Lejos de protagonizar el habitual "rally" de Acción de Gracias, y lejos también de la estabilización por la que apostábamos al terminar nuestro anterior comentario, las Bolsas americanas han cerrado la semana con pérdidas gruesas, confirmando así que atraviesan una fase de debilidad que podría poner en peligro el tradicional "rally" de fin de año.
Con recortes semanales del 4,4% para el Dow Jones, del 4,3% para el Nasdaq y del 3,8% para el S&P, que el viernes entró en corrección técnica al caer ya más de un 10% desde los máximos del 20 de septiembre, las acciones americanas se han comportado en esta semana semifestiva mucho peor que las europeas (Eurostoxx -1,4% en la semana, Ibex -1,5% y Dax -1,3%) y que el Nikkei, que ha quedado prácticamente plano. Incluso las emergentes se han comportado, en su conjunto, y con excepción de la de Shanghai, mucho mejor que las americanas, ya que el MSCI Emerging Markets en dólares ha caído el 1,7%, menos de la mitad que el S&P.
Además de comportarse peor que las europeas, ha habido otra novedad en las Bolsas norteamericanas y es que esta vez no han sido solo las tecnológicas las que han experimentado recortes significativos. Ciertamente las tecnológicas empezaron la semana cayendo con fuerza el lunes, con descensos en la sesión del entorno del 5% para Apple, Amazon y Facebook, y no han sido capaces de remontar en las sesiones siguientes. Aunque hace dos meses, cuando no paraban de subir, habría podido parecer impensable, la realidad es que las llamadas FAANG (Facebook, Amazon, Apple, Netflix y Google-Alphabet) están ya, todas y cada una de ellas, en territorio técnicamente "bajista", es decir, caen más de un 20% desde sus máximos anuales.
Pero los recortes no se han limitado esta vez a las tecnológicas. Uno de los sectores más castigados ha sido el de las compañías de distribución minorista, las llamadas "retailers". La presentación de resultados de Target el pasado martes desató un pequeño terremoto en el sector, aunque los datos de ventas que publicó Target no fueron malos (subida del 5,1% en ventas comparables y crecimiento del 49% en el canal online). Aparentemente otros datos, como la caída de los márgenes, no gustaron a los inversores, y el resultado fue una caída de más del 10% para Target, del 2,7% para Walmart, y del 3,4% para Macy's , aunque tanto Walmart como Macy's habían presentado incrementos trimestrales de sus ventas la semana pasada. Ni los resultados de otras cadenas como Best Buy o Kohl ni las primeras noticias sobre las ventas del llamado "Black Friday" han servido para mejorar el mal tono del sector minorista, del que ya no se libra ni siquiera Amazon, que ha recortado más de un 25% desde sus máximos de agosto.
Aunque sin tanta intensidad, el resto de los sectores también se han sumado a los recortes. Hay bancos, como Goldman o Citi, que están ya en territorio "bajista" (más del 20% de caída desde máximos) tras los recortes de esta última semana, y aunque algunos valores como Johnson&Johnson, Procter&Gamble o JP Morgan se mantienen bastante bien, la realidad es que es difícil encontrar fortaleza en ningún sector.
¿Cuál es la lectura de todo esto?
En nuestra opinión la lectura principal es que lo que está detrás de las caídas de octubre y noviembre es el crecimiento y no la eventual inflación o la subida de tipos de interés. El detonante fue la reunión del FMI en Bali a principios de octubre con su aviso de una desaceleración global y, desde entonces, todos los datos que han ido saliendo han confirmado, lamentablemente, esa previsión. El desplome del petróleo, cuyos futuros, en la modalidad de crudo ligero americano (WTI) cerraron el viernes pasado en 50,4 dólares por barril (los del Brent cerraron por debajo de 60 dólares) nos está seguramente lanzando el mismo mensaje de un crecimiento económico global a la baja.
