Frente a la opinión cautelosa que trasladábamos en nuestro anterior comentario, según la cual el "rally" de la segunda mitad de febrero podía estar ya llegando a su fin, lo cierto es que la primera semana de marzo han continuado las subidas y lo han hecho con una fuerza enorme. El S&P y el Nasdaq han subido un 2,7% en la semana, el Eurostoxx un 3,7%, el Ibex un 5,5%, el Nikkei un 5%, y el MSCI Emerging Markets en dólares casi un 7%, con el Bovespa brasileño ganando un 18% en la semana.
De esta forma, las Bolsas van a celebrar en máximos de los últimos dos meses, y con el S&P en dos mil puntos, el séptimo aniversario de aquella sesión del 9 de marzo de 2009 en la que el S&P llegó a 676 puntos, el mínimo post-Lehman. Ese fue el punto de inflexión de las Bolsas, y a partir de ahí iniciaron, sobre todo en el caso de las Bolsas americanas, una de sus mayores subidas de todos los tiempos.
Sin duda, las alzas de estas últimas sesiones han sido impulsadas por los PMIs que han ido publicándose a lo largo de la semana, e igualmente por el informe de empleo de febrero de la economía norteamericana. Los PMIs, aun no siendo excepcionales, sin embargo, alejan la idea de un desplome de la economía global, y en algunos casos incluso indican reactivación, por ejemplo el PMI de manufacturas de EE.UU. que ha subido en febrero al nivel 49,5 desde el anterior de enero de 48,2 puntos. El dato de empleo americano en febrero, con creación de 242.000 nuevos puestos de trabajo, muestra una gran fortaleza, pese a que los salarios medios por hora hayan bajado.
Todo esto se ha producido con el trasfondo de un buen comportamiento del petróleo y otras materias primas. Dado que, como ya hemos dicho en otras ocasiones, los inversores consideran que los precios del crudo son una especie de indicador (proxy) de la recesión global, la idea es que si el petróleo sube, se aleja el temido escenario de la recesión global. Y en poco menos de dos semanas, el petróleo ha subido más de un 30% desde los mínimos de 26 dólares barril.
Todo lo anterior puede condicionar la reunión del BCE del próximo jueves 10, reunión en la que también pesarán los datos procedentes de China. El Gobierno chino acaba de rebajar, este último sábado, la estimación de crecimiento del PIB desde el 7% al 6,5% y el lunes y martes vamos a conocer, respectivamente, las reservas de China y la balanza comercial china de febrero.
La tentación del BCE va a ser profundizar en el mundo de los tipos de interés nominales negativos, y, si realmente el BCE sigue ese camino y baja los tipos negativos más allá del 0,30% actual, lo interesante será ver la reacción de los mercados. En principio, la lectura que venimos haciendo de lo sucedido estos dos últimos meses, es la de que el modelo de inyección monetaria y tipos negativos está agotado, y por ello la reacción de las Bolsas a las decisiones del BCE debería ser fría, como lo fue la de la Bolsa japonesa a la decisión del Banco de Japón el pasado 28 de enero de introducir los tipos de intervención negativos.
Pero el presidente del BCE, Mario Draghi ha demostrado ser muy eficaz a la hora de mover los mercados y pondrá su máximo esfuerzo en esta reunión. Precisamente ese afán por no decepcionar a los mercados puede llevar al BCE a hundirse un poco más en un modelo que previsiblemente la ciudadanía alemana va a ir rechazando cada vez más, igual que ha rechazado la política de refugiados de la canciller Merkel. Un modelo que acaba al final en el famoso "helicóptero monetario" de Milton Friedman, es decir, en dar directamente dinero a los ciudadanos para que lo consuman.
La decisión del BCE este jueves conecta también con China a través de la llamada "guerra de divisas". Es difícil saber si en China va a haber "hard landing", como predice Soros, o más bien la suave y gradual desaceleración por la que apuesta el Gobierno chino. Pero, en cualquiera de los dos casos, si el BCE es muy agresivo el jueves y el euro baja con fuerza, el Gobierno chino deberá permitir deslizarse al yuan, alimentando así los temores a una devaluación mayor del yuan, en línea con la tesis de Soros y de Kyle Bass de que el yuan puede devaluarse entre un 20% y un 40%. De poco valdría, en ese escenario, la promesa del Gobierno chino de que va a sujetar al yuan.
China vuelve, por tanto, al escenario de las Bolsas, en un momento en el que, tras tres semanas consecutivas al alza, varios índices están a punto de romper o están ya rompiendo al alza resistencias bastante importantes, cuya ruptura podría determinar otra pata alcista.
En concreto, el S&P no sólo ha superado holgadamente la resistencia de los 1.950 puntos a la que miraban muchos analistas técnicos, sino que, además, ha llegado a estar por encima de los 2.000 puntos en algunos momentos de la sesión del viernes, aunque luego cerró justo por debajo de ese nivel.
Con este trasfondo técnico llega la esperada cita con el BCE el próximo jueves 10. Draghi se ve obligado a hacer algo, ya que ha ido calentando el ambiente al decir que el BCE tiene "instrumentos sin límite" y que "no dudará en actuar" (will not hesitate to act). Pero pese a esas promesas de Draghi, tal vez ahora no sea el momento más adecuado para hacer apuestas agresivas.
Dado que el petróleo se ha convertido en el factor que a corto plazo mueve las Bolsas, conviene ver si supera o no los 37/38 dólares que, según algunos analistas técnicos, sería el nivel clave para ver la solidez de la subida del crudo.
Seguimos pensando que el rally de las tres últimas semanas tiene ya poco recorrido, sobre todo a la vista de los resultados empresariales del cuarto trimestre de 2015, que han dejado un sabor agridulce, con un claro deterioro de los beneficios en casi todos los sectores. Por ello, si realmente el BCE hace que las Bolsas se disparen, será probablemente un buen momento para aligerar posiciones.
D.Juan Carlos Ureta Domingo
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