La semana pasada terminábamos nuestro comentario apostando por una semana tranquila para las Bolsas y, efectivamente, la semana ha sido tranquila en las Bolsas europeas y emergentes, pero no cabe decir lo mismo de las Bolsas americanas. Si miramos la semana en su conjunto, el Eurostoxx ha finalizado con un muy ligero recorte del 0,1%, con algunas Bolsas europeas, como la española, subiendo (Ibex y Mib italiano + 0,6% en la semana) y otras bajando ligeramente (Dax y Cac -0,2%) y el MSCI Emerging Markets ha subido un moderado 0,4% en la semana. Pero el S&P y el Dow han recortado un 1,5%, en la que ha sido su peor semana desde que ganó Trump, y el índice de empresas medianas y pequeñas, el Russell 2000, ha caído incluso más, un 2,6% lo que le ha llevado a entrar ya en números rojos en el ejercicio.
Ese comportamiento de los índices americanos ha tenido mucho que ver con la actividad política en Washington, que, a la espera de los resultados empresariales del primer trimestre, se ha convertido en el principal foco de atención. Algo lógico si tenemos en cuenta que los inversores han hecho de la reflación prometida por Trump el gran argumento alcista para los mercados de acciones. El fracaso de Trump a la hora de pasar por el Congreso su reforma sanitaria, la llamada "Trumpcare", ha suscitado dudas sobre la capacidad del nuevo Presidente americano para llevar a cabo sus promesas electorales, entre ellas la ansiada rebaja fiscal.
En unas Bolsas tan dependientes de las expectativas creadas por el nuevo presidente, Trump puede pasar de ser el gran amigo de las Bolsas a convertirse en su más odiado enemigo, el villano, el culpable de las caídas. Eso es justamente lo que sucedió el martes pasado, cuando el S&P y el Dow experimentaron su primer recorte diario de más del 1% en ciento diez sesiones, o, dicho de otra forma, su primera caída de más del 1% en cinco meses. Los inversores ponían así en duda las habilidades negociadoras del nuevo presidente, unas habilidades que le habían llevado en la campaña electoral a afirmar que conseguiría todo lo que quisiera, pero que no han logrado estos días convencer ni siquiera a los congresistas de su propio partido.
Las preguntas que nos deja la semana son, por tanto, dos. La primera es si tenemos que dar por terminado el "Trump trade" y la segunda es si hay o no repuesto a la vista, es decir, si las Bolsas cuentan con un motor alternativo que pueda seguir impulsando las subidas.
Nuestra respuesta a la primera pregunta sería que el "Trump trade" no está acabado, pero ha perdido gran parte de su magia. Los inversores adoran una buena historia y no cabe duda de que la promesa de reflación hecha por el nuevo Presidente americano lo es. La idea de una vuelta al crecimiento económico, compatible con una normalización de los tipos de interés y con rebajas de impuestos, tiene todos los ingredientes para fascinar a un Wall Street siempre deseoso de prolongar la fiesta.
Esa idea ha calado hondo en los mercados y por eso mismo no va a ser tan fácil que la narrativa del "Trump trade" desaparezca de un día para otro por el solo hecho de que Trump no haya podido imponer su reforma sanitaria. La caída del martes no continuó los restantes días de la semana, y ha bastado un giro de los mensajes de Trump hacia la reforma fiscal para calmar las aguas en la sesión de cierre semanal. Trump compensó la notica del rechazo definitivo de la Trumpcare con el anuncio de que empiezan ya los trabajos para la rebaja impositiva y eso bastó para calmar a las Bolsas. Nada más fácil que convencer a unos inversores que desean ser convencidos.
Pero, más allá de la reacción a corto plazo de las Bolsas, que parece van a ser capaces de superar el bache del martes pasado, un análisis más profundo nos lleva a pensar que ha habido un cambio de fondo la semana pasada. Algo ha cambiado en la narrativa del "Trump trade" y ese algo es que se han abierto las primeras grietas en la muralla.
¿Hay recambio para el Trump trade? A corto plazo la respuesta es que no, y no lo hay por la sencilla razón de que nadie ha dedicado ningún esfuerzo a buscar alternativas a las políticas de demanda.
Hay una tercera pregunta que nos deja la semana pasada. Las Bolsas europeas llevan ya casi un mes comportándose sensiblemente mejor que las americanas. En particular nuestro Ibex acumula ya una subida del 10% en el año tras cuatro semanas consecutivas de subidas. La pregunta es si realmente las Bolsas europeas pueden disociarse de las americanas y subir incluso en el caso de una eventual fase bajista en Wall Street.
No faltan argumentos que podrían justificar esa disociación. Los datos están siendo mejores en la zona euro. El viernes pasado se publicaron los PMI preliminares de manufacturas y de servicios de marzo de la zona euro y ambos fueron mejores de lo esperado y mejores que los de febrero. El PIB americano creció menos que el de la zona euro en el 2016 (1,6% BS 1,7%) y los beneficios de las empresas europeas tienen mejores perspectivas de crecimiento que los de las americanas. Todo esto es cierto y también es verdad que los índices europeos han perdido mucho terreno frente a los americanos los últimos años y ahora sería normal que recuperen un poco. Por ello puede haber una cierta disociación temporal, pero al final la tendencia básica de las plazas europeas será la misma que la de las americanas, en nuestra opinión. Así ha sido siempre y así creemos que será también esta vez.
Por eso son importantes los datos de la economía americana que vamos a conocer la semana próxima. Además del PIB definitivo del cuarto trimestre, conoceremos los avances de los PMIs de manufacturas y servicios de marzo, el índice de gerentes de compras de Chicago, y la confianza del consumidor de Michigan.
A nuestro modo de ver, hay que pensar que la volatilidad va a ir a más, en todos los mercados, a medida que avance el año ya que el "Trump trade" irá perdiendo fuerza, la Fed irá avanzando en la normalización de los tipos de interés, y no es fácil que aparezca un motor alternativo a las políticas monetarias o a los estímulos fiscales.
Sin embargo, a corto plazo, y pensando en la semana final de marzo, la fuerza emocional (animal spirits) del "Trump trade" y la confianza generada en Europa por las elecciones holandesas, servirán a nuestro juicio para tener un fin de trimestre tranquilo, en una semana en la que no hay muchos datos y en la que tendremos una docena de intervenciones de miembros de la Reserva Federal, incluida la de su presidenta Janet Yellen el martes y la del presidente de la Reserva Federal de Chicago, Charles Evans, el lunes en Madrid.
La vuelta de los tipos de interés a niveles del 2,4% en el T bond del Tesoro americano y del 0,4% en el bund alemán son un elemento más para apostar por esa tranquilidad a corto plazo.
D.Juan Carlos Ureta Domingo
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