Aunque la evolución semanal de los índices (S&P +0,4% Eurostoxx -0,4%) podría dar la impresión de que el segundo semestre se ha iniciado con tranquilidad, en línea con la apuesta que hacíamos al terminar nuestro anterior comentario, nada más lejos de la realidad. Es cierto que los tres grandes índices de Wall Street, el Dow Jones, el S&P y el Nasdaq, terminaron el viernes en nuevos máximos históricos de todos los tiempos, fieles al guion alcista que se ha instalado en las Bolsas americanas desde abril de 2020, y es cierto también que las subidas o bajadas semanales en los índices europeos han sido bastante moderados, salvo en nuestro Ibex (-1,5%), pero la semana, pese a ser corta por la festividad del 4 de julio en EE.UU. ha sido muy movida.
La publicación de las actas de la última reunión de la Fed, la presentación de la nueva política del BCE, el desplome bursátil de las tecnológicas chinas tras el endurecimiento regulatorio por parte del Gobierno chino, los repentinos temores de estancamiento económico transmitidos por el mercado de bonos en la sesión del jueves, la falta de acuerdo en la reunión de la OPEP, o la nueva oleada de contagios por la variante delta del Covid, con la marcha atrás en la reapertura económica, son solo algunos de los escollos a los que las Bolsas se han tenido que enfrentar estos días y la verdad es que, de nuevo, han pasado bien la prueba.
Empezando por la Fed y el BCE, ambos se han esforzado estos días en reforzar su compromiso con la economía y con las Bolsas. Las actas de la última reunión de la Fed publicadas el pasado miércoles muestran que la discusión sobre el llamado "tapering" (retirada de los estímulos) se empieza a plantear, pero solo en el plano teórico, porque en la práctica todos los indicios apuntan a que la Fed no tiene posibilidad real de cambiar su actual política monetaria, aunque se produzca un escenario de inflación. Eso explica el anuncio que hizo Powell el pasado agosto en Jackson Hole, flexibilizado la referencia de la inflación a la media de varios años, algo parecido a lo que ha hecho el pasado jueves el BCE. Christine Lagarde anunció un nuevo objetivo de inflación, el 2% "flexible", ratificando que las políticas ultraexpansivas seguirán por un largo tiempo, aunque la inflación pueda superar el 2% en la zona euro en los próximos trimestres. La política monetaria post Covid apuesta, definitivamente, por un escenario estructural de tipos cero y liquidez abundante, y realmente no vemos, a los Bancos Centrales dando marcha atrás, pase lo que pase, algo que han aprendido muy bien los inversores.
Pero curiosamente el pasado jueves el temor que hizo caer a las Bolsas no fue el de inflación sino justo el contrario, el de estancamiento económico. La caída de los tipos de interés del bono del Tesoro americano a diez años (T bond) desde el 1,75%, al que estaban en marzo, hasta el 1,25% al que llegaron el jueves, fue leída por algunos como una señal de que los bonos descuentan malos tiempos para el crecimiento económico. Al final el viernes el tipo de interés del T bond subió al 1,36% y la calma volvió a las Bolsas, propiciando el ya mencionado cierre del Dow, S&P y Nasdaq en máximos históricos. Pero la sombra de una posible estanflación de la economía, de la que economistas como Nouriel Roubini vienen hablando hace tiempo, flotó sobre el parqué neoyorquino.
Estaríamos así ante un cisne "gris", muy poco esperado, igual que ha sido poco esperado el endurecimiento de las autoridades chinas con sus compañías tecnológicas. Didi Global, la compañía de movilidad urbana que se conoce como el "Uber chino", salió a cotizar con éxito en la Bolsa americana el 30 de junio, pero el pasado martes se desplomaba un 20% tras saberse que la nueva "Administración del Ciberespacio China" (CAC) va a poner nuevas reglas a las compañías chinas que pretendan cotizar en EE.UU. y ha prohibido descargar en China determinadas aplicaciones de Didi Global.
Estamos ante un nuevo episodio de esa batalla entre Gobiernos y tecnológicas, solo unos días después de que Facebook ganase una importante batalla judicial al Gobierno americano, y es difícil saber si la actual corrección en Bolsa de las "big tech" chinas nos está ofreciendo una oportunidad de compra similar a la que tuvimos en Facebook o Google cuando hace dos años sufrían la presión de las autoridades americanas. Nos inclinaríamos a pensar que sí, pero tal vez Xi Jinping, que acaba de reforzar su poder en el centenario del Partido Comunista chino, vaya bastante más allá de lo que el Gobierno americano ha ido. La experiencia de Alibaba, que no acaba de levantar cabeza en Bolsa, puede servir de aviso para navegantes.
De manera más general, el mediocre comportamiento de la Bolsa china (el Shanghai Composite solo sube el 1,5% en lo que va de año) nos obliga a preguntarnos si no hay sobrevaloración clara en las Bolsas americanas. Si comparamos la evolución bursátil de las grandes tecnológicas chinas y americanas (por ejemplo, Alibaba y Amazon) la pregunta es todavía más pertinente, a pesar de que en el caso de las chinas esté jugando el ya mencionado factor político.
Aunque creemos que la renta variable es la alternativa de inversión más clara para crear valor en los próximos años, y aunque vemos claramente una recuperación económica y bursátil en "K", con ganadores y perdedores, seguimos pensando que para que la subida de las Bolsas tenga continuidad es importante que no se limite solo a las Bolsas americanas y/o a las tecnológicas americanas. O hay una participación más amplia en la subida o, a nuestro juicio, las Bolsas entrarán en una fase lateral, sostenidas por la Fed pero sin fuerza para nuevas alzas.
Esta semana se publica el martes el IPC americano de junio, un dato importante tras el 5% que subieron los precios en mayo. Además, empieza la temporada de resultados el martes con JP Morgan, Goldman y Pepsi para continuar el miércoles con Citigroup, Bank of America, BlackRock y Wells Fargo, y el jueves con Morgan Stanley y BNY Mellon.
En unas bolsas capaces, como se vio en la sesión del pasado jueves, de pasar a toda velocidad del temor de inflación al temor al estancamiento y la deflación, lo que cabe pensar es que la volatilidad irá más este verano.
Juan Carlos Ureta Domingo
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