Lo inquietante, como sugirió el FMI en Bali, es que esa desaceleración se produce en un mundo cuya deuda es hoy muy superior a la del 2008 y en un entorno de subidas de tipos de interés. Un cóctel nada tranquilizador que tiene como consecuencia obligada el giro en el sentimiento inversor, desde la complacencia del verano hasta la clara aversión al riesgo que empieza a extenderse entre los inversores. Un símbolo de esa aversión al riesgo es el desplome del bitcoin, que está ya cerca de los 4.000 dólares por bitcoin desde los 20.000 que alcanzó a principios de este año. Jeffrey Gundlach, el conocido gestor de Doubleline, decía el pasado febrero que la cotización del bitcoin es un indicador anticipado de la confianza inversora y, si esto es así, hay que pensar que, a medio plazo, aún queda corrección por delante en los índices americanos.
A más corto plazo, cabe preguntarse, de nuevo, por el tradicional "rally" de Navidad. La semana pasada mencionábamos tres elementos que podían eventualmente dar soporte a un posible rally de fin de año, y la verdad es que esos tres elementos de posible "rescate" siguen ahí.
El primero es el posible acuerdo entre EE.UU. y China que ponga fin a la guerra comercial, un acuerdo que tendría como escenario la reunión del G20 que empieza el próximo fin de semana en Buenos Aires. Aunque somos muy escépticos respecto a ese posible acuerdo y aunque en todo caso la guerra entre Estados Unidos y China va más allá de lo comercial y es una guerra por el liderazgo global, lo cierto es que cualquier señal de entendimiento o negociación entre Trump y Xi Jinping puede dar alas, a corto plazo, a las Bolsas sobre todo tras los recortes tan fuertes de estas últimas semanas.
El segundo elemento es que la Fed modere el ritmo de las subidas de tipos. El próximo miércoles Jerome Powell, el presidente de la Fed, da una conferencia en el Economic Club de Nueva York, y tiene una oportunidad de oro para cambiar su discurso, que hasta el momento ha sido totalmente insensible a las caídas de los mercados financieros. Frente a la llamada "put" de Bernanke y de Yellen, que no soportaban las caídas de las Bolsas y enseguida salían al rescate, Powell ha sido mucho más frío y ha dicho reiteradamente que a la Fed no le preocupan los vaivenes de los mercados y que no van a condicionar la política de la Fed. Seguramente las actas de la última reunión de la Fed, que se publican el próximo jueves, abundaran en ese discurso "duro" e insensible a lo que pase en las Bolsas. Pero recientemente el vicepresidente de la Fed, Richard Clarida, fue algo más flexible en una entrevista televisiva y el propio Powell, en la intervención en la Fed de Dallas que comentábamos el pasado lunes, fue menos "optimista" de lo habitual sobre la economía norteamericana, lo que podría mover a pensar que el ritmo de subidas de tipos va a ser menos agresivo. Veremos si Powell confirma el miércoles esta expectativa.
En tercer y último lugar están las recompras de acciones, los "buy backs", una vez terminada la temporada de resultados, que impide a las compañías hacer compras. Si las compras de acciones propias se reactivan significará que las empresas confían en su futuro, y al revés en caso contrario. Veremos.
En pocos días comprobaremos si esos tres factores pueden animar a las Bolsas en esta recta final del año, pero lo que parece cierto es que el genio ha salido de la botella, y volver a meterlo no va a ser tarea fácil.
En una semana básicamente tranquila en lo que a datos y a resultados empresariales se refiere (en Alemania encuesta IFO y en EE.UU. última lectura del PIB del tercer trimestre), apostaríamos, aun a riesgo de equivocarnos de nuevo, por un fin de mes con mejor tono bursátil, para cerrar un noviembre cuya segunda parte ha sido decepcionante y para preparar un fin de año más o menos llevadero, a la espera de lo que nos pueda traer un 2019 que ya empieza a inspirar respeto y cierto temor entre los inversores.
Juan Carlos Ureta Domingo
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