Los potentes mensajes llegados desde la Fed y el BCE y los buenos datos económicos publicados la semana pasada (buenos ISM chino y americano y buen dato de empleo en junio en EEUU) han cortado en seco la incipiente toma de beneficios que se había iniciado a fin de junio, dando lugar a una semana positiva para las Bolsas. El S&P ha subido un 1,2% en la semana, el Eurostoxx un 1,3%, el Nikkei un 2,3% y el MSCI Emerging Markets en dólares un 1,5%, habiendo logrado el Dow Jones, por primera vez en su historia, cerrar por encima de los 17.000 puntos.
Como decíamos, las intervenciones de Janet Yellen el pasado miércoles y de Mario Draghi el pasado jueves han tenido bastante que ver en ese buen comportamiento de las Bolsas. Las palabras de Janet Yellen en el Fondo Monetario Internacional el miércoles 2 de julio fueron una respuesta muy directa a los mensajes emitidos por el Banco de Basilea (BIS) en su informe anual publicado unos días antes. El BIS había alertado de una fuerte divergencia entre las valoraciones de unos mercados financieros "eufóricos" y la realidad de una economía todavía muy ralentizada, y había sugerido a los banqueros centrales una subida de tipos como fórmula para atajar los riesgos de burbuja financiera. Yellen se apartó completamente de esta forma de ver las cosas, al decir que una subida de tipos perjudica al empleo y que la estabilidad financiera no es un objetivo de la política monetaria, ya que la política monetaria es poco eficaz para controlar la inestabilidad financiera ("the potential cost in terms of macro economic performance is too great to give financial stability a central role in monetary policy").
Claramente Yellen se sitúa en las antípodas de la línea del BIS, al decir que las eventuales exageraciones de las Bolsas y de los bonos con su secuela de posibles turbulencias financieras futuras no son asunto de la Fed, ya que no afectan a la economía real. Según Yellen la Fed debe limitarse a asegurar la llamada supervisión macro prudencial del sector bancario, reforzando los niveles de capital, sin subir los tipos de interés. Yellen da así un paso más allá respecto a su afirmación de hace tres semanas de que las acciones no están caras según los estándares históricos y lo que dice ahora es que aunque estuviesen caras la Fed no debe subir tipos porque dañará a la economía sin conseguir un efecto claro de estabilidad en los mercados.
No puede sorprender que la reacción de las Bolsas fuese alcista y que el Dow Jones y el S&P volviesen ese mismo día y el siguiente a batir sus máximos históricos de todos los tiempos. El jueves Draghi reforzó aún más esos mensajes, con un mensaje similar. Draghi recordó una vez más que la economía de la zona euro sigue débil y el desempleo de la zona, cercano al 12%, es muy elevado, por lo que los riesgos están más el lado negativo (downside). Por ello el BCE anunció que el llamado TLTRO, es decir, el préstamo a los Bancos para que den crédito, sube de los 400.000 millones de euros anunciados hasta el billón de euros (trillion). Asimismo, Draghi volvió a reiterar que el BCE está preparado para tomar posibles medidas adicionales, es decir, para comprar activos con cargo a su balance (quantitative easing). De nuevo, es obvia la respuesta alcista de las Bolsas.
Pero esta vez no sólo ha habido mensajes de los banqueros centrales, sino también buenos datos económicos. El martes conocimos un buen ISM de manufacturas chino de junio, que cierra en 51, el mejor dato desde el pasado diciembre y el mismo martes se publicó un buen dato de ISM americano de manufacturas de junio. El jueves, a pesar de que el ISM de servicios de la economía norteamericana fue algo peor de lo esperado, el magnífico dato de creación de empleo en junio en EEUU sirvió para que las Bolsas cerrasen con nuevos récords.
Es normal que unos buenos datos económicos unidos a una expectativa de tipos de interés casi cero durante mucho tiempo empujen a las cotizaciones hacia arriba, pero, por debajo de esa apacible superficie, surgen las dudas.
Una primera duda es si los tipos de interés al final acabarán subiendo, pese a lo que diga Yellen. Pero la duda principal, que nace de las palabras de Yellen en el FMI, es si realmente la inestabilidad financiera, si llega, afectará o no a la economía real. Janet Yellen dijo el pasado miércoles que no, pero la experiencia histórica demuestra que sí. Las dos últimas crisis, la de 2001 y la de 2007, han tenido su origen en la economía financiera, y han sido provocadas, respectivamente, por el estallido de la burbuja de las punto.com y por el estallido de la burbuja de crédito, que trasladaron un efecto contractivo muy fuerte a la economía real.
En otras palabras, sí hay un "efecto riqueza" positivo cuando los mercados financieros están bien, porque estimulan la demanda, parece también inevitable que las turbulencias financieras, si llegasen, afecten negativamente al consumo de las familias y a la inversión empresarial. Tal vez, como decía Larry Summers el 8 de noviembre de 2013 en el FMI, la creación de burbujas y su secuela del estallido de las burbujas sea un tributo a pagar por la estabilidad de la economía real, pero en todo caso la Fed no debería ser insensible a la posible formación de burbujas igual que no fue insensible cuando los mercados financieros se desplomaron en 2008 tras Lehman.
Desde el punto de vista de las Bolsas y de los mercados de bonos, los buenos datos económicos publicados y los mensajes expansivos de la Fed y el BCE parecen posponer la corrección que muchos esperan. Pero a la vez, como se vio en la sesión de cierre del viernes pasado, la fuerza alcista va siendo menor a medida que aparece el vértigo de la altura, y solo se justificaría una nueva pata alcista si los datos que se empiezan ya a publicar de beneficios empresariales y de crecimiento económico del segundo trimestre son realmente muy buenos.
Las Bolsas, sobre todo las americanas, llevan ya mucho tiempo sin correcciones significativas y por eso muchos piensan que viene una corrección, pero la experiencia nos dice que cuando muchos esperan algo es justo cuando no suele llegar. En suma, el escenario de bajísima volatilidad y mercados sin grandes movimientos que venimos viendo en los últimos meses podría prorrogarse de forma insólita durante julio o al menos durante esta próxima semana, en la que vamos a ver ya algunos resultados empresariales (resultados de Alcoa y Wells Fargo) y en la que se publican algunos datos económicos (IPC de junio en la zona euro y en China, producción industrial alemana...) pero no muy relevantes todavía.