto, lo cierto es que los nervios en torno al tono que la Fed mostrase el miércoles tras su reunión de dos días, y el miedo a que no mencione esas dos palabras (considerable time) en el comunicado, han impedido que el S&P mantenga su nivel. Una muestra más de que los inversores solo miran, a corto plazo, si va a seguir habiendo liquidez abundante y barata, como se ha visto también en Japón, donde el Nikkei ha terminado la semana subiendo un 1,8% pese al anuncio de que el PIB japonés se ha derrumbado en el segundo trimestre al hacer un 7,1% en tasa anualizada. La razón de la subida del Nikkei es que los inversores esperan que el Banco de Japón, ante el mal dato del PIB, añada aún más dinero a la ya de por sí enorme cantidad que está inyectando cada mes.

En verano de 2012, hace dos años, los principales banqueros centrales del mundo dieron un salto cualitativo en su apuesta por la expansión monetaria como herramienta básica de salida de la crisis, al comprometerse con inyecciones de liquidez ilimitadas en su cuantía y en su duración temporal hasta que llegase la reactivación. El que primero lo expresó fue Draghi, con su filosofía de "todo lo que haga falta" (whatever it takes) aunque luego el BCE haya sido el Banco Central que menos ha utilizado ese "bazoka" monetario. Lo han utilizado mucho más la Fed, que en su reunión de octubre de 2012 lanzó su tercera ronda de expansión cuantitativa, la llamada QE3, y el Banco de Japón, que tras la elección de Shinzo Abe como primer ministro, tras ganar las elecciones en otoño de 2012, cambió de Gobernador encargándose el nuevo Gobernador Kuroda de poner en marcha en abril de 2013 una expansión monetaria que ha dejado pequeñas a las de la Fed y el Banco de Inglaterra.

Hoy, dos años después de aquel salto cualitativo y cuantitativo, nos enfrentamos a dos cuestiones que están relacionadas entre sí. La primera es si, la "solución monetaria" de la crisis propuesta por los Bancos Centrales va a funcionar. La segunda es si en el caso de que funcionen los estímulos y la economía empiece a despegar, van a funcionar bien las famosas "estrategias de salida" que permitan absorber la liquidez "extra" inyectada y normalizar los tipos. Respecto a la primera cuestión, lo que sabemos, por ahora, es que en la zona euro y en Japón la economía no acaba de despegar, tras varias rondas de estímulo monetario, y sin embargo en EEUU y en Inglaterra sí que hay signos de despegue, pero no son todavía contundentes.

De ahí el interés de la reunión de la Fed de esta próxima semana, ya que por un lado el último informe de empleo americano de agosto ha sido muy malo, y ello alimenta la expectativa de que la Fed pueda ser más "suave" y retrase la subida de tipos, pero por otro lado se teme que si la Fed prosigue con su hoja de ruta y recorta de nuevo las inyecciones mensuales de liquidez avanzando hacia una subida de tipos en el primer trimestre de 2015, la "estrategia de salida" puede derivar hacia un parón en seco de la aún débil reactivación de la primera economía del mundo. Es decir, nos enfrentamos de lleno a la dificultad de salir de las políticas de expansión de la liquidez sin abortar la recuperación.

Aparte de la Fed va a haber otras citas de interés en la semana, como el referéndum de Escocia el jueves 18, o la salida a Bolsa del gigante chino de Internet Alibaba, que va a ser la mayor salida a Bolsa de la historia. Ambos temas, junto a la evolución de las situaciones de Ucrania e Irak, van a mover, sin duda, el mercado en una semana en la que vencen los futuros y opciones trimestrales dando lugar a la "triple hora bruja". Pero la Fed será, a nuestro juicio, el centro de todas las miradas.

Ninguna de las dos decisiones es fácil, ni la de dar marcha atrás en la estrategia de salida adoptando un calendario más largo en el tapering y en la subida de tipos, ni la de poner ya fechas al final de una relajación monetaria que forzosamente debe tener un límite. Señalizar y/o preanunciar la subida de tipos puede añadir inestabilidad a unos mercados que de por sí estarán nerviosos ante el referéndum de Escocia, más aún si sale el sí a la secesión. No hacerlo es evidenciar, una vez más, que los Bancos Centrales no saben muy bien cómo salir de sus políticas ultra expansivas y no lo saben porque, como decíamos, es muy complejo, como lo han sido siempre todos los aterrizajes suaves. En este entorno, los tipos de los bonos han repuntado algo, aunque muy poco. El T bond americano cerró el viernes a un tipo de interés del 2,61% y el tipo de interés del bund vuelve a estar por encima del 1% aunque solo muy ligeramente. Podrían ser indicadores de que la Fed va a estar el miércoles en la línea dura, y de que viene una subida de los tipos, pero realmente es prematuro sacar conclusiones de un movimiento de vuelta hacia arriba de los tipos de interés que aún es muy pequeño en comparación con la caída de tipos de los últimos meses.


A medio plazo seguimos pensando que vendrá un ajuste a la baja en las Bolsas, empezando por el S&P, ya sea porque no llegue el crecimiento en la medida deseada, lo cual indicará que las políticas de expansión cuantitativa tienen, en el mejor de los casos, efectos limitados sobre la actividad y el crecimiento económicos, o ya sea porque los tipos suban si hay crecimiento, lo cual alarmará a unos mercados financieros e inversores que tienen una dependencia enfermiza y casi adictiva al dinero barato.

A más corto plazo, y en lo que a esta semana se refiere, pensamos que la Fed tenderá a calmar los nervios de los mercados, asegurando que no va a subir tipos mientras la economía no tenga realmente fuerza, lo cual, con el permiso del referéndum escocés y de Ucrania, puede ser suficiente para tener un vencimiento trimestral de derivados tranquilo, en niveles algo superiores a los del pasado viernes, pero no bastaría, en nuestra opinión, para volver a situar al S&P de forma cómoda por encima de los dos mil puntos.

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