Tras el desastroso cuarto trimestre del 2018, con la traca final de diciembre y, en particular, de las sesiones que siguieron a la reunión de la Fed del 19 de diciembre, las Bolsas han encadenado tres semanas seguidas de subidas, en un arranque de año espectacular, que ha hecho olvidar aquella horrible sesión del 24 de diciembre en la que los índices americanos, con el S&P a la cabeza, amenazaron con un desplome en toda regla.
En particular, tras esta última semana en la que el S&P, el Dow Jones y el Dax alemán han subido cerca del 3%, los tres índices americanos (Dow Jones, S&P, Nasdaq) acumulan subidas de más del 10% desde el cierre de aquella sesión de Nochebuena. En lo que va de año 2019, es decir, en apenas dos semanas y media, el Nasdaq sube un 8%, el S&P el 6,5% y el Dow Jones el 6%. En Europa el Dax y el Ibex también suben más del 6% y el Mib italiano es el mejor con una subida del 7,5%.
El cambio de discurso de la Fed ha tenido mucho que ver en ese giro de las Bolsas, como ya dijimos la semana pasada, pero el protagonismo esta última semana ha correspondido a China, que ha tomado el relevo a la Fed a la hora de animar a los inversores. Y lo curioso es que la semana no empezó precisamente con buenas noticias desde China sino con una caída importante de las importaciones chinas en diciembre (-7,7%) y una balanza comercial que denotaba a la vez una caída, aunque menor (-4,4%) de las exportaciones, que registraron su peor evolución de los últimos dos años.
Esos datos, además de poner en evidencia los efectos negativos de la guerra de aranceles, aumentaron la inquietud del Gobierno chino sobre una posible ralentización de su economía, y, precisamente por ello, el miércoles la Comisión Nacional de Desarrollo y Reformas (CNDR) de China anunció que se van a tomar nuevas medidas de estímulo que se añaden a la reciente relajación de los coeficientes bancarios por parte del People's Bank of China. Esa música siempre suena bien a los inversores y en esta ocasión tuvo el efecto de contrarrestar la mala noticia del rechazo del Parlamento inglés al acuerdo sobre el Brexit, un rechazo que no ha perturbado mucho ni a las Bolsas ni a la libra, seguramente porque todos piensan que al final habrá Brexit negociado y no Brexit "duro".
Pero el mayor impacto, procedente también de China, vino el viernes, en la jornada de cierre semanal. Algunas filtraciones sobre la buena marcha de las conversaciones con China para llegar a un acuerdo comercial y, en particular, la noticia de que China había ofrecido un programa de subida de las importaciones americanas para los próximos seis años como forma de avanzar en las conversaciones sobre la guerra de aranceles disparó a los índices americanos de forma inmediata, provocando subidas en la jornada superiores al 1%. De nuevo, el impulso de China contrarrestó el mal dato de confianza del consumidor americano de la Universidad de Michigan, que cayó en su lectura de enero a 90,7 puntos desde los 98,3 de diciembre. Un dato que es el peor desde octubre de 2016, antes de que Trump fuese elegido, y que queda muy por debajo de la estimación de consenso que situaba la cifra en 96,4.
Es sorprendente que los mercados reaccionen de forma tan positiva a las noticias sobre las negociaciones comerciales en curso. La oferta de China no es del todo nueva (China ya ofreció el pasado mayo subir las importaciones americanas) y que además se queda muy corta en relación con las expectativas americanas de lograr el equilibrio comercial con China en dos años, ya que prevé subir las importaciones en un billón a lo largo de los próximos seis años, siendo así que solo en el 2018 el superávit comercial chino frente a EE.UU. fue de 323.000 millones de dólares, una cifra récord pese a los aranceles.
La realidad es que Trump necesita un acuerdo comercial con China para aliviar, aunque sea un poco, la carga política de las diecisiete investigaciones que tiene abiertas, y en este sentido tratará de conseguirlo como sea, pero francamente no pensamos que los pactos comerciales que se puedan alcanzar vayan a atenuar la desaceleración de la economía norteamericana ni a cambiar sustancialmente el desequilibrio comercial entre EE.UU. y China. En este sentido seríamos más bien cautelosos ante brotes repentinos de euforia como el del pasado viernes.
Pero, dejando aparte el protagonismo de China esta última semana, lo que también sorprende es ver cómo los inversores, de nuevo, reciben entusiasmados el giro de los banqueros centrales hacia mensajes "suaves" y los continuos estímulos chinos a su economía, sin fijarse en la otra cara de la moneda, es decir, sin fijarse en que tanto el giro en el discurso de los Bancos centrales como los estímulos chinos se deben a que la economía global se está desacelerando, en un movimiento simétrico, pero justo al revés, de aquel crecimiento global sincronizado que disfrutábamos hace un año por estas fechas, cuando la Fed decía que iba a subir los tipos de intervención (Fed funds) al 4% y que no iba a pasar nada, porque la economía estaba muy fuerte.
