El pasado viernes 21 de julio se cumplió un año desde que el BCE empezó a subir el precio del dinero tras ocho largos años en los que la zona euro vivió la anomalía de unos tipos nominales negativos, es decir, de tener que pagar por prestar dinero. A partir de ahí la escalada de los tipos ha sido vertiginosa y se da por descontado que este próximo miércoles la Fed subirá los tipos un 0,25% hasta el 5,25%-5,50% y que el BCE hará lo mismo el jueves situando el tipo de depósito en el 3,75%.
Curiosamente ese mismo día, es decir, el pasado viernes, el Dow Jones cerraba su décima sesión consecutiva al alza, y tanto el S&P como el Dow cerraban su segunda semana consecutiva al alza, con subidas semanales respectivas del 0,7% y del 2,1%. En esta ocasión ni el Nasdaq ni el Eurostoxx consiguieron acompañar las subidas del Dow y del S&P, y cerraron la semana con caídas del 0,57% y del 0,2%, igual que el Nikkei (-0,3% en la semana), el Shanghai Composite (-2,1%) y el MSCI de Bolsas emergentes (-1,3% en dólares).
Estas ligeras caídas de algunas Bolsas en la tercera semana de julio pueden estar mostrando una cierta “fatiga alcista”, pero no cabe duda de que tras una subida de tipos tan rápida e intensa como la que han hecho la Fed y el BCE, es realmente extraordinario que las principales Bolsas estén muy cerca de sus máximos históricos de todos los tiempos o superándolos en algunos casos. Hay que repetir una vez más que es impresionante que el S&P esté por encima de los 4500 puntos, el Nasdaq por encima de 14000, el Dax por encima de 16000, el Nikkei por encima de 32000, y el Eurostoxx cerca de 4400 puntos.
Es muy llamativo que habiendo subido los tipos en tan sólo un año como han subido las Bolsas no hayan tenido una severa corrección y es también muy llamativo que el barril de petróleo siga por encima de 75 dólares en la variedad de crudo ligero (WTI) y por encima de 80 dólares en el Brent, cuando muchos siguen pensando que viene una recesión económica global.
Los motivos de que las Bolsas hayan sorprendido con este comportamiento tan positivo son conocidos y han sido ampliamente comentados. La recesión global finalmente no ha llegado, aunque la zona euro y la economía alemana hayan entrado en una muy suave recesión técnica, la inflación se está moderando (al menos la general), los resultados empresariales están siendo, por ahora, mejores de lo esperado, y, además de todo lo anterior, la nueva inteligencia artificial generativa (LLM) alimenta fuertes expectativas de una auténtica revolución positiva y transversal de la productividad en todos los sectores.
Y sin embargo, algo se mueve, como diría Galileo Galilei (eppur si muove). Es decir, aunque sea verdad todo lo anterior, algo se ha movido en el escenario, y es algo de fondo, aunque las Bolsas no parezcan dispuestas a reconocerlo. Ese algo es el nuevo régimen monetario y financiero, de tipos reales positivos y de menor acceso al crédito, que, según nos dicen los banqueros centrales, ha llegado para quedarse. Las consecuencias de un escenario largo de tipos de interés normalizados y de crédito más limitado son necesariamente profundas en un mundo repleto de deuda y su digestión forzosamente ha de ser larga, aunque no necesariamente traumática.
Tal vez sea eso lo que empiezan a descontar las Bolsas este mes de julio, con las fuertes caídas de la primera semana y con el comportamiento un tanto mixto de esta tercera semana del mes. Por un lado, la inflación general va a la baja y los tipos de los bonos también bajan, como ha sucedido esta última semana, pero por otro lado, la inflación subyacente no baja y el crecimiento poco a poco se desliza.
El lunes pasado supimos que China sólo ha crecido un 0,8% en el segundo trimestre, muy por debajo del 2,2% del primer trimestre, debido a la caída de las exportaciones, la debilidad de las ventas minoristas y a los problemas del sector inmobiliario. En términos interanuales la economía creció el 6,3% debido a la debilidad del dato del pasado año por los confinamientos, que hicieron caer al PIB chino un 1,9% en el segundo trimestre de 2022, pero ese crecimiento interanual no oculta la debilidad de fondo de la economía china, una economía en la que el sector inmobiliario está digiriendo su enorme burbuja y en la que la tasa de paro juvenil está en un récord del 21,3% en junio. Esa noticia provocó fuertes pérdidas en la apertura semanal el pasado lunes de las Bolsas europeas, sobre todo en el sector del lujo (Hermes y Louis Vuitton cayeron ambas un 4%) en el que, además, la suiza Richemont presentó malas cifras y se desplomó un 10,4%.
Conectando con lo anterior, los resultados empresariales también han sido mixtos, y han sido recibidos de forma desigual. Algunos, como los de Johnson & Johnson, Bank of America, Morgan Stanley o Bank of New York Mellon han sido francamente buenos, y han animado a sus cotizaciones y al mercado en general. Pero otros resultados como los de Netflix o Tesla, aun no siendo malos (ambas ganaron más que el pasado año y Tesla presentó ingresos trimestrales récord), no han gustado al mercado, tal vez porque esas compañías habían subido demasiado en los seis primeros meses del año y los inversores les exigen más. Se da también el caso de compañías como Goldman Sachs, cuyos resultados, a diferencia de los de otros bancos de inversión, no se puede decir que fuesen buenos, pero el mercado los recibió bien (Goldman ha subido un 7,9% en la semana) tal vez porque hasta el momento, la cotización apenas había subido en lo que va de año y porque el plan que ha presentado Goldman para recomponer su modelo de negocio ha gustado.
Este es el panorama un tanto mixto al que aludíamos y que, como hemos dicho antes, parece generar una cierta “fatiga alcista” en las Bolsas. Es difícil pronosticar si esa fatiga se va a transformar o no en una corrección más profunda. Lo que hagan y digan la Fed y el BCE esta semana, en sus respectivas reuniones del miércoles y del jueves, es fundamental para responder a esta pregunta e igualmente son importantes los resultados empresariales que se ven a ir publicando.
Esta semana publican cifras en torno a 150 compañías de las 500 que forman parte del S&P, incluyendo grandes tecnológicas como Microsoft, que los recibe en máximos históricos, Alphabet o Meta. También otros grandes nombres como Visa, Exxon, Procter & Gamble, General Motors, Coca Cola, McDonald’s o Boeing, por citar sólo algunas. Hasta el momento un 75% de las compañías que han reportado han superado las estimaciones de los analistas, lo que está muy bien, aunque es menos que el 80% de media en los tres últimos años.
Como decíamos la semana pasada, nos parece especialmente interesante lo que digan las tecnológicas, sobre todo lo que digan Microsoft, Alphabet y Meta sobre la nueva inteligencia artificial generativa, porque la tecnología y, sobre todo, la inteligencia artificial (IA) han liderado el mercado en la primera mitad del año, aunque ahora se esté ampliando la base de compañías que se suman a las subidas.
Seguimos pensando que sólo sorpresas verdaderamente positivas en los resultados o en los comentarios de la Fed y el BCE podrían mover las Bolsas más allá, desde los elevados niveles actuales.
Pero lo cierto es que el mercado tiene una inercia alcista que a corto plazo puede con todo.
Juan Carlos Ureta Domingo
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