A pesar de la caída de los principales índices americanos en la sesión de cierre semanal del viernes, las Bolsas han cerrado una gran semana, con subidas del 3,4% para el Eurostoxx y el Nasdaq y del 2% y 2,5% respectivamente para el Dow Jones y el S&P, y, si nada se tuerce en los próximos días, van a cerrar un buen mes de julio, con alzas generalizadas, salvo excepciones como la Bolsa china, la rusa o nuestro Ibex, muy castigado por el anuncio de impuestos a banca y eléctricas.
Si se confirma la subida mensual en las sesiones que quedan para terminar julio, las Bolsas habrán logrado salir del extremo pesimismo con el que se cerró junio, recuperando una parte de las caídas de junio, mes en el que, recordemos, el S&P cayó un 8,4% y el Eurostoxx y el Nasdaq casi un 9%. Es realmente muy significativo que el S&P haya logrado volver a las cercanías de los 4.000 puntos (de hecho, superó ese nivel en el inicio de la sesión del viernes) y que el Nasdaq esté de nuevo cerca de los 12.000 puntos (el jueves de hecho los superó).
Pero el ambiente inversor sigue siendo pesimista, como lo refleja la encuesta realizada por Bank of America/Merril Lynch, y publicada el martes pasado, a un colectivo de casi trescientos gestores, que manifiestan un nivel de pesimismo máximo y, en consecuencia, un nivel de liquidez muy grande en sus carteras, tras haber sufrido pérdidas cuantiosas y además simultáneas tanto en renta fija como en renta variable en la primera mitad del año.
Ese contraste entre el pesimismo de los gestores y el buen tono bursátil, como decíamos solo empañado ligeramente por el cierre a la baja del viernes, nos obliga a preguntarnos si estamos ante un rebote en medio de un mercado bajista o hay algo más serio y duradero detrás de esas alzas. Es decir, si todavía queda recorrido a la baja o si, por el contrario, el mercado ha tocado ya el suelo a partir del cual empezará un despegue al alza en algún momento. Si seguimos la “teoría de la opinión contraria”, según la cual lo mejor que se puede hacer para ganar dinero es ir en contra del consenso del mercado, la respuesta sería que ya hemos visto el suelo del mercado y toca ya invertir.
Pero la experiencia nos indica que, más allá de ir o no contra el consenso, lo que hay que hacer a la hora de invertir es analizar la situación de la economía y de las empresas. Y en este sentido las señales que nos ha ido enviando julio no son concluyentes a la hora de decir si hemos o no visto el suelo de las caídas.
La semana pasada, sin ir más lejos, hemos visto malos PMIs preliminares tanto en la zona euro como en EEUU. En Europa el PMI manufacturero cayó de nuevo, a 46,4 puntos, mínimo de seis años, y, aunque el de servicios se mantiene por encima de 50, el compuesto cae ligeramente hasta los 49,4 puntos, en zona de contracción. En EEUU, el PMI compuesto de manufacturas y servicios preliminar de julio que se publicó el viernes cayó a 47,5 puntos, en zona clara de contracción y en el menor nivel en dos años.
Los tipos de interés de medio y largo plazo han ido también reflejando a lo largo de julio esa desaceleración ya bastante clara de la economía. El viernes el bono del Tesoro americano a diez años (T bond) cerró a un tipo del 2,75%, muy lejos de los máximos de 3,48% que alcanzó a mediados de junio, y su equivalente alemán, el Bund, cerro a 1,04%, muy lejos también de los máximos recientes de 1,76% que marcó hace un mes, el 21 de junio. Los bonos, por tanto, parecen no compartir la visión de la Fed de una economía super fuerte que va a aguantar bien las subidas de tipos. Más bien parecen pensar en que viene una recesión y luego un prolongado crecimiento débil.
