Las Bolsas, más unas que otras, han corregido con cierta intensidad en las sesiones centrales de la primera semana de diciembre, si bien en la sesión de cierre del viernes las cosas volvieron a recomponerse parcialmente, sobre todo en las plazas americanas. La pregunta es ¿a qué se debe este recorte, cuando los ánimos apuntaban a una nueva semana alcista?
Una primera respuesta, que es la más obvia, lo que no quiere decir que no sea correcta, sería sencillamente que las Bolsas habían subido mucho y en algún momento tenían que corregir. Sin embargo, si nos fijamos en el comportamiento comparativo de las distintas Bolsas vemos que el S&P 500, el Dow Jones y el Nasdaq apenas han recortado en la semana (el S&P cayó solo un 0,04%, el Dow cayó un 0,4% y el Nasdaq consiguió subir un 0,06% ) siendo así que acumulaban subidas anuales muy superiores a las europeas, y vemos también como el Nikkei, que sin duda es la Bolsa más alcista en el año entre las importantes, ha recortado en la semana un 2,3%, lo cual es bastante menos que el 4,7% que cayó la Bolsa de Milán en la semana, o el 4,4% que se dejó nuestro Ibex 35 o el 3,8% que cayó el Cac francés. Entre las plazas europeas el Dax, que en el año es la que más ha subido, recortó solo un 2,5%, bastante menos que las demás.
Esto nos movería a pensar que hay de nuevo un "vuelo hacia la calidad", es decir, que los inversores prefieren estar en las Bolsas más seguras, aunque sea al precio de comprar más caro. Si esta idea fuese cierta, en todo caso tendríamos que avanzar un poco más, y preguntarnos por qué los inversores se inclinan ahora hacia la calidad, tras un periodo, el que va de septiembre a noviembre, en el que parecía que todo valía, y en el que la complacencia con el riesgo ha sido absoluta. O, en otras palabras, cuáles son los temores que los inversores están viendo en esta etapa final del año.
Las preguntas son ¿temen los inversores que la Fed empiece a retirar los estímulos, que lo haga incluso en su reunión de la semana próxima el 17 y 18 de diciembre? ¿O temen más bien a la inflación futura que producirá una ilimitada extensión en el tiempo de las políticas cuantitativas, las llamadas QE? ¿O por el contrario temen a la deflación?
Los mensajes de los mercados no son claros, entre otras cosas porque los mercados están intervenidos por los Bancos Centrales y hay un ruido de fondo que nos impide entender bien. Pero podemos intentar leer entre líneas lo que ha sucedido la primera semana de diciembre, con las súbitas bajadas de algunas Bolsas.
La lectura "oficial" es que las Bolsas han bajado por el temor a que se reduzcan los estímulos monetarios, ya que los datos económicos americanos han sido buenos. En efecto los ISM tanto de manufacturas como de servicios de la economía norteamericana publicados esta semana fueron mejores de lo esperado, y la revisión del crecimiento del PIB americano del tercer trimestre que conocimos el pasado jueves se elevó al 3,6%. Finalmente el viernes se publicó el informe de empleo de noviembre en EEUU arrojando la creación de más de doscientos mil puestos de trabajo, mucho más de lo previsto. Todo esto, se dice, moverá a la Fed a recortar las compras de bonos. Y esto explicaría, a la vez, que hayan subido los tipos de interés de los bonos largos (T bond al 2,85% el pasado viernes) y haya bajado fuertemente el oro en la semana.
Sin embargo, el viernes por la tarde, tras publicarse el dato de empleo de noviembre, las Bolsas americanas subieron mucho. Esto indicaría que las bolsas festejan el crecimiento económico y no temen al "tapering" de la Fed sino más bien al estancamiento y a la deflación. La misma lectura cabría deducir de la reacción de los mercados el jueves ante el discurso de Draghi. Draghi prometió más apoyo monetario del BCE, pero habló de una economía en la zona euro muy débil, creciendo al 1,1% en 2014 y al 1,5% en 2015, cifras no muy excitantes.
No podemos descartar que las Bolsas estén empezando a descontar, con estas bajadas de la semana pasada, temores de estancamiento económico, incluso de deflación. Pocos creen que la nueva presidenta de la Fed, Janet Yellen, verdadera amante de las políticas de expansión monetaria cuantitativa, vaya a iniciar en breve la retirada de las compras de bonos. Sin embargo, empieza a extenderse la opinión, expresada recientemente por el nuevo Nobel de economía Robert Shiller, de que esa expansión monetaria no creará crecimiento y sin embargo generará burbujas de activos. Shiller habla incluso de una incipiente burbuja inmobiliaria en EEUU.
Lo que de verdad sería un escenario inquietante para los inversores es que las QE se prolonguen y que no llegue el crecimiento. Y en este sentido los ya mencionados datos económicos de la semana pasada siembran cierta inquietud. La subida del PIB americano del 3,6% en el tercer trimestre parece que es debida en 1,7 puntos a la acumulación de inventarios. Lo cual es pan para hoy y hambre para mañana. La creación de empleo en noviembre tiene un fuerte componente de empleo público por la vuelta de los funcionarios tras el final del "shutdown" de la Administración americana en octubre.
No está claro, por tanto, por qué bajan las Bolsas, salvo la obviedad de que lo hacen porque habían subido mucho. Pero tenemos que seguir bien los datos para ver si lo hacen por temor a la deflación, y en ese sentido el dato de ventas minoristas de noviembre, que se publicará el martes próximo, y los datos de las próximas ventas navideñas son decisivos a corto plazo para que veamos o no el ya clásico rally de Navidad en las Bolsas.
Las Bolsas americanas no han corregido, están en máximos históricos, y son las grandes candidatas a recortar, sobre todo si miramos los gráficos y pensamos en esa simple idea de que tras grandes subidas suele haber recortes. Y hay motivos para que haya recortes, ya sean pensar que la Fed puede reducir las inyecciones en su reunión del 17 y 18 de diciembre, o que vuelve a partir de enero la discusión sobre el presupuesto y el techo de la deuda, o que al final los beneficios y los márgenes empresariales sean difíciles de mantener en una economía como la norteamericana, que, pese a los datos, sigue débil.
El mal de fondo que reflejan las Bolsas europeas en sus caídas es la debilidad de una economía que no reacciona pese a ser masivamente estimulada, un escenario que puede también llegar a afectar a la economía norteamericana y a la japonesa aunque en ellas el dinero sea por ahora más generoso.
La prueba de fuego de las Bolsas globales está de nuevo en el S&P, un S&P que ha conseguido estar en máximos históricos mientras el tipo del bono del Tesoro a diez años ha subido desde el 1,65% del pasado mayo al 2,85% del pasado viernes. Tal vez porque se descuenta un escenario de crecimiento que está todavía por ver.