En varias ocasiones en los últimos meses nos hemos preguntado si los inversores podían estar girando, a la hora de apostar por la Bolsa, desde una visión centrada solo en la acción de los Bancos Centrales como elemento único de decisión, a una visión más enfocada a los datos de crecimiento y de beneficios empresariales. Decíamos en nuestro anterior comentario que los abundantes datos económicos y empresariales que se iban a publicar estos días pasados constituían un buen observatorio para confirmar ese giro hacia la consideración de otros elementos por parte de unos inversores que hasta ahora han seguido ciegamente el guión de la liquidez.
Pues bien, la semana pasada efectivamente ha sido una de las más interesantes que recordamos en los últimos meses. Una semana dividida claramente en dos mitades. En la primera mitad, hasta la sesión del miércoles, las Bolsas siguieron el guión tradicional y aguantaron muy bien una serie de datos económicos negativos. El lunes los pésimos datos de balanza comercial de China en marzo (las exportaciones cayeron un 15% y también cayeron las importaciones) apenas afectaron al Shanghai Composite y al Hang Seng, y las Bolsas europeas también siguieron subiendo, bajo el lema de que "da igual todo mientras haya liquidez". Por su lado las Bolsas americanas recortaron solo ligeramente.
Tras un martes anodino, en el que de nuevo un mal dato de ventas minoristas en abril en EE.UU., atribuido al mal tiempo, fue bien encajado por las Bolsas, en parte gracias a los buenos resultados trimestrales de JP Morgan, el miércoles China volvió a dar malas noticias, al publicar un crecimiento del PIB del cuarto trimestre del 7%, el menor ritmo desde 2009, con desaceleración tanto en la inversión como en el consumo. Se confirmaba así la desaceleración de la segunda economía del mundo, una economía de 10 billones (trillions) de dólares. El FMI, en su reunión de Washington de estos días, fue incluso más allá, al prever un crecimiento del 6,8% para este año y del 6,3% para 2016, con lo que India ya sobrepasa a China en las previsiones del FMI, al preverse un crecimiento del 7,5% para su economía.
A pesar de estos muy malos datos, la Bolsa de Shanghai aguantó bien, recortando solo un 1,2%, un recorte simbólico tras la espectacular subida de más del 30% acumulada desde el uno de enero, y la de Hong Kong recortó un mínimo 0,2%. Es decir, a los inversores chinos la debilidad económica, lejos de inquietarles, les anima a comprar más, sobre todo en las caídas, bajo la hipótesis de que ante la debilidad económica habrá más inyección de dinero y más facilidades crediticias.
En la zona euro, como era previsible Draghi hizo su "marketing" tras la reunión del miércoles del BCE, afirmando que el programa de compra de bonos (QE) va muy bien y que va a cumplir sus objetivos, y como también era previsible a las Bolsas les gustó su discurso.
Por tanto, hasta el miércoles todo funcionó conforme al guión habitual.
Fue a partir de la sesión del jueves cuando realmente hemos visto un cambio profundo en los mercados. Un cambio que, dados los precedentes, no nos atrevemos a calificar como definitivo, pero que parece apuntar a que los inversores empiezan a perder la confianza ciega en la acción de los Bancos Centrales y empiezan a valorar otras cosas.
El detonante del ese giro de los inversores fue la manifestación del FMI el jueves de que no iba a dar aplazamientos a Grecia en el pago de su deuda. A la vez la Comisión Europea dijo tener pocas esperanzas de llegar a algún acuerdo con el nuevo Gobierno griego en su reunión del 24 de abril, a la vista de los escasos avances en sus conversaciones. Esto desató la caja de los truenos en las Bolsas de la zona euro, que cayeron con fuerza, con impacto esta vez también en los bonos, ampliándose las primas de riesgo entre el bund y los bonos periféricos distintos al griego y asomando así la sombra de un posible contagio por primera vez desde enero. En la jornada del viernes las pérdidas en las Bolsas fueron superiores a las del jueves y las primas de riesgo de los bonos siguieron ampliándose, con el bund a un tipo del 0,75% y los tipos de los bonos españoles e italianos, portugueses y franceses repuntando.
Se cotiza así, de repente, la situación griega, como si no fuese obvio desde enero que hay poca voluntad por parte del nuevo Gobierno griego de cumplir con las exigencias de Bruselas. La novedad es que se rompe la pauta de considerar a Grecia como un caso "aislable" y se rompe asimismo la idea de que Grecia es demasiado pequeña y sus problemas no afectarán a la zona euro.
El segundo foco de inquietud el viernes llegó de China, tras el cierre de la sesión bursátil. En la sesión de cierre semanal tanto la Bolsa de Shanghai como la de Hong Kong siguieron su escalada alcista y en concreto el Shanghai Composite subió un 2,2% en la jornada, terminando en máximos anuales. El recorte serio vino tras el cierre de la sesión (after hours) cuando los futuros de dicho índice se desplomaron un 6% tras el anuncio del Gobierno de que van a endurecer a partir del lunes las condiciones para comprar acciones a crédito y que se va a permitir a los Fondos de inversión prestar acciones a quienes deseen ponerse cortos tomando posiciones bajistas. Una noticia que hace temer por un desplome en la Bolsa china tras su apertura el lunes y que sin duda contribuyó al mal ambiente de las Bolsas europeas y americanas.
El Dow, el S&P y el Nasdaq también se vieron afectados por estos temores, cerrando la semana con pérdidas superiores al 1%, pese al buen dato de confianza del consumidor americano medido por la Universidad de Michigan, que reflejó un claro optimismo de los consumidores, en contraste con los malos resultados trimestrales de algunas compañías vinculadas al consumo, como los presentados ese mismo día por American Express.
En suma, la semana ha finalizado con caídas relevantes en algunas Bolsas (Dax -5,5%, Eurostoxx -3,7%, Ibex -3,3%) y con algunas señales de que el modelo de las "Bolsas de diseño" que responden con fidelidad al guión siempre-alcista impuesto por los Bancos Centrales podría estar llegando a su final, cediendo paso a unas Bolsas que se fijan más en los datos económicos y empresariales. Pero, si miramos los precedentes, estos síntomas se han mostrado engañosos ya muchas veces, y por ello conviene ser precavidos y esperar un poco para ver si realmente estamos ante un cambio de mentalidad de los inversores.
Tras la figura de vuelta semanal de las Bolsas, la pregunta es si estamos o no en el inicio de una corrección profunda, al estilo del pasado octubre o incluso mayor. Responder a esa pregunta no es fácil, ya que depende de si los inversores realmente han cambiado o no su mentalidad. Los Bancos Centrales van a seguir saliendo al rescate de las Bolsas ante la menor caída, como lo ha evidenciado la intervención de Draghi este fin de semana aludiendo a la situación de Grecia y al deseo de que se solucione, y como también lo ha evidenciado la decisión china, anunciada ayer domingo, de reducir en un punto porcentual el coeficiente de reserva de los Bancos. Ante el temor de recortes, los Bancos Centrales apoyan a las Bolsas.
La duda es si los inversores van a reaccionar como hasta ahora, respondiendo con euforia a las palabras y a las medidas de los banqueros centrales, o si por el contrario van a empezar a desconfiar de esas palabras y de esas medidas.
No nos atrevemos a dar una respuesta a esa cuestión, pero por si acaso seríamos muy cautos a la hora de comprar, aun dando por seguro que veremos al BCE y a los demás banqueros centrales hacer "lo que sea necesario" para salvar a Grecia y para estimular la economía, incluida la china.
D.Juan Carlos Ureta Domingo
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