Con alguna excepción, como nuestro Ibex, las Bolsas han seguido subiendo en la segunda semana de febrero, alcanzando las americanas nuevos récords históricos.
Destacan en particular las subidas del Russell 2000 de compañías americanas medianas (+2,5% en la semana y +15,9% en lo que va de año) y del Shanghai Composite (+4,5% en la semana), pero las subidas han sido bastante generalizadas. El Eurostoxx y el Dow Jones han ganado un 1%, el Nasdaq el 1,7%, el S&P el 1,2%, el Nikkei el 2,5% y el MSCI de Bolsas emergentes en dólares también el 2,5%. Como excepciones, el Dax alemán ha quedado plano y el Ibex ha caído un 1,9% en la semana.
El discurso de Jerome Powell, presidente de la Fed, el pasado miércoles, en el Economic Club de Nueva York, unido al avance en la tramitación del plan de estímulo de Biden por 1,9 billones de dólares han sido factores importantes a la hora de impulsar las alzas. Powell no solo volvió a asegurar que la Fed va a ser muy "paciente" a la hora de mantener el actual escenario acomodaticio, sino que además dibujó un escenario de dinero barato ilimitado en el tiempo.
Dicho de otra forma, la Fed deja de mirar los datos, olvida la "data dependencia" y pasa a un horizonte temporal muy largo en su política de tipos cero. Eso unido a la previsible aprobación a fin de febrero o principios de marzo del plan de estímulo, y unido a que los resultados empresariales que se están presentado estas últimas semanas en general superan las expectativas, explica la subida de las Bolsas.
Pero no todo es tan "racional" en el comportamiento de las Bolsas. Al revés, estamos viendo cada vez más comportamientos de los inversores que se alejan completamente de los "fundamentales" y que suscitan, cuando menos, la duda de si los mercados están entrando en una fase de irracionalidad. Comportamientos más propios de un "reality show" que de unos mercados cuya función es nada más y nada menos que asignar de forma eficiente los recursos que deben financiar el futuro de la economía.
Los movimientos en torno a Gamestop y a otros valores que vimos a fin de enero fueron el momento más llamativo de esa especie de espectáculo circense en el que algunos están convirtiendo a las Bolsas, pero la forma de actuar que estaba detrás de esos movimientos sigue estando ahí. Nos referimos al "comportamiento de manada" y al "populismo financiero". El pasado lunes el bitcoin se disparaba hasta superar los 48.000 dólares tras anunciar Tesla que había invertido mil quinientos millones en bitcoins y que va a aceptar en breve la criptomoneda como medio de pago de sus coches. Aunque no sea exactamente un ejemplo de "buena práctica" y aunque la sensación es que puede haber un uso indebido de una información sensible por parte de Tesla, probablemente no hay nada formalmente ilegal en ese anuncio. Pero cabe preguntarse si esa forma de funcionar los mercados financieros es la más apropiada para que cumplan su función.
Lo mismo cabe decir de los nuevos tuits de Elon Musk sobre otra criptomoneda, el dogecoin. No hay nada formalmente ilegal en los tuits de Musk, porque se cuida muy mucho de no recomendar nada a nadie. Le basta, por ejemplo, con tuitear la foto de un elegante perro en la portada de la revista de lujo para el mundo canino Doge, o con anunciar que ha comprado unos dogecoins para su hijo pequeño. El dogecoin sube más de un 1.500% desde el uno de enero y podemos preguntarnos si lo hace porque los inversores piensan que esa criptomoneda va a tener una función importante en el futuro de los medios de pago.
En el mundo de las salidas a Bolsa también hemos visto cosas llamativas la semana pasada. Por un lado sigue, con Archer (el proyecto de taxis eléctricos aéreos), la fiebre de los Spacs, compañías que captan fondos para luego fusionarse con una "start up" y sacarla indirectamente a Bolsa, normalmente a elevadas valoraciones. Por otro lado, la red de citas Bumble, en la que la regla es que las mujeres deben ser quienes tomen la iniciativa del contacto, subió un 63% el pasado viernes en su estreno bursátil, continuando así la racha de fuertes revalorizaciones en las salidas a Bolsa (IPOs) que ya habíamos visto, por ejemplo, en Airbnb o en DoorDash y convirtiendo a su joven fundadora en una de las mujeres más ricas de EE.UU.
