Opinión

Apple sujeta a las bolsas americanas


Como era previsible y como apuntábamos en nuestro anterior comentario, los resultados de Apple, publicados el pasado martes, han sido claves para las Bolsas en el inicio de agosto, y han permitido a los índices americanos cerrar en positivo una semana en la que las Bolsas globales han experimentado, en general, caídas. Todo ello en un contexto en el que continúan los temores de que la guerra de aranceles derive en una guerra comercial más amplia, incluyendo la guerra de divisas, y en el que los banqueros centrales dan señales de no tener clara la hoja de ruta de la normalización monetaria, como se ha visto la semana pasada en las respectivas reuniones del Banco de Japón y del Banco de Inglaterra.

Empezando por Apple, sus buenos números no solo le han permitido ser la primera empresa americana en superar el billón de dólares de capitalización (fuera de Estados Unidos, Petrochina superó ese listón en 2007 en plenos máximos del precio del crudo), sino que, además, han contagiado el buen tono al resto de las tecnológicas. Esto ha permitido al Nasdaq ser una vez más el mejor índice, al subir un 1% en la semana (en el año acumula ya una subida del 13%) y además ha posibilitado, como decíamos, que el S&P cierre en positivo la semana, con un avance del 0,76% y que el Dow haya logrado también cerrar en tablas con una subida del 0,05%. Si miramos por dentro el Dow vemos muy claramente que, a excepción de las tecnológicas (Apple, Microsoft, Cisco) pocos valores, entre ellos el más significado Procter&Gamble, han logrado subir en la semana, lo que significa que el "efecto Apple" es el que ha salvado al Dow de los números rojos semanales.

Las restantes Bolsas no han podido evitar las pérdidas, a pesar del buen cierre semanal que posibilitó el viernes pasado el informe de empleo americano de julio, sobre todo al poner de manifiesto que los salarios crecieron al 2,7%, es decir, por debajo de la inflación, que en junio fue del 2,9%. Pese a los avances del viernes, el Eurostoxx y el Ibex han caído un 1,3% en la semana, el Dax el 1,9%, el Nikkei el 0,8% y el MSCI de emergentes el 1,7%. En algunas Bolsas los descensos han ido más allá, como en el Shanghai Composite que ha perdido el 4,6% o en la Bolsa de Hong Kong, que ha caído un 3,9%. La consecuencia es que la Bolsa china, que acumula en el año un descenso del 17%, ha perdido el segundo puesto mundial por capitalización bursátil en favor de la japonesa.

Todo lo anterior pone de relieve la importancia que están teniendo las tecnológicas en el magnífico comportamiento de las Bolsas americanas, que se han recuperado casi completamente de la sacudida de febrero, situándose ya el S&P a tan solo el 1,4% de sus máximos anuales, que son a la vez los máximos históricos de todos los tiempos. La recuperación de las Bolsas americanas, y en menor medida de las restantes Bolsas globales, desde los mínimos del pasado febrero, es más llamativa si pensamos que ha tenido lugar en medio de la guerra comercial abierta por Trump y de las subidas de tipos de la Fed.

Da la impresión de que los inversores no se toman muy en serio ni la guerra comercial ni la normalización monetaria, a la vista de los sucesivos giros que se producen en ambos procesos. En lo que a la guerra comercial se refiere, Trump parece muy convencido de su modelo de atacar con fuerza para luego negociar desde esa posición de fuerza. Está por ver si esa técnica, que el propio Trump expuso hace dos décadas en su libro "The art of the deal", va a funcionar con China, o si va a acabar en un conflicto abierto, en línea con la llamada "trampa de Tucídides", según la cual cuando aparece una potencia emergente (China) que reta a la potencia establecida (EE.UU.) con suficiente fuerza, es imposible evitar la guerra, en este caso la guerra comercial. Pero de momento los mercados no descuentan un escenario de guerra total, sino de tira y afloja (tit for tat) para llegar finalmente a un acuerdo.

