La última semana de agosto ha sido, como decíamos al terminar nuestro último comentario, relativamente tranquila, pero esa tranquilidad ha sido total en las Bolsas americanas, no tan grande en las europeas, y más bien escasa en las emergentes, en las que, a diferencia de lo sucedido en Wall Street, hablar de un agosto tranquilo sería casi un sarcasmo.
En EE.UU. de nuevo las tecnológicas han liderado las subidas y al final el Nasdaq ha subido el 2,1% en la semana y el 5,7% en el mes, firmando el mejor mes de agosto desde el año 2000. El Dow y el S&P, por su lado, han subido un 2,1% y un 3%, respectivamente en el mes, tras una nueva semana de alzas en la que el Dow ha recuperado los 26.000 puntos y el S&P ha logrado por primera vez en su historia superar los 2.900 puntos. Tiempos de récords por tanto, en Wall Street, que contrastan con unas Bolsas europeas que han recortado en la semana (Eurostoxx -1% en la semana, Ibex -2%) y en el mes de agosto (Eurostoxx -3,7% Ibex -4,8%) y con unas Bolsas emergentes cuyo índice MSCI Emerging Markets no acaba de levantar cabeza tras haber entrado en territorio "bajista" el 15 de agosto al caer un 20% desde los máximos anuales.
La divergencia en agosto entre las Bolsas americanas, por un lado, y las europeas y emergentes por otro, es realmente espectacular y no hace sino amplificar (realidad aumentada) la diferencia que ya se había creado estos últimos años entre Wall Street y el resto de las Bolsas.
Es realmente la historia de dos mundos muy distintos, unas Bolsas americanas eufóricas a golpe de tweet de Trump e impulsadas a la estratosfera por las tecnológicas, y unas Bolsas europeas y emergentes paralizadas. Las Bolsas europeas están lastradas por el sector bancario, que no acaba de levantar cabeza, y también por sus empresas más emblemáticas, cuestionadas por motivos diversos, como ha sucedido esta última semana con Inditex, que el miércoles caía más de un 5% tras un informe negativo de Morgan Stanley afirmando que Inditex ya no es una "gran" compañía sino, simplemente una "buena" compañía.
Las Bolsas emergentes están incluso peor. A mediados de agosto, como decíamos, entraron técnicamente en territorio "bajista" (bear market) y esta última semana han vuelto a sufrir, por las nuevas amenazas de Trump a China (el jueves volvió a insistir en que pondrá aranceles por doscientos mil millones de dólares) y por la persistente crisis de Argentina y Turquía, que amenaza con extenderse a India, Sudáfrica y otras economías emergentes
Como ya hemos dicho en otras ocasiones, en el trasfondo de esos problemas está la política de normalización monetaria de la Fed y la consiguiente subida del dólar, que crea muchas tensiones a las empresas, bancos y economías muy endeudadas en dólares y con desequilibrios exteriores (Argentina y Turquía son los casos más emblemáticos, pero no los únicos). Es lógico que esas economías sufran y que deban ahora, tarde y mal, tomar medias, como la subida de tipos de interés en Argentina desde el 45% al 60%, que dañan seriamente su crecimiento, pero lo que no parece tan lógico es que las Bolsas americanas sigan su vertical carrera alcista, inmunes e indiferentes ante los problemas del resto del mundo.
Dicho en otras palabras, ni es sostenible un crecimiento de la economía norteamericana en solitario ni es sostenible, a nuestro juicio, un "rally" de las Bolsas americanas al que no se unan las restantes Bolsas. En el mundo global de hoy, el "America first" y la guerra comercial agresiva están bien como lemas o estrategias electorales, pero lo cierto, a la vista de la tarta de los PIB globales es que a América difícilmente le va a ir bien si al resto del mundo le va mal.
Lo anterior es algo bastante obvio y por eso seguimos preguntándonos por las razones para que las Bolsas americanas hayan entrado en este paroxismo alcista, del que agosto ha sido la última muestra, en medio de las incertidumbres que generan la guerra comercial, la situación de Italia, la inestabilidad en ciernes de Alemania, la persistente debilidad de la banca europea en un contexto de desaceleración del crecimiento de la zona euro, y la crisis de emergentes con Turquía y Argentina a la cabeza.
En particular, esta última semana hemos visto cómo el miércoles el S&P superaba sin dificultades la reaparición de los viejos fantasmas. La lira turca cayó otro 5% , el Banco Central de Argentina se vio obligado a subir el tipo de interés al 60% desde el 45% anterior ante el desplome del peso, la rupia india alcanzó un nuevo mínimo histórico de todos los tiempos frente al dólar en 71 rupias por dólar, e Italia tuvo que emitir bonos a 5 años al 2,44%, el nivel más alto en cuatro años, es decir, los tiempos de antes de la QE de enero 2015 y, para colmo, Trump se reiteró en poner aranceles a China por doscientos mil millones de dólares la semana que viene.
Es verdad que a la vez se publicó el PIB americano del segundo trimestre, que creció un 4,2%, más de lo esperado, y es verdad que los beneficios empresariales han crecido en el segundo trimestre más del 20%.
Pero, pese a todo ello, solo encontramos dos respuestas a la pregunta de por qué la Bolsa americana sigue eufórica. Por un lado, la fascinación que ejercen las grandes tecnológicas. Esta última semana Apple ha subido un 5,3% y Amazon ha logrado superar por primera vez en su historia los dos mil dólares por acción y ha subido un 5,6% en la semana, liderando las subidas generalizadas del sector. La segunda explicación es que, como hemos comentado en varias ocasiones, las Bolsas americanas están con Trump. Nos guste o no, acierten o no, a los inversores americanos les gusta la batalla de Trump para reposicionar a EE.UU. frente a China, obligando al resto de países a reposicionarse a su vez, les gusta su rebaja de impuestos, les gusta su desregulación, y les gusta su plan de inversiones públicas para los próximos años.
A nuestro juicio la divergencia entre las Bolsas americanas y el resto, que se ha profundizado en agosto, no es sostenible, igual que no lo es el hecho de que unos pocos valores tecnológicos (Apple, Amazon, Google...) representen más de la mitad de la subida de las Bolsas americanas este año.
Aun a riesgo de equivocarnos pensamos que o hay corrección en las Bolsas americanas o hay subida fuerte en las restantes Bolsas globales y, si hemos de elegir, apostaríamos más por lo primero, aunque hoy en día parezca imposible.
Septiembre empieza con muchos datos económicos. Estos días conoceremos los ISMs y PMIs de EEUU y de la zona euro y el viernes se publica el siempre esperado informe de empleo de agosto en la economía norteamericana. En la zona euro, a la que Trump acusaba esta última semana de ser tan mala como China, solo que un poco más pequeña, habrá que seguir muy atentos a la situación de Italia, y la dinámica política en Alemania, que está volviéndose cada vez más en contra de Angela Merkel,
Pasado agosto y recuperada ya la normalidad en los mercados, tendría que haber sorpresas realmente extraordinarias para mover a los índices americanos a nuevos máximos.
Juan Carlos Ureta Domingo
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