Toda esta exuberancia, insistimos, en sí misma no es ni nueva en las Bolsas (las modas y la fascinación que ejercen determinados personajes siempre han sido parte del paisaje de los mercados) ni necesariamente criticable, si se mantiene dentro de determinados límites. El problema es la sensación de que tal vez el conjunto del mercado, o al menos amplias zonas del mercado, estén empezando a alejarse demasiado de los llamados fundamentales de valor y a desviarse también de lo que se supone que es hoy la misión principal de los mercados financieros, financiar la transición hacia una economía "verde" y sostenible. El bitcoin cerca de 50.000 dólares no puede ser del agrado de los ecologistas que han denunciado el enorme consumo de energía que conlleva la fabricación de bitcoins y las transacciones de criptomonedas.
La métrica preferida de Warren Buffett para evaluar si las Bolsas están caras o baratas es el ratio entre el valor total de las Bolsas ("market cap") y el PIB. En el caso de las Bolsas americanas ese ratio está en el 228%, siendo el market cap algo más de 48 billones de dólares y el PIB cerca de 22 billones de dólares. Es un nivel no visto desde la burbuja de las puntocom el año 2000.
Lo anterior no significa que las Bolsas u otros mercados como el de las criptomonedas no puedan seguir subiendo. De hecho, mientras el factor principal que impulsa las subidas, que es la política de dinero barato de los Bancos Centrales, no cambie, lo normal es que las Bolsas sigan subiendo o al menos se mantengan. Y las expectativas de que se produzca ese cambio de la política monetaria son escasas, a pesar de que hay signos de inflación potencial, como la subida de las materias primas. El petróleo sube ya un 22% en lo que va de año, el platino un 16%, el cobre un 7,6% y el índice Blooomberg Commodity un 7,7%. En EE.UU. economistas como Larry Summers y Olivier Blanchard, que no son precisamente devotos del rigor fiscal, han suscitado el debate de si el nuevo plan de estímulo de Biden va demasiado lejos y puede provocar un recalentamiento excesivo de la economía con inflación elevada.
Es verdad que, tal vez respondiendo a esos temores de inflación, estamos viendo una subida del tipo de interés del bono del Tesoro americano a diez años (T bond) que el viernes cerró en el 1,21%. Y es verdad también que, en Europa, una voz tan cualificada como la de Jens Weidman, presidente del Bundesbank y miembro del Consejo del BCE, decía hace unos días que la inflación en Alemania puede llegar a finales de este año al 3% (en enero se espera que suba al 1,6% aunque por motivos concretos como la reversión de un recorte temporal del IVA) y que en el caso de que la inflación suba, el BCE deberá replantearse su política. Pero los Bancos Centrales van a tener muy difícil revertir sus políticas de tipos cero, porque la turbulencia puede ser mayúscula.
Confiando en ese mantenimiento indefinido de los "tipos cero", el dinero sigue entrando en los activos de riesgo y la semana pasada ha habido récord de entradas de dinero en Fondos de Bolsa globales, con un flujo de cincuenta y ocho mil millones de dólares.
Esta semana publican resultados un buen número de compañías y Bancos, siendo especialmente interesantes los de Walmart el jueves, tras el acto de ventas minoristas de enero que se publica el miércoles. Ambos datos, ventas minoristas y resultados de Walmart nos dará una radiografía del estado actual de los consumidores americanos. Además, se publican los PMI preliminares de Estados Unidos, la zona euro y Japón.
Con el apoyo explícito de los Bancos Centrales y con el plan de estímulos de Biden avanzando, la única cosa que podría hacer recortar a unas Bolsas muy complacientes con el riesgo (el VIX ha bajado a niveles cercanos a veinte) es su propio exceso de peso, es decir, el exagerado "market cap" que han alcanzado tras unas subidas continuas desde el pasado abril.
Pero es muy difícil, o más bien imposible, poner fecha a ese eventual recorte.
Juan Carlos Ureta Domingo
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