La primera semana completa del año ha venido a confirmar el giro al alza de las Bolsas que se inició en la sesión del viernes 4 de enero, un giro que tiene mucho que ver con el esfuerzo de los "policy makers" y de los banqueros centrales para evitar al máximo episodios desordenados en los mercados financieros. Como decíamos al finalizar nuestro anterior comentario, era muy esperable que la Fed hiciese un esfuerzo para estabilizar las Bolsas, tras el horrible cuarto trimestre, y era también esperable que el esfuerzo diese sus frutos, generando confianza en los inversores.
Así ha ocurrido y las subidas han sido generalizadas en todos los índices, con el S&P subiendo un 2,5% en la semana, el Nasdaq un 3,5%, el Eurostoxx y el Dax el 1%, el Ibex el 1,6%, el Nikkei el 4%, y el MSCI de emergentes el 3,75% en dólares. En este último caso ha ayudado la debilidad del dólar, derivada del giro dado por la Fed hacia una política de subida de tipos menos agresiva. Las subidas, en el caso de los índices americanos, son ya del entorno del 10% desde la sesión de Nochebuena, en la que el S&P llegó a los 2.350 puntos, hasta el cierre del pasado viernes en 2.596 puntos
Aunque ha habido otros factores (el buen informe de empleo americano de diciembre, las perspectivas de un acuerdo con China...) que han contribuido a esa espectacular remontada, lo cierto es que la actuación de la Fed ha sido decisiva. La muy oportuna y nada improvisada intervención de Jay Powell en la reunión anual de la American Economic Society en Atlanta mostró a los inversores una Fed dispuesta a ayudar a los mercados e incluso a salir al rescate, en caso necesario.
La Fed ha conseguido, una vez más, evitar el desplome de los mercados, y lo ha hecho con eficacia, con inteligencia y, seguramente, con la plena convicción de que tenía que hacerlo obligatoriamente para evitar que el mal tono de las Bolsas diese al traste con esa confianza de los ciudadanos en el futuro que tanto ha costado reconstruir tras 2008 y que es una pieza esencial del modelo utilizado por los policy makers y los Bancos Centrales para salir de la crisis, una pieza a la que Bernanke se refería llamándola el "efecto riqueza" (wealth effect).
La pregunta ahora es si la Fed, que ha podido parar la caída del S&P y de las Bolsas, va a ser capaz también de impulsarlas hacia arriba a partir de estos niveles. El S&P cerró el pasado viernes en 2.596 puntos, muy cerca de niveles cuya ruptura al alza muchos considerarían como una señal de que el "rally" puede continuar y que los mínimos del 24 de diciembre fueron un "suelo". La media móvil de las últimas cincuenta sesiones está en 2.635 puntos y a fin de octubre los mínimos en los que el mercado hizo suelo fueron también cercanos a los 2.600 puntos. Los analistas técnicos muestran cómo algo por encima de los 2.600 puntos, exactamente en 2.640 puntos, se encuentra el punto medio entre los máximos de fin de septiembre y los mínimos del 24 de diciembre, señalando así que superar esa barrera indicaría una gran fortaleza del movimiento alcista.
En nuestra opinión para superar esos niveles de resistencia (2.635/2.640) va a hacer falta algo más que la ayuda de la Fed. Y ese algo más significa buenos resultados empresariales y buenos datos de crecimiento económico. El endurecimiento monetario de la Fed era solo una de las patas de la inquietud que condujo a las fuertes caídas bursátiles del cuarto trimestre. La otra pata era la desaceleración del crecimiento económico global anunciado por el FMI en su reunión de octubre en Bali y en nuestra opinión para volver a un escenario alcista de las Bolsas sería necesario tener mayores evidencias de que la desaceleración no va a ser muy intensa y que por tanto su impacto en los beneficios empresariales va a ser limitada.
En lo que a crecimiento se refiere, la semana pasada el Banco Mundial ha publicado un informe bajo el expresivo título "Los cielos se oscurecen" en el que reduce una décima su previsión de crecimiento para este año, hasta el 2,9%. Por sondas, los emergentes bajan medio punto al 4,2%, China pasa del 6,5% del 2018 al 6,2% en 2019, India sigue siendo la que más crece, al 7,5%, Latinoamérica baja al 1,7%, y la zona euro baja al 1,6% quedándose EE.UU. en el 2,5%.
