Opinión

Aniversario de Draghi y dudas en Japón

Algunos buenos datos económicos (subida del PIB por encima de lo previsto en Inglaterra y Corea, subida del índice IFO de confianza empresarial alemana,...), algunos buenos resultados empresariales y la estrategia de "estabilidad prefabricada" de los Bancos Centrales a la que aludíamos la semana pasada, han conseguido, una semana más, que los mercados financieros avancen hacia el fin de julio con pequeños movimientos laterales, tras las fuertes sacudidas de junio.

Las Bolsas americanas han logrado mantener sus máximos históricos de todos los tiempos, con el Nasdaq y el Dow Jones subiendo ligeramente (Nasdaq +0,7% Dow +0,3%) y con el S&P 500 casi plano en la semana. En las plazas europeas hemos visto como nuestro Ibex 35 ha sido la estrella de la semana, al subir más de un 5% ayudado por Telefónica y por los Bancos, seguido de cerca por las Bolsas portuguesa (+4,3%) y griega (+3,4%) y algo más de lejos por la italiana ( Mib +1,8%) y la francesa (Cac +1,1%). De nuevo el Dax alemán ha funcionado mal, cayendo un 1% en la semana.

Pero la sorpresa ha venido de Japón, ya que le triunfo de Shinzo Abe en las elecciones del pasado domingo parecía garantizar una subida del Nikkei, y sin embargo la realidad ha sido que el Nikkei ha caído un 3,15% en la semana, siendo el tercer peor índice del mundo. Una caída que pone en cuestión la agresiva estrategia de QE "cualitativa" puesta en marcha por el Banco de Japón el pasado 4 de abril.

Así, en el aniversario de las famosas palabras de Draghi en Londres vemos como la política del "whatever it takes" ha funcionado bien en la zona euro, donde las turbulencias de hace un año por estas fechas parecen ya cosa del pasado, pero sin embargo esa misma filosofía de la inyección monetaria sin límites y "as long as needed" hace aguas en Japón, ya que justo después del triunfo de Abe el pasado domingo ha subido el yen, ha bajado el Nikkei y, eso sí, la inflación ha subido un 0,4% en junio, pero por la subida de costes energéticos de importación y no por la reactivación de la economía.

Para explicar por qué lo que funciona en la zona euro aparentemente sin embargo no funciona en Japón podríamos dar varias razones. La primera es que lo que quiso Draghi fue estabilizar los mercados, y lo consiguió, ya que los banqueros centrales tienen muchas armas para estabilizar. Pero lo que quiere el Banco de Japón es generar crecimiento en una economía como la japonesa largamente estancada y eso es mucho más difícil, tal vez imposible, para un banquero central. De hecho, la zona euro sigue en recesión un año después de las palabras de Draghi. La estabilización se puede prefabricar, el crecimiento no. Una segunda razón podría ser que el BCE lleva aún poco tiempo practicando políticas monetarias no convencionales y por eso sus anuncios tienen efecto, en tanto que Japón lleva ya bastante tiempo inyectando dinero, bien es verdad que con menor intensidad que la desplegada a partir del 4 de abril, y por eso esas inyecciones han ido perdiendo efectividad. Una tercera reflexión es que la zona euro y sus países miembros han hecho, aunque sea de forma muy limitada, algunas reformas y ajustes, y eso es lo que permite la eficacia de las acciones de apoyo del BCE. En Japón las reformas estructurales de Abe están todavía por verse.

La consecuencia de todo lo anterior para la zona euro es que hay que ir mucho más allá con las reformas y con los ajustes, en lugar de fiar todo a la acción del BCE. La lección interesante para Europa es que solo se vuelve al crecimiento con reformas profundas y con limpieza previa de la parte de la deuda acumulada que es impagable. Si no se va por esta vía los problemas, como ha dicho Juergen Stark, el antiguo miembro del Consejo del BCE, vendrán en el otoño, tras las elecciones alemanas. Y serán problemas gruesos.

En todo caso, como decíamos al principio, los mercados, a punto de finalizar julio, dan señales de gran tranquilidad, apoyados en buenos resultados empresariales (con alguna excepción como Siemens), en datos económicos buenos en EEUU y en la esperanza de que China no se desacelere demasiado. Son señales interesantes, pero no son señales técnicas potentes que nos permitan ver con claridad.

Un ejemplo es lo sucedido en la sesión de cierre semanal del pasado viernes. Hasta media sesión los índices americanos se movían ligeramente a la baja aparentemente por temores sobre la desaceleración de China. Sin embargo, en el tramo final de la sesión esas ligeras pérdidas de los índices se transformaron, sin motivo aparente, en ligeras ganancias. ¿Significa esto que hay fortaleza como para romper con solidez los máximos históricos de todos los tiempos? No está nada claro. Podemos estar en una fase de distribución previa a una corrección o por el contrario se puede estar formando una base para luego romper al alza. Nadie lo sabe, y lo único que sabemos es que los volúmenes no son altos.

Otro ejemplo es el comportamiento de las Bolsas italiana, española, portuguesa y griega en las últimas semanas. Las subidas del Ibex y del Mib en el último mes (7,6% en ambos casos) doblan a las del Dax (3,5%) pero es dudoso que podamos interpretar esto como una señal técnica clara de que empieza un ciclo alcista en el Ibex o en el Mib. Podría ser, simplemente un pequeño ajuste que corrija la situación de los últimos meses, en los que el Ibex y el Mib se habían quedado muy descolgados en las subidas del Dax.

Lo importante sigue siendo el gran dibujo, no los pequeños movimientos a corto. Y para ayudar a entender ese gran dibujo, esta semana hay algunas citas importantes. El lunes habla el gobernador del Banco de Japón, Kuroda, ante un grupo de empresarios en Tokio, el martes y el miércoles se reúne la Fed, el jueves se reúnen el BCE y el Banco de Inglaterra, y el viernes tenemos el informe de empleo de julio de la economía norteamericana. Además de datos como el índice de manufacturas de Chicago y el dato preliminar del PIB americano del segundo trimestre. Y además, por supuesto, de muchos resultados empresariales.

Lo normal es que todo esto no rompa, a corto, la estabilidad veraniega, pero será importante ver los datos y oír las palabras de los banqueros centrales para saber si finalmente vamos a ver ruptura de máximos históricos o corrección el las Bolsas americanas.

A nuestro juicio ahora hay dos grandes temas que podrían inquietar. Uno es que el S&P ha subido desde los 670 puntos de marzo de 2009 a los actuales 1700 puntos en poco más de cuatro años. Otro es que la radical apuesta monetaria de Japón puede traer consecuencias muy negativas para todo el mundo si no funciona. Los temas europeos, como dice Stark, los dejaremos para el otoño.

Seguiremos atentamente el S&P en estos días finales de julio para tratar de averiguar si la calma veraniega se prolongará o no en agosto.

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