Al final ha sido correcta la previsión que adelantábamos en nuestro último comentario de una primera semana de diciembre sin grandes movimientos. Efectivamente hemos visto al S&P casi plano en la semana, y al Dow Jones, el Nikkei y el Eurostoxx 50 con subidas suaves del entorno del 1%. Por el lado negativo solo destacar a nuestro Ibex 35 y al Nasdaq, que han caído un 1% en la semana (el Nasdaq por Apple), y por el lado positivo al Dax, que el jueves por la mañana tocó niveles máximos de los últimos cinco años, y al Shanghai Composite que ha subido más de un 4% situándose de nuevo por encima de los 2.000 puntos.
Lo interesante es que esta falta de movimientos no deriva de ningún consenso generalizado en torno a que las valoraciones de las Bolsas sean las correctas, sino que, por el contrario, se produce en medio de una gran disparidad de opiniones entre los analistas, los economistas y los responsables políticos. Mientras para unos estamos empezando un círculo virtuoso que conducirá a la reactivación económica a partir de 2013, para otros estamos ante una inminente catarsis, necesaria para limpiar de una vez por todas los balances y para que quienes deban hacerlo asuman definitivamente las pérdidas embebidas en el sistema, condición "sine qua non" para poder hablar de crecimiento.
Conviven así dos discursos. El discurso de los brotes verdes y de las subidas previsibles de las Bolsas de más de un 10% en el 2013 (varias firmas de análisis pronostican niveles de 1.600 o cercanos para el S&P en el 2013 lo cual supondría batir los máximos históricos de todos los tiempos) y el discurso de la recesión económica en los próximos meses y el definitivo colapso de los mecanismos de gobernanza de la zona euro. Unos mecanismos de gobernanza muy deteriorados, que a duras penas han aguantado hasta ahora y que difícilmente pasarán la prueba de la crisis sin ser rediseñados. En EE.UU. el "caso positivo" se refuerza con la nueva suficiencia energética americana por las reservas de "gas pizarra" y con la idea de que el mercado inmobiliario ha tocado fondo, lo que propiciará una mejora del empleo. El "caso negativo" sin embargo nos dice que también en EE.UU, a pesar de su capacidad de emitir dólares, tarde o temprano creará problemas el endeudamiento público, ya superior al 100% del PIB, haya o no haya acuerdo sobre el "precipicio fiscal" y que la economía como mucho crecerá al 2% en los próximos años, lastrada por un largo proceso de desapalancamiento necesario para reducir los insoportables niveles de deuda acumulados.
Si analizamos la primera semana de diciembre hemos visto argumentos para apoyar las dos visiones dispares de la realidad.
En el lado negativo hemos visto como Alemania bloqueaba el martes pasado la llamada unión bancaria, que se presentó en la cumbre del pasado junio como un gran avance para blindar el euro. Hemos visto también como la subasta del Tesoro español del miércoles pasado no pudo cubrir sus objetivos de colocación, por lo que nuestra prima de riesgo ha vuelto a situarse por encima de los 400 puntos. Y sobre todo hemos visto como el BCE bajaba en su reunión del jueves pasado el pronóstico de crecimiento para la zona euro pasando de una estimación previa de crecimiento del PIB del 0,5% a una estimación de caída de un 0,3% para el 2013. El mismo día el Bundesbank rebajaba la previsión de crecimiento de la economía alemana en el 2013 desde un 1,6% a un 0,4%.
Todo esto, unido a un pésimo dato de confianza del consumidor americano difundido el viernes por la Universidad de Michigan, que denota que las familias americanas siguen sin verlo claro, es lo que ha hecho que las Bolsas no inicien con decisión un rally navideño. Y no lo han iniciado pese a que por el lado positivo los ISM americanos de noviembre han sido buenos, el informe de empleo americano de noviembre del viernes pasado fue muy bueno y en la zona euro se da por sentado que Grecia recibirá dinero.
La pregunta es ¿cómo será 2013? Hoy por hoy la respuesta más segura es que seguiremos caminando por ese "territorio inexplorado" creado por los Bancos Centrales, en un mundo de bajo crecimiento económico, alto desempleo estructural, tipos de interés oficiales ultra bajos, compras crónicas de bonos y activos por los Bancos Centrales y persistencia de altos niveles de deuda acumulada, que solo se reduce a través de un desapalancamiento muy lento y prolongado.
A corto plazo el deseado rally de Navidad puede verse frustrado no solo por la falta de avances en las conversaciones sobre el precipicio fiscal (lo normal es un acuerdo de última hora) sino también por una cierta degradación del escenario político europeo. El anuncio de dimisión anticipada de Monti, el cisma suicida de la hasta hace poco gobernante derecha francesa y las disensiones entre las principales fuerzas políticas españolas evidencian hasta qué punto la política europea está enferma, justamente en el momento en el que más falta hace un liderazgo fuerte.
Si la pregunta es cómo responden las Bolsas a este entorno, la respuesta habría que verla en Japón y en sus veinte años de digestión de la burbuja, aunque sea un espejo en el que a nadie le guste mirarse.
A corto plazo, y con ganancias acumuladas anuales del 27,5% en el Dax, y del 12,7% en el Nikkei y en el S&P, la dirección de las Bolsas la va a marcar el futuro del S&P. Si sale hacia arriba de su zona de congestión en torno al 1.415 habrá rally de fin de año y si rompe hacia abajo habrá recortes de fin de año. La cercanía del Dax y del S&P a sus máximos anuales de todos los tiempos nos sigue pareciendo el mayor obstáculo a una subida fuerte de las Bolsas en los próximos meses, dado el entorno de desaceleración económica global que se apunta para el 2013.