En solo un año hemos pasado del "crecimiento global sincronizado" a la "desaceleración global sincronizada" y por eso no suben los tipos, una no-subida que los inversores celebran, por lo menos a corto plazo. En este sentido, será muy interesante ver los mensajes que lanza Draghi este próximo jueves, tras la reunión del BCE en Fráncfort y Jay Powell la semana que viene, tras la reunión del martes 29 y miércoles 30. Todo indica que el discurso de ambos intentará calmar los ánimos y garantizar a los mercados, una vez más, que las subidas de tipos y la retirada de liquidez serán muy graduales, algo que además viene apoyado por los datos de inflación de diciembre que hemos conocido estos días en EE.UU. y en China, que quedan por debajo del 2%. Pero más allá de confirmar el giro hacia una política monetaria más "acomodaticia", lo interesante de verdad es ver qué dicen sobre el crecimiento de la economía y ver cómo responden los inversores. Ver, en definitiva, si los inversores valoran positivamente el discurso monetario "suave" o, por el contrario, se fijan en la debilidad económica que subyace a ese discurso y la valoran negativamente.
Desde el punto de vista bursátil, lo más relevante de la semana pasada es que el S&P ha roto al alza de forma clara los 2.600 puntos, y ha seguido subiendo hasta recuperar algo más de la mitad de la caída desde los máximos, rompiendo al alza la media móvil de las ultimas cincuenta sesiones. Pero seguimos pensando, en línea con lo que decíamos en nuestro anterior comentario, que a partir de aquí va a ser necesario, para seguir avanzando, que el crecimiento económico y los resultados empresariales ayuden.
Empezando por el crecimiento, como decíamos antes, hay desaceleración sincronizada. En Europa el Banco de Italia ha advertido de que Italia, la tercera economía de la zona, puede entrar en recesión si su PIB cae en el cuarto trimestre y, lo que es peor, Alemania podría también entrar en recesión tras la caída del 0,2% que experimentó su PIB en el tercer trimestre, y si se salva todo indica que será con muy poco margen. Tal vez los PMIs preliminares europeos y las encuestas ZEW e IFO de Alemania, que se publican la semana que viene, puedan aclarar algo las expectativas, pero de momento el índice de producción industrial alemana acumula tres meses de caídas y el informe preliminar de crecimiento del PIB alemán para este año es del 1,5% en lugar del 2,5% que se preveía el año pasado por estas fechas. Japón se ha convertido en una economía adicta a los estímulos y, sin embargo, estancada. Atrapada en la "trampa del estímulo perpetuo" y sin conseguir llevar la inflación más allá del 1% ni evitar la sombra permanente de una posible recesión.
En cuanto a los resultados empresariales, la temporada se ha iniciado con datos mixtos, pero con más anuncios positivos que negativos. Los grandes Bancos americanos en general (las excepciones han sido Wells Fargo y Morgan Stanley) han dado buenas cifras, con Goldman Sachs sorprendiendo muy positivamente y subiendo con fuerza tras su caída del 35% en 2018. En las tecnológicas, Netflix ha hecho un viaje de ida y vuelta la semana pasada. Primero subió mucho el martes al anunciar que iba a elevar el precio de las suscripciones y luego bajó con fuerza el jueves tras presentar los resultados del cuarto trimestre. La evolución de suscriptores no fue mala pero el beneficio bajó respecto al tercer trimestre y la acción bajó el 4%.
Los mercados se están fijando mucho, en esta ocasión, en el "guidance" para 2019, y ahí las empresas en general son muy cautelosas a la hora de anticipar su crecimiento para este año, como hemos visto en los casos de Apple, Macy's, Alcoa o Société Générale, entre otros. Una cautela bastante lógica en el contexto antes descrito de desaceleración.
Esta semana presentan resultados compañías de gran consumo, como Johnson&Johnson, Colgate-Palmolive o Starbucks, que nos pueden dar una idea bastante buena de cómo está el pulso de la economía y, en las tecnológicas IBM, Intel, o la europea ASML. También algunos Bancos europeos como UBS.
Tras subidas muy fuertes, que ya en bastantes valores europeos y americanos, entre ellos AB Inveb, a la que aludíamos la semana pasada, superan el 10% en poco más de dos semanas, apostaríamos por cierta tranquilidad en las Bolsas en esta cuarta semana del año, a la espera de mayores evidencias sobre la dirección de los beneficios empresariales y del crecimiento económico.
Juan Carlos Ureta Domingo
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