Tanto esta previsión como la de octubre del FMI hablan todavía de un crecimiento positivo, aunque más moderado, pero los tipos de los bonos soberanos europeos y, sobre todo, americanos, muestran un panorama mucho menos optimista. Que tengamos de nuevo al bono alemán a diez años en el 0,18% y al T bond del Tesoro americano a diez años en el 2,70% no es un buen augurio para el crecimiento, sobre todo en el caso americano, donde los diferenciales entre los tipos de corto plazo y de largo plazo están en mínimos. Treinta puntos básicos de diferencia entre el tipo de la letra del Tesoro americano a un año (2,4%) y el del bono a diez años (2,7%) no indica que los mercados de bonos ven a una economía norteamericana muy vigorosa en la próxima década. Las noticias de la semana pasada sobre las ventas de automóviles en China, que han caído un 5,8% en 2018 y sobre la mala marcha de la producción industrial en Francia en diciembre tampoco invitan al optimismo.
Eso en lo que a crecimiento se refiere. Por el lado de los beneficios empresariales, la temporada de publicación de resultados se inicia esta semana, con los Bancos y entidades financieras americanas (Citigroup, JP, Wells Fargo, Bank of America, Goldman Sachs, Morgan Stanley, American Express, BlackRock, Charles Schwab...) reportando sus cifras a lo largo de los próximos días. Por el momento, varias compañías han avisado ya, a través de los correspondientes "profit warning" que sus beneficios serán menores de los esperados. El caso más sonoro ha sido Apple, que nada más empezar el año manifestó que sus ventas no habían ido bien y cayó un 10%, pero ha habido más casos, como el de Samsung, que ha anunciado una caída de beneficios del 29% en el cuarto trimestre y ha dado un mal "guidance" para el futuro, tanto en móviles como en chips. O el de los grandes almacenes americanos Macy's, que la semana pasada rebajó sus previsiones de ventas y beneficios para el cuarto trimestre, cayendo un 17% en Bolsa y afectando también a la cotización de otros "retailers" como Target, JC Penney y Kohl.
Pese a estos avisos, las expectativas de los inversores se mantienen relativamente altas para los resultados del cuarto trimestre, aunque bajan sustancialmente para el primer trimestre de 2019.
En definitiva, crecimiento económico y resultados empresariales van a ser los dos grandes argumentos de las Bolsas para superar o no esa barrera a la que han llegado tras el rally de principios de año, y es difícil avanzar si los datos que se vayan publicando van a ayudar o no.
Esta semana, además de los ya mencionados resultados empresariales, se publica el libro Beige de la Fed y algún dato relevante como la confianza del consumidor americano de enero medida por la Universidad de Michigan. Hay otros datos interesantes, como las ventas minoristas de enero o las casas iniciadas, que no se van a publicar, debido al cierre parcial ("shutdown") de la Administración americana al no haber llegado los demócratas a un acuerdo presupuestario con Trump. Tampoco hay de momento mucha claridad sobre las negociaciones comerciales con China, que se supone avanzan, pero la detención de un empleado de Huawei en Polonia por presunto espionaje industrial no es una buena noticia. Esta semana se publican datos comerciales de China que cobran especial interés en medio de las negociaciones.
En el plano político el Parlamento inglés votará el Brexit el martes, y en EE.UU. continúa el cierre parcial de la Administración en medio de la tensión entre un Trump muy acosado por las investigaciones del fiscal Robert Mueller y los demócratas.
Muchas dudas, por tanto, ante niveles de resistencia importantes, que invitan, al menos en los perfiles de menor riesgo, a realizar parcialmente los beneficios del rally de inicio de año, si bien seguiríamos apostando por empresas de calidad infravaloradas como a la cervecera AB Inbev que acaba de anunciar la posible salida a Bolsa de su unidad asiática.
Juan Carlos Ureta Domingo
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