Si esto es así, parece difícil que la inflación se mantenga alta. No sabemos si la inflación de junio, del 9,1% en EEUU y del 8,6% en la zona euro, va a ser el pico, pero lo que vemos es que el petróleo en su modalidad de crudo ligero americano (WTI) está ya por debajo de los cien dólares (el viernes cerró en 94,7 dólares) tras haber caído un 12% las cuatro últimas semanas, y que casi todas las materias primas han tenido recortes significativos en las últimas semanas, incluido el trigo, cuyos futuros caen casi un 40% desde mediados de mayo, o el maíz, cuyos futuros caen más de un 25% desde mediados de junio. El informe de la Universidad de Michigan muestra que las expectativas de inflación a largo plazo de los consumidores están cayendo, lo cual es bueno, porque evita que se alimenten a sí mismas las expectativas y generen un alza por acaparamiento de bienes.
Otra de las cosas reseñables que han pasado en julio es la vuelta de las tecnológicas, que sin duda tiene algo que ver con la caída de los tipos de interés de largo plazo, pero también con los buenos resultados que están publicando algunas tecnológicas, que vienen a confirmar que las compañías tecnológicas son ganadoras en el irreversible y cada vez más claro avance hacia la sociedad digital y del conocimiento. Netflix ha sido el ejemplo la semana pasada, y realmente lo que vemos en las tecnológicas es que dentro de ellas cada vez es mayor la diferencia entre las que tienen buenos modelos de negocio y capacidad financiera para llevarlos a cabo y las que simplemente habían prosperado al calor de la enorme liquidez inyectada por la “burbuja Covid”. No nos debe sorprender que algunas “fintechs” como Klarna o algunas compañías con modelos de negocio dudosos, como Robinhood o la legión de imitadores suyos, sufran recortes fuertes de valor. Lo raro y lo preocupante sería que siguieran subiendo al calor de la burbuja, cuando realmente no aportan valor.
Esto conecta con la presentación de resultados empresariales del segundo trimestre, que es otra de las cosas relevantes que están pasando en julio y que están moviendo a las Bolsas. Los resultados no están siendo tan malos como se pensaba, al revés, del entorno al 20% de compañías del S&P que han presentado resultados, más del 70% han superado expectativas, pero lo mejor es que las estimaciones de crecimiento de beneficios de los analistas, lejos de haber ido a la baja, están incluso subiendo ligeramente.
Todo lo anterior nos dibuja un mundo diferente al que estábamos acostumbrados. Lo normal sería pensar que si viene una desaceleración económica los resultados van a ir a menos y que si va a seguir subiendo la inflación los tipos de interés subirán aún más. Pero en la nueva economía en “K” hay empresas que saben seguir creciendo en un entorno de economía no muy boyante y hay elementos “desinflacionarios”, esencialmente la dinámica de innovación disruptiva continua y presión de los márgenes, que tiran a la baja de los precios de forma estructural. Se dibuja así un escenario más de “desinflación” que de deflación, y una recesión tal vez no tan dramática como se percibe. Eso sí, en una economía darwinista en “K”, de ganadores y perdedores, en la que los perdedores lo perderán todo o casi todo.
La FED tendrá que enfrentarse esta semana a ese escenario y tomar sus medidas, esencialmente la subida de un 0,75% o tal vez del 1% de los tipos de interés, algo ya bastante descontado en las Bolsas, que piensan más en si la FED va a poder seguir subiendo o no en otoño, cuando la recesión esté ya ahí.
Entramos en una última semana de julio que es muy intensa, y que puede ser una de las semanas determinantes de este verano. Además de la FED, hay numerosos e importantes datos económicos y empresariales. En lo económico se publica el PIB americano del segundo trimestre el jueves, y el deflactor del PIB americano el viernes, así como, también el viernes, los gastos e ingresos personales y el sentimiento del consumidor de la Universidad de Michigan. Entre otros muchos datos relevantes.
En lo que a resultados empresariales se refiere, tras los resultados mixtos de los grandes Bancos americanos, esta semana publican sus datos las “cinco grandes” tecnológicas: Microsoft, Apple, Alphabet, Amazon y Meta/Facebook, entre otras muchas compañías americanas y europeas. Lo que digan las grandes tecnológicas es, a nuestro juicio, especialmente relevante para ver si realmente hemos visto o no el suelo del mercado en junio, pero de momento los recortes de plantilla anunciados por varias de ellas mueven a pensar más bien en escenarios de contracción.
Apostaríamos por un fin de julio tranquilo, pero sin excesivas alegrías.
Juan Carlos Ureta Domingo
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