Opinión

Baja inflación, bajos tipos, ¿bajo crecimiento?

La abundante liquidez a la que aludíamos en nuestro comentario de la semana pasada ha vuelto a salir, una vez más, a comprar, dando lugar a subidas generalizadas en casi todas las Bolsas mundiales (S&P 500 +1,2%, Eurostoxx 50 +1%, Dax +1,4%, Ibex 35 +0,8%, Nikkei +2,5%, MSCI Emerging Markets en dólares +1%).

Se cumplen así los deseos de los "policy makers" que claramente persiguen el objetivo de un equilibrio y una estabilidad perfectas, por lo que es normal que los mercados celebren, con poco volumen y, por tanto, con poco entusiasmo, pero con gran consistencia, los datos que indican que la economía se encamina hacia un escenario de baja inflación y bajos tipos de interés, aunque dicho escenario lleve consigo también una derivada algo menos atractiva, que es el bajo crecimiento económico.

Dentro de ese guión tan previsible, la tercera semana de mayo ha estado marcada por varias noticias.

La primera es la publicación de las actas de la Fed, que denotan un serio debate en el seno de su Consejo de Gobierno sobre si el tapering está yendo a un ritmo demasiado rápido. La idea de mantener los tipos bajos durante mucho tiempo parece dominar de forma muy clara entre los miembros de la Fed y algunos piensan que una velocidad excesiva en la reducción de las inyecciones de liquidez (tapering) puede tensionar los tipos al alza. Las declaraciones del influyente miembro del Consejo de la Fed, William Dudley, el martes pasado señalando que la inflación va a estar baja mucho tiempo y, por tanto, la Fed tiene margen de sobra para dejar los tipos muy bajos y no apresurarse a endurecer las condiciones monetarias, vienen a ratificar ese compromiso de los Bancos Centrales con el modelo de tipos cero y liquidez abundante durante "un prolongado periodo de tiempo", por utilizar la expresión que tanto gusta a Draghi y a Yellen.

La segunda noticia ha sido el PMI de manufacturas de China, mejor de lo esperado. Esto aleja el temor de una desaceleración brusca de la economía China, que sigue siendo realmente la clave para mantener la esperanza de que el crecimiento global se mantenga en niveles satisfactorios. Más aún cuando en la zona euro hubo datos de PMI mixtos, malos en Francia, buenos en Alemania, que confirman la dificultad de que la zona euro como tal pueda aportar crecimiento positivo a la economía global, ya que seguimos viendo una enorme asimetría entre los diversos países que la componen y una falta de resolución de los problemas de fondo latentes.

La tercera noticia de la semana ha sido el mantenimiento de muy bajos niveles de tipos de interés en los bonos largos. Esto podría considerarse bueno para las acciones, en la medida en la que, en términos de valoración financiera los bajos tipos bajan el tipo al que se descuentan los beneficios de las empresas, suben su valor y restan atractivo a los bonos como alternativa a las acciones. Pero si los tipos bajos persisten lo que sucede es que anticipan un crecimiento futuro bajo o incluso muy bajo, y por eso la persistencia de esos bajos tipos de interés tienen también algo de inquietante. Es decir, hasta cierto nivel los tipos bajos son buenos, más allá de cierto nivel, no, como se ha visto en Japón. Los niveles actuales del S&P o del Dax serían difícilmente compatibles con un mundo de bajo crecimiento.

Una cuarta noticia es el triunfo de Modi en India, saludado como positivo, ya que levanta expectativas de cambios de fondo en aquella economía, que es, después de China, la otra gran economía mundial emergente en términos de población. Se espera que Modi no solo relance la inversión pública sino que, además, aborde medidas estructurales como la reforma laboral o la propiedad de la tierra.

Ha habido otro dato interesante en la semana, y es que tras varias semanas de debilidad del Russell 2000 y el Nasdaq frente al Dow Jones, esta semana hemos visto como el Russell y el Nasdaq han subido más de un 2% mientras el Dow se ha quedado en un alza de un 0,7%. Esto podría estar indicando que los inversores vuelven a una posición de más riesgo, y abandonan valores grandes para ir a los más pequeños o a las empresas de tecnología. Pero es aún pronto para sacar este tipo de conclusiones.

Las Bolsas enfilan el final de mayo con buen tono, impulsadas por la enorme liquidez, y sin poner en el radar, al menos de momento, las posibles consecuencias de un bajo crecimiento económico prolongado. Lo que se cotiza es, más bien, que el BCE no defraudará en su reunión de junio y que la Fed no irá tan lejos como para torpedear un crecimiento que sigue siendo muy débil (es posible que el ya de por sí raquítico crecimiento de EEUU del 0,1% en el primer trimestre se vea rebajado a términos negativos esta próxima semana en su primera revisión).

Aunque nos gustaría mucho más ver una Bolsa que sube por el crecimiento y por los beneficios empresariales que una Bolsa que sube movida por la marea de la liquidez, la realidad es que, de momento, los inversores siguen mirando de forma prioritaria el factor liquidez y, siendo eso así, lo previsible es que en esta última semana de mayo, las Bolsas sigan cumpliendo el guión marcado por los Bancos Centrales, en el que cualquier atisbo de inestabilidad es inmediatamente corregido, para volver a la aburrida normalidad prefabricada.

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