Opinión

De nuevo, protagonismo de la FED

Las Bolsas mundiales, con muy escasas excepciones, han vuelto a protagonizar una semana de subidas, movidas por los ochenta y cinco mil millones de dólares que cada mes inyecta la FED al mercado y por el uno por ciento del PIB japonés que igualmente cada mes inyecta el Banco de Japón a través de su programa ilimitado de compra de bonos y de activos.

De nuevo el Nikkei ha sido el que más ha subido entre los grandes índices, con su alza semanal del 3,6%, seguido de las Bolsas americanas (S&P +2%, Dow Jones +1,5%) y ya a algo más de distancia, de las europeas (Eurostoxx 50 y Cac +1,2%, Dax +1,4%). Nuestro Ibex 35 fue de los peores y tuvo que conformarse con un avance semanal del 0,4%.

Estas subidas, una vez más, no están soportadas en los datos económicos. Es verdad que ha habido algún dato económico positivo durante la semana, como el crecimiento del PIB japonés en el primer trimestre, del 3,5% anualizado, o el buen dato de confianza de la Universidad de Michigan el viernes pasado, que arrojó la mejor cifra de los últimos seis años. Pero en general las cifras han sido malas, incluso muy malas. En la zona euro se ha confirmado el sexto trimestre consecutivo de caída del PIB, con un descenso del 0,2% en el primer trimestre tras las caídas del pasado año. Alemania ha escapado de la recesión gracias a un modesto crecimiento del 0,1% en el primer trimestre y el resto de los países miembros, incluidos Francia, Holanda, Finlandia e Italia, cayendo. En el caso de Italia cayendo un 0,5% en el trimestre.

Pese a ello las Bolsas han subido, porque la llave de la continuidad de las subidas la siguen teniendo los Bancos Centrales. De ahí el protagonismo que vuelve a adquirir esta semana la FED ya que el próximo miércoles se publican las actas de la última reunión y comparece Bernanke ante la Comisión conjunta del Congreso y el Senado para ofrecer su visión de la situación económica. Asimismo durante la semana hablan varios miembros del Consejo de la FED en diversos foros, empezando el lunes Charles Evans de la Fed de Chicago, y siguiendo el martes James Bullard de la Fed de San Luis, que habla en Frankfurt y William Dudley, de la Fed de Nueva York, que habla en la Japan Society de Nueva York.

Es pronto para que la FED retire los estímulos monetarios, sobre todo a la vista de que la inflación americana está en el 1,1% y la de la zona euro en el 1,2%, pero el lenguaje que utilice Bernanke y lo que digan las actas mostrará hasta qué punto hay o no debate en el seno de la FED sobre una retirada próxima de la expansión monetaria cuantitativa. Un momento en el cual, según decía en su Junta anual Warren Buffet, hay riesgo de que se pueda oír un gran estruendo a nivel global.

Ésta es, por tanto, la gran expectativa de la una semana en la que ya quedan muy pocos resultados empresariales por publicarse y en la que da la sensación de que, pase lo que pase, las Bolsas seguirán subiendo mientras haya dinero de los Bancos Centrales. Una sensación que recuerda a los viejos y tan criticados tiempos de la burbuja, pero que ahora todos vuelven a aplaudir como fórmula de salida de la crisis.

Fuera de la renta variable, vemos algunos signos contradictorios en los mercados. Vemos por un lado un dólar muy fuerte, lo cual suele suceder cuando hay turbulencias (recordemos la fortísima subida del dólar en otoño de 2008), pero a la vez vemos al oro, que hasta hace poco era el valor refugio por excelencia, desplomándose por segunda vez en menos de un mes. Se podría argumentar que es lógico que al subir el dólar baje el oro, ya que son inversiones un tanto contrapuestas, pero podemos recordar como en verano de 2011 el dólar subía fuertemente a la vez que el oro marcaba sus máximos históricos de todos los tiempos por encima de 1.900 dólares la onza.

También vemos movimientos curiosos en los tipos de los bonos largos del Tesoro, como el T bond o el bund. Un día parecen querer subir (por ejemplo el tipo del T bond casi subió al 2% el miércoles) y al día siguiente vuelven a bajar, sin aparente razón que lo justifique. Tal vez estemos, como opina Bill Gross, ante síntomas del final del mercado alcista de los bonos, que ha durado tres décadas, o tal vez no. Es difícil saberlo.

En definitiva, hay cierto desorden en los mercados, y es ese desorden el que nos hace mantenernos con una razonable distancia y cautela, pese a la euforia que parece haberse apoderado de los inversores. Seguimos apostando por la renta variable, pero con mucha selección, guiada por la calidad y por el precio, y tomando coberturas, aunque cuesten dinero. En renta fija preferimos estar en plazos cortos.

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