Hace cuatro años que, en abril de 2009, empezó un gran mercado alcista en las Bolsas, que ha sido capaz de convivir con un entorno de crisis en la economía real, y que incluso ha ido ganando fuerza en medio del escepticismo permanente de los inversores, hasta llevar al principal índice de acciones global, el S&P, a sus máximos históricos de todos los tiempos en las cercanías de los 1.600 puntos.
Nada mejor para simbolizar, en este cuarto aniversario, la esencia de ese mercado alcista que la nueva bomba de liquidez lanzada a los mercados por el Banco de Japón, ya que el combustible que ha impulsado las subidas de las Bolsas han sido los casi quince billones (trillions) de dólares lanzados por los Bancos Centrales al mercado a lo largo de estos cuatro años. Un combustible que lógicamente ha movido los precios de los activos al alza, casi sin excepción, pero cuyos efectos secundarios sobre el motor de la economía todavía están por ver, lo cual justifica las dudas de muchos.
Precisamente por eso son interesantes algunas de las señales que hemos visto esta semana, como la debilidad de las materias primas, con el petróleo recortando el viernes más de un 2%, o el desplome aparatoso del oro, con su caída del 5% también el viernes. En las Bolsas por un lado vemos una gran fortaleza, como la demostrada el viernes por las Bolsas americanas al aguantar con descensos muy ligeros los malos datos de ventas minoristas de marzo y de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan, pero por otro lado vemos algunas debilidades a las que hay que prestar atención.
Lo primero a considerar es la diferencia entre las Bolsas. El Nikkei ha vuelto a subir otro 5% semanal, pero otros índices de Asia, como el Kospi coreano, el Sensex indio, el Shanghai Composite o el Straits de Singapur han bajado en la semana. En Europa, vemos grandes subidas semanales como la de Grecia (+12,5%), la de Portugal (+5%) la de Italia (+3,5%) o la de nuestro Ibex 35 (+3%) pero el Dax alemán ha estado más débil y se ha tenido que conformar con una subida del 1%, acumulando un recorte en las cuatro últimas semanas de un 3,7%. Finalmente, en Estados Unidos, tanto el S&P como el Dow Jones como el Nasdaq han tenido subidas de más del 2% y muestran una fortaleza admirable.
Una primera conclusión de lo anterior sería que la clave de la continuidad de las subidas está, sobre todo, en el S&P y en el Nikkei, que tienen un efecto de arrastre sobre las demás plazas.
El segundo elemento a considerar es el ya mencionado de las materias primas. Hemos visto caídas significativas en el petróleo y el cobre, lo que indicaría poca confianza en el crecimiento futuro, un mensaje contradictorio con el que parecen enviar las Bolsas. Igualmente vemos que los bonos del Tesoro considerados como refugio siguen atrayendo dinero. El tipo de interés del T bond americano vuelve a estar en el 1,7% y el del bund en el 1,26%. Esto indica que el gran dinero sigue cauteloso y no acaba de ver la reactivación global. En la misma línea, el desplome del oro indicaría que la temida inflación no se ve por ningún lado, pese a los esfuerzos de Kuroda por convencernos de lo contrario y pese a las ingentes cantidades de dinero lanzadas al mercado.
El cuadro, por tanto, es el de una economía estancada en su crecimiento, pero inundada de liquidez. Y la consecuencia para los mercados financieros es que esa liquidez se mueve de manera un tanto endogámica generando movimientos bruscos en los precios, que no están movidos por fundamentales sino por flujos. De esta forma vemos mercados más en rango que en tendencia, pero con rangos muy amplios. Si siguiésemos esta tesis estaríamos viendo ya la parte alta del rango en algunas Bolsas, como el Nikkei o el S&P 500 , y el algunos bonos, como el T bond o el bund, y estaríamos acercándonos a la parte baja del rango en algunas materias primas, como el oro, o el cobre. Por supuesto esta interpretación es completamente diferente a la que haríamos partiendo del análisis técnico, según el cual índices como el Nikkei o el S&P están en subida libre y sin embargo el oro estaría en caída libre.
La prueba del algodón de todo lo anterior va a ser, a corto plazo, la publicación de los resultados empresariales del primer trimestre del año, prueba que será particularmente interesante en las Bolsas americanas. Esta semana publican resultados un tercio de las empresas del Dow y más de setenta empresas del S&P entre ellas algunos nombres tan significativos como Citigroup, Bank of America, Google, Microsoft, IBM, Johnson&Johnson, o General Electric, entre otras muchas.
Las Bolsas, que han celebrado con euforia el nuevo dinero llegado de Japón, se van a enfrentar ahora al otro lado de la realidad, los beneficios empresariales, que son los que al final justificarían o no otra pata alcista de las cotizaciones. Hemos visto ya en casos como JP Morgan y Wells Fargo que, para ver subidas adicionales, las cifras tienen que ser no solo buenas, sino realmente muy buenas y eso es lo que tenemos que ver estas próximas semanas.
A la vez, lo que podríamos llamar "efecto sorpresa" generado por las radicales medidas de Kuroda tenderá a irse diluyendo. La radicalidad del movimiento de Kuroda hizo que, por ejemplo, el miércoles pasado viésemos subidas espectaculares en las Bolsas justo el mismo día en el que se daban tres noticias que hasta hace poco habrían bastado, cada una de ellas, para provocar un desplome. La primera era el informe de la Comisión Europea advirtiendo sobre la insuficiencia de las reformas de la economía española, dados los profundos desequilibrios existentes, y pronosticando para España y otras economías europeas recesión en el 2014. La segunda eran las declaraciones de Christine Lagarde advirtiendo sobre posibles nuevas crisis y turbulencias derivadas del endeudamiento de emergentes en divisas extranjeras que pueden experimentar subidas repentinas. La tercera era la publicación de las actas de la última reunión de la FED que muestran como un creciente número de miembros de su Consejo desean poner término a la QE3 a mediados de este año y reclaman ya estrategias de "salida" de las llamadas políticas monetarias no convencionales. A estas noticias podríamos añadir una más, la bajada de calificación crediticia por Fitch a la deuda soberana china, por el elevado endeudamiento de sus corporaciones locales y por las dudas sobre la "banca en al sombra".
Esta semana veremos una lectura más sosegada de las medidas de Kuroda, quien el jueves pasado ya tuvo que matizar sus palabras y reconocer que también la acción del Banco Central tiene límites. Al calor de las abundantes publicaciones de resultados vamos a ir viendo la consistencia de esos movimientos, una vez pasado el efecto sorpresa.
De nuevo el S&P será el índice a seguir y, de nuevo, tomar algunas coberturas en estos niveles nos parece lo más sensato.