Las Bolsas tampoco descuentan, hoy por hoy, una subida de tipos muy agresiva o una retirada de liquidez muy brusca. Y en cierto modo las reuniones de la semana pasada del Banco de Japón y del Banco de Inglaterra avalarían esa opinión de las Bolsas. El Banco de Japón, tras su esperada reunión de dos días, sorprendió a los mercados al reiterar su compromiso con una política monetaria acomodaticia (easy money) dejando claro que no se unirá a la tendencia hacia el endurecimiento monetario de la Fed y que mantendrá los tipos de interés "extremely low" por un largo periodo de tiempo. El gobernador del Banco de Japón, Kuroda, llego incluso a decir de forma explícita que su mensaje iba dirigido a "contrarrestar" las opiniones de algunos participantes en el mercado según las cuales el BoJ podía estar pensado en subir los tipos. La consecuencia inmediata fue una caída del yen y una caída muy brusca de los tipos de interés del bono del Tesoro japonés a diez años (el JGB) desde niveles de 0,11%, en el que se habían situado al descontar un endurecimiento de los mensajes del BoJ hasta niveles del 0,04%. Las sorpresas no terminaron ahí ya que al día siguiente, el miércoles, el tipo del JGB se disparó de nuevo al 0,124% porque el Banco de Japón subió desde el 0,1% al 0,2% el límite de tipo de interés del JGB.

Esos movimientos bruscos, que llevaron también al tipo de interés del bono del Tesoro americano a alcanzar de nuevo el temido nivel del 3%, muestran que la sensibilidad en los mercados de renta fija está muy alta y que no es en absoluto descartable que en cualquier momento volvamos a ver situaciones como las del pasado febrero

De momento los banqueros centrales siguen con un discurso muy suave, y ese mismo tono fue el que utilizó el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, el pasado jueves, cuando tras subir los tipos oficiales hasta el 0,75%, el mayor nivel desde 2009, dejó muy claro que el BoE no volverá a subir los tipos en una temporada larga y que la subida será muy gradual y espaciada. Un mensaje que permitió a las Bolsas europeas rebotar desde los mínimos del día y a las americanas acabar la sesión subiendo.

Lo que vemos, por tanto, es cautela en los banqueros centrales, probablemente porque no acaban de ver muy claro el escenario económico. En este sentido, Jamie Dimon, presidente de JP Morgan y una de las figuras más respetadas de la industria, decía la semana pasada en una entrevista que su gran preocupación es, además de la guerra comercial, la reversión de las inyecciones de liquidez (QE) por parte de los Bancos centrales, ya que el mundo nunca había tenido QE y por tanto nadie sabe cómo va a ser la desaparición de la QE. Decía Dimon que si los tipos de interés suben porque la economía crece todo irá bien pero que si la economía empieza a estancarse habrá grandes problemas.

Guerra comercial y normalización monetaria son por tanto los dos escenarios de fondo en los que se moverán las Bolsas en agosto, una vez terminada la temporada de resultados. Una temporada de resultados que ha impulsado sin duda a las Bolsas, que en las cuatro últimas semanas, coincidiendo con la publicación de resultados, acumulan ganancias, salvo nuestro Ibex y el Mib italiano. Esas ganancias son mayores en las Bolsas americanas por el ya mencionado impacto de las tecnológicas, y han permitido en general contrarrestar los datos económicos que indican una desaceleración del crecimiento en la zona euro, que ha crecido en el segundo trimestre al menor ritmo en los dos últimos años, y un deterioro en ciertos aspectos de la economía norteamericana, como por ejemplo, el ISM de servicios de julio que bajó notablemente respecto a junio, y la balanza comercial norteamericana de junio, que arrojó un déficit superior al previsto. Ambos datos se publicaron el pasado viernes, pero los índices americanos subieron gracias a los buenos resultados.

Todavía esta semana tendremos algunos resultados interesantes como los de Disney o Adidas, pero el dato clave va a ser el IPC americano de julio, que se publica el viernes, al que precederá, el jueves, el PPI (índice de precios de producción). Estos dos datos nos darán una pista sobre si en septiembre la Fed procederá o no a la tercera subida de tipos del año. Hay que recordar que la inflación de julio quedó en el 2,9%

La proximidad a los máximos hace pensar a algunos analistas que podemos ver nuevas subidas en estos primeros días de agosto, dada la afición de Wall Street a batir sus propios récords. Cabría añadir la fascinación que ejercen sobre los operadores las cifras redondas, ya que el S&P, el Dow y el Nasdaq se encuentran a tan solo un dos por ciento de los niveles respectivos de 2.900 puntos, 26.000 puntos y 8.000 puntos.

Seguimos pensando que, en unas Bolsas con poco volumen y muy movidas por las declaraciones de Trump puede pasar cualquier cosa. La cercanía a los máximos históricos en las Bolsas americanas puede funcionar como catalizador de las subidas, pero también como resistencia, sin que sea fácil a priori inclinarse, con los datos en la mano, por ninguna de las dos opciones.

Juan Carlos Ureta Domingo
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