La evolución casi plana de las Bolsas esta primera semana de julio es una muestra clara del desconcierto y de la indecisión de los inversores ante lo que muchos consideran el principio del fin de la era del "easy money".
Los índices americanos apenas se han movido (S&P plano, Nasdaq +0,2%, Dow +0,3%) aunque hay que resaltar que el Dow marcó un nuevo máximo histórico de todos los tiempos el pasado lunes, y los europeos han saldado la semana con subidas del entorno del medio punto porcentual, gracias al buen comportamiento de los Bancos, subidas leves que saben a muy poco tras los fuertes recortes de fin de junio. Esa misma tónica de movimientos muy suaves es la que hemos visto en el Nikkei (+0,5% en la semana) y en los emergentes.
Como en otras muchas ocasiones, el número final no refleja del todo la realidad de la semana, ya que a lo largo de las cinco sesiones hemos visto dudas y movimientos al alza y a la baja, movimientos que nos han recordado a los vaivenes de la semana pasada, aunque ciertamente hayan sido de mucha menor intensidad.
Como era de esperar, las actas de las reuniones de junio de la Fed y del BCE han sido uno de los focos de atención de la semana, siendo el otro los datos económicos y, muy especialmente, el informe de empleo americano de junio que se publicó el viernes.
El tono duro de las actas de la Fed, que trasluce su determinación de seguir subiendo tipos y de empezar a reducir balance al entender que la debilidad del crecimiento y de la inflación son pasajeros, ha desatado una oleada de ventas de bonos soberanos, con la correlativa subida de tipos de interés. Ventas que se intensificaron al publicarse el jueves las actas del BCE, a pesar de su tono bastante más cauteloso que el de la Fed a la hora de evaluar la reactivación de la economía europea.
El T Bond americano a diez años pagaba el 26 de junio un tipo del 2,1% y lo hemos visto los últimos días por encima del 2,4%. El bund alemán cerró el viernes con un tipo del 0,56%, nivel no visto desde enero de 2016 y que supone romper al alza resistencias técnicas que algunos analistas consideran importantes. Son tipos de interés todavía relativamente bajos en términos históricos, pero la subida desde los mínimos de los últimos meses es muy notable (recordemos que no hace mucho el bund alemán estaba en tipo nominal negativo del -0,2%) y el mercado teme que estemos viendo los primeros pasos de una subida de tipos mucho mayor. Es decir, que estemos a las puertas de un "fin de era" (the end of one era) como lo ha definido Ray Dalio en un reciente artículo.
Esa perspectiva del fin del ciclo monetario provocó malestar en las Bolsas el miércoles y el jueves, pero curiosamente la publicación del informe de empleo americano el viernes, con una creación de puestos de trabajo mayor de la prevista, devolvió la tranquilidad a las Bolsas impulsando un cierre de semana positivo. Puede parecer extraño, y de hecho lo es, que, si a los inversores les inquieta que la Fed endurezca su política, celebren un dato, el de que el mercado laboral americano esté fuerte, cuya consecuencia es que la Fed se verá más forzada aún a subir los tipos.
La interpretación más lógica es que lo que de verdad inquieta a las Bolsas es la combinación de una subida de tipos con un desempeño "mediocre" de la economía, o, dicho de otra forma, que si suben los tipos pero llega un crecimiento vigoroso, la recepción de las Bolsas será positiva, como lo ha sido en otros ciclos históricos de subida de tipos.
El sueño dorado de los banqueros centrales es conseguir precisamente eso, la salida de las políticas monetarias ultra laxas coincidiendo con una economía lanzada que permita a las Bolsas absorber el impacto de la subida de tipos y de la retirada de la liquidez extra. Un sueño que algunos, como el ya mencionado Ray Dalio, y como la propia Fed o al menos algunos de sus miembros, ven posible e incluso probable.
Pero puede no ser tan sencillo. Hay que tener en cuenta que llevamos ya treinta años de políticas monetarias de apoyo (todo empezó con Greenspan tras el crash del Dow Jones en octubre de 1987) aunque la aceleración máxima de esas políticas se haya producido a partir de 2009 y muy especialmente a partir de 2012. Poner fin a todo eso sin romper nada no es fácil. De hecho en 2011, en 2013, y en 2014 hemos visto ya intentos de empezar a girar el rumbo monetario hacia escenarios más restrictivos y por ahora los banqueros centrales siempre han dado marcha atrás porque a los "policy makers" no les gustan las turbulencias de los mercados.
De momento, en una segunda semana de julio empieza la temporada de resultados con tres grandes Bancos americanos (JP Morgan, Citi y Wells Fargo) reportando sus cifras el viernes 14, y además Janet Yellen tiene su comparecencia semi anual en el Congreso y en el Senado. Hay también, como siempre, numerosas noticias económicas como el IPC de junio, la encuesta de confianza de Michigan y las ventas minoristas americanas, los IPCs europeos de junio, y varios datos en China.
No cabe esperar sorpresas en ninguno de esos datos, como no las hubo la semana pasada en los PMI chinos, europeos y americanos que se publicaron, y por ello lo más probable es que se mantenga el buen tono y la tranquilidad que el informe de empleo de junio devolvió a las Bolsas el pasado viernes, con movimientos escasos y a la espera de asimilar mejor las consecuencias últimas que para la economía y los mercados va a tener el giro de las políticas monetarias hacia un entorno más restrictivo, si es que finalmente se produce.
D.Juan Carlos Ureta Domingo
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