La complicada situación derivada de la ruptura de la burbuja de crédito, que alcanzó su punto extremo en otoño de 2008 tras la quiebra de Lehman, podría hacer pensar en un escenario complejo de inversión, en medio de una economía de crecimiento débil, en la que persisten elevados niveles de deuda y en la que muchos de los comportamientos y de las políticas aplicadas para salir del estancamiento económico recuerdan a los que hace siete años se decía que habían sido los causantes de la crisis.
Sin embargo, los inversores pueden olvidar por completo esas complejidades y optar por un esquema de inversión sencillo que viene funcionando de maravilla, sobre todo a partir de verano de 2012. Se trata, simplemente, de apostar por los activos de riesgo, y de esperar a que suban bajo el efecto de las sucesivas políticas de estímulo monetario no convencional puestas en marcha por los Bancos Centrales.
La última etapa de esas políticas está siendo la compra de bonos (QE) por el Banco Central Europeo, y los efectos en los activos de la zona euro ya son visibles. Quien apostó hace un año o hace unos meses por comprar bonos soberanos periféricos, sin mirar demasiado a los fundamentales del Tesoro emisor, está ya ganando mucho dinero, salvo en el caso de Grecia, si bien no hay que descartar, más bien lo contrario, que los bonos griegos sean la próxima apuesta de riesgo amparada por el BCE. Igualmente, quien apostase a principios de este año por la renta variable de la zona euro, olvidando los riesgos del caso griego o la peligrosa tendencia a la deflación en la zona, ha tenido también su premio. El Dax alemán y el Mib italiano han subido un 22% en el primer trimestre de 2015, nuestro Ibex el 12% y el Eurostoxx el 17%. No está nada mal para un solo trimestre.
Esto lleva a los inversores a una conclusión simple pero muy efectiva, que consiste en comprar activos de riesgo siguiendo la sugerencia explícita de los banqueros centrales. La vieja idea de no luchar contra el Banco Central (dont´t fight the Fed) sino más bien ponerse de su lado adquiere así un significado mucho más proactivo, el de anticiparse al Banco Central.
Al fin y al cabo, las políticas monetarias de estímulo no son nada nuevo, ha habido precedentes de devaluación monetaria masiva, como el abandono sucesivo del patrón oro en los años treinta del pasado siglo, cuando tras la decisión de Inglaterra en 1931, EE.UU. optó también por el abandono en 1933 y luego, ya en 1935 y 1936 fueron los países del llamado "bloque del oro" (Francia, Bélgica, Holanda, Suiza) los que finalmente rompieron la vinculación de sus divisas con el oro. Esas decisiones pusieron suelo al deterioro económico de la Gran Depresión, pero el verdadero crecimiento no vino hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
Hoy la economía es diferente, y vivimos el fenómeno de la globalización y de la revolución tecnológica como motores del crecimiento, pero las estrategias monetarias de estímulo se parecen mucho a las de aquella época y a las que, más recientemente, pusieron en práctica Greenspan y Bernanke entre 2001 y 2007, sin ir más lejos. En 2008 todos criticaban a Greenspan como el causante de la burbuja de deuda, hoy es el ejemplo a seguir.
La clave de que el modelo finalmente funcione es que la economía real, no solo la financiera, responda a esos estímulos monetarios y empiece un ciclo de crecimiento. Y eso es algo que todavía debemos ver.
En este sentido, la semana semifestiva a caballo entre marzo y abril nos ha brindado dos datos que muestran dudas sobre la fortaleza del crecimiento norteamericano. Por un lado, el miércoles se publicó el ISM de manufacturas de marzo en EE.UU. arrojando una cifra de 51,5, un punto menos de lo esperado. Los índices americanos reaccionaron con recortes suaves y los europeos al revés, con subidas suaves. El viernes se supo que la creación de empleo en marzo en EE.UU. estuvo muy por debajo de lo esperado, y fue la peor cifra de nuevos empleos desde fines de 2013. Los tipos de los bonos bajaron al conocerse la noticia, esperando que la Fed sea más "paciente" a la hora de subir tipos, pero, en lo que al crecimiento económico se refiere, no son buenas noticias, tal y como lo reflejaron los futuros del Dow, en su breve sesión del viernes, al caer tras el dato.
El aparente "techo" del S&P tal vez nos esté indicando que, una vez la Fed empiece a normalizar su política monetaria, las Bolsas van a ir alcanzando sus niveles máximos, entrando en una lenta digestión bajista, a la espera de que llegue el crecimiento económico en serio. Pero en realidad estamos viviendo un escenario muy novedoso, insólito, y nadie puede aventurar cuál vaya a ser el desenlace.
Desde el punto de vista práctico, lo sencillo es tomar riesgo bajo la protección del Banco Central, sin preocuparse de nada más. La otra opción, la de tratar de protegerse de los numerosos factores de incertidumbre, ha funcionado realmente mal estos últimos tres años, y la eterna amenaza de que puede venir el lobo no asusta ya a unos inversores que ven como los Bancos Centrales salen siempre al rescate y que ven como ganan quienes confían en la Fed.
La semana que viene, además de publicarse el lunes el ISM de servicios, que servirá para verificar si la economía norteamericana está también débil en el segmento no manufacturero, tenemos algunas referencias interesantes de la Fed. El lunes habla William Dudley, presidente de la Fed de Nueva York y considerado como muy afín a Yellen, por lo que sus palabras serán escuchadas con atención. El miércoles se publican las actas de la última reunión de la Fed, en la que decidió eliminar la palabra "paciente" del comunicado, lo que hace especialmente interesante conocer el debate que acompañó a ese cambio.
Por enésima vez desde la quiebra de Lehman en 2008, estamos en un momento interesante, en el que de nuevo se ponen a prueba las novedosas políticas de expansión de la base monetaria (QE). Si la economía real no acaba de despegar, siempre quedará la solución de seguir inyectando dinero. Al fin y al cabo, ya en el 2001 Greenspan, entonces presidente de la Fed, estableció la doctrina según la cual, en caso de equivocarse, es mejor que la Fed se equivoque por el lado del exceso de estímulos monetarios y no por el lado de quedarse corta. Desde entonces la Fed ha sobreestimado varias veces el riesgo de deflación, y lo normal es que esta vez lo haga también. Otra cosa es que funcione o no la medida.
Si miramos el aspecto técnico de los índices bursátiles, vemos a los de la zona euro rompiendo al alza, tras un primer trimestre histórico para las Bolsas europeas, mientras, como decíamos, los índices americanos y el S&P a la cabeza, parecen estar formando un "techo" redondeado, tras seis años de subidas que han hecho triplicar las cotizaciones.
Con esta divergencia técnica de fondo, y empezando ya la temporada de anuncio de resultados de las empresas americanas este trimestre próximo, los retos para el inversor son enormes. O tal vez no, tal vez siga siendo tan simple como comprar la mayor dosis posible de riesgo y esperar. El tiempo dirá.
D.Juan Carlos Ureta